Un total de 184 personas perdieron la vida y más de 1.000 resultaron heridas en los disturbios del pasado domingo en Urumqi, capital de la región de Xinjiang (noroeste de China), según informó este sábado la agencia de noticias china Xinhua.
Tras los enfrentamientos del domingo entre la etnia han, predominante en China y la etnia uigur, las autoridades del país impusieron el toque de queda por temor a un nuevo brote de la violencia que se ha cobrado la vida de 137 ciudadanos han y de 47 uigures, según este último balance no confirmado por el Gobierno chino, que especifica por primera vez la etnia de los fallecidos.
Por su parte, el miembro del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh), Zhou Yongkang, señaló durante su visita a Xinjiang que las autoridades harán todo lo posible "para ganar la difícil guerra con el objetivo de mantener la estabilidad de la región" y recordó la promesa que hizo días atrás el Gobierno chino de castigar a los responsables de los disturbios para garantizar la estabilidad en el noroeste de China.
El Comité Permanente ordenó a las autoridades "aislar y perseguir a los infractores de la ley" y "unificar y educar a la mayoría de las masas". "Los instigadores, organizadores, culpables y los criminales de los disturbios serán severamente castigados de acuerdo con la ley", concluyó el órgano.
Mientras tanto y aunque la violencia ha cesado temporalmente, la tensión se mantiene en la ciudad china donde cinco mezquitas cerraron el viernes, animando a los ciudadanos musulmanes a practicar las oraciones desde casa.
Así las cosas, el presidente Hu Jintao convocó el pasado miércoles por la noche una reunión del Comité Central del Partido Comunista chino para discutir los violentos disturbios ocurridos el domingo en Xinjiang.