L D (EFE) El sueño de Joe "the plumber" (el fontanero) Wurzelbache, al parecer, es comprarse el negocio para el que lleva trabajando años y que ahora puede adquirir pero teme que una administración demócrata le suba tanto los impuestos que su pequeña empresa sea inviable. Esa ilusión ha sido uno de los temas centrales del tercer y último debate televisado entre los aspirantes republicano y demócrata a la Casa Blanca, John McCain y Barack Obama, respectivamente.
McCain dijo: "Joe, cuando sea presidente yo haré que puedas comprar esa empresa que quieres, mantendré tus impuestos bajos y tus empleados podrán tener un buen seguro médico", prometió, mirando a la cámara. El candidato demócrata, por su parte, insistió en que sus planes son los de recortar los impuestos a la clase media aunque ello deje fuera a los negocios. "A nadie le gustan los impuestos –dijo Obama– pero tenemos que pagar las inversiones básicas", a lo que McCain le contestó que "si a nadie le gustan los impuestos, no se los subamos a nadie, vale?".
En línea con lo señalado en debates anteriores, el demócrata aseguró que recortará los impuestos al 95 por ciento de la población y recordó que más del 90 por ciento de las pequeñas empresas del país ganan menos de 250.000 dólares al año. Las estadísticas oficiales, los fontaneros estadounidenses ganan alrededor de veinte dólares por hora, unos cuarenta mil dólares anuales. Según esos mismos datos sólo el diez por ciento de los fontaneros del país ganan 35 dólares por hora, o setenta mil dólares anuales.
Debate centrado en las campañas y la economía
Ambos discreparon también sobre cómo resolver la crisis económica. Los dos aspirantes, por primera vez, interactuaron, se miraron con frecuencia y mantuvieron algo parecido a una conversación en el debate de hora y media. Ayudó el formato. Por primera vez, ambos se sentaron en torno a una mesa, en lugar de deambular sobre un escenario o hablar tras un podio, lo que facilitó el intercambio de opiniones, en ocasiones de modo acalorado.
Así ocurrió cuando hablaron sobre las campañas negativas y el comportamiento de los respectivos simpatizantes en los mítines de los candidatos y sus vicepresidentes. "El ciento por ciento de sus anuncios de propaganda han sido negativos, John", insistió Obama. "Eso no es verdad", le respondió un McCain que, por detrás en las encuestas, se mantuvo a la ofensiva durante todo el evento. "Sí. Es verdad", añadió Obama en uno de los intercambios más duros del debate. "Lamento los aspectos negativos de esta campaña. Algunos de ellos han sido inaceptables", señaló el senador republicano por Arizona, que también exigió a Obama disculpas por declaraciones de algunos demócratas.
En general, en un debate en el que la economía mandó, ambos candidatos se esforzaron en mostrar una imagen "presidenciable" e incluso tuvieron buenas palabras para la candidata republicana a la vicepresidencia, la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, es según Obama, una "política capaz". Obama, que partía con ventaja en las encuestas, buscaba mantener la imagen de líder imperturbable y sólido que había proyectado en otros debates, mientras que McCain, que necesitaba dar un vuelco a los sondeos, respondió con un mayor dinamismo del mostrado en otros debates.
Quizás a McCain le correspondió la mejor respuesta del debate. Ante las críticas de su oponente, que le comparaba con el presidente, George Bush, replicó que "senador Obama, yo no soy el presidente Bush. Si usted quería competir contra Bush, debía haberse presentado a las elecciones hace cuatro años".