L D (EFE) El martes, el Senado había aplazado su decisión, después de que el voto en contra del legislador republicano John Cornyn impidiera la confirmación del nombramiento por unanimidad. Cornyn alegaba que aún mantenía dudas sobre la idoneidad de Clinton para el puesto de jefa de la diplomacia estadounidense, dado que su esposo, el ex presidente Bill Clinton (1992-2000), encabeza una fundación que recibe donaciones del extranjero.
Durante el debate previo a la votación, la candidata había recibido el respaldo de varios destacados senadores republicanos, entre ellos el rival del presidente Barack Obama en las elecciones, John McCain, y del republicano de más rango en el comité de Relaciones Exteriores, Richard Lugar.
Tanto republicanos como demócratas incidieron en la necesidad de confirmar lo más rápidamente posible a Clinton para que pueda hacerse cargo de la política exterior del país, en un momento en el que hay dos guerras abiertas, en Irak y Afganistán. En su audiencia de confirmación, el pasado día 13, el Comité de Relaciones Exteriores ya había dado su visto bueno al nombramiento de la ex senadora por 16 votos a favor y uno en contra.
Durante esa audiencia, Clinton insistió en la necesidad de construir un mundo con "más socios y menos adversarios", y expresó su interés en colaborar con Rusia y China y su intención de tender la mano a viejos aliados como Europa, India, Japón y Corea del Sur. Destacó que EEUU no puede resolver por sí solo los problemas más acuciantes del planeta, pero insistió en que "el resto del mundo tampoco puede solucionarlos sin América". "Debemos de usar lo que se ha denominado como poder inteligente, la amplia gama de herramientas a nuestra disposición: diplomáticas, económicas, militares, políticas, legales y culturales", destacó.
Momento agridulce para Hillary
Para la ex senadora, el nombramiento representa un momento agridulce. Como secretaria de Estado, estará a cargo de perfilar la política exterior de su país, y ha acordado con Obama que tendrá acceso constante al Despacho Oval y una mano muy libre para tomar decisiones. Pero también supone decir adiós a su carrera en el Senado –quizás también a futuras aspiraciones presidenciales– y tener como jefe al que fue su acérrimo rival durante las primarias demócratas. Buena parte del éxito de la nueva Administración, dependerá de cómo funcione la relación entre ambos. Por el momento, las señales apuntan a que la química entre los dos funciona.
La nueva secretaria de Estado ha comenzado ya a seleccionar su equipo para el Departamento. Planea mantener en su actual cargo al subsecretario de Estado para Asuntos Políticos y "número tres" del Departamento, William Burns, quien ocupa este puesto -el más alto para los diplomáticos de carrera- desde mayo de 2008. Burns, quien fue embajador en Rusia y en Jordania, aportará a Clinton su amplia experiencia diplomática en asuntos tan delicados como las negociaciones nucleares con Irán.
La nueva jefa de la política exterior de EEUU también designará a Kurt Campbell como secretario de Estado adjunto para Asia del Este y Pacífico, donde sustituirá a Chris Hill, el principal negociador estadounidense en las conversaciones nucleares con Corea del Norte. Richard Holbrooke, antiguo mediador estadounidense en Bosnia, podría recuperar su papel de enviado especial, ahora para Pakistán e India o Afganistán.
Otro "hombre de confianza" de Hillary podría ser el ex enviado especial de la Casa Blanca a Oriente Medio Dennis Ross. La ex senadora por Nueva York contará además con dos lugartenientes en el Departamento de Estado, James Steinberg, ex consejero de Seguridad Nacional adjunto en la etapa de Bill Clinton, y Jacob Les, que fue director de Presupuesto durante aquella Administración.