L D (EFE) Lugo, de 57 años, se emocionó varias veces durante su alocución, seguida en la explanada del Congreso por varios miles de personas, entre ellas nueve presidentes extranjeros y el príncipe Felipe, heredero de la Corona de España. "No existen instituciones corruptas sino funcionarios que se corrompen", expresó Lugo, quien sucedió en el cargo a Nicanor Duarte tras poner fin a una hegemonía de 61 años del Partido Colorado con su victoria en los comicios generales del 20 de abril pasado.
Destacó que su llegada al poder, al frente de una coalición de amplia base ideológica, supone "el cambio, la oportunidad" de Paraguay "para asumir la copropiedad del proceso que no requiere otra cosa que producir aportes". "Un signo de este tiempo nuevo será la austeridad" para evitar el "despilfarro", aseveró el presidente.
Añadió que entre las tareas de su Gobierno, que asumió también hoy sus funciones, se impone el reto de "derrotar el secretismo estatal y hacer que los instituciones rindan cuentas" y recordó que como pastor de la Iglesia optó "por aquellos que están expuestos a la exclusión y la miseria". "Renuncio a vivir en un país donde unos no duermen porque tienen miedo y otros no duermen porque tienen hambre", añadió.
Lugo fue durante poco más de una década obispo de la diócesis de San Pedro, la región más conflictiva y pobre del país. En 2005 abandonó ese cargo y en diciembre de 2006 renunció a su estado clerical para dedicarse a la política.
El nuevo presidente paraguayo también prometió llevar a este país "de la interminable transición" a una "incorporación plena al universo de democracias consolidadas en el mundo".
"Obedientes al mandato acudiremos ante nuestros pares" para negociar mejores beneficios para el país, señaló en alusión a las demandas de mejores condiciones para Paraguay en proyectos energéticos con Argentina y Brasil que enarboló como eje de su campaña.
Lugo considera que Paraguay debería recibir mayores beneficios del aprovechamiento conjunto de las hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá, que posee conjuntamente con Brasil y Argentina, respectivamente.
Destacó que su llegada al poder, al frente de una coalición de amplia base ideológica, supone "el cambio, la oportunidad" de Paraguay "para asumir la copropiedad del proceso que no requiere otra cosa que producir aportes". "Un signo de este tiempo nuevo será la austeridad" para evitar el "despilfarro", aseveró el presidente.
Añadió que entre las tareas de su Gobierno, que asumió también hoy sus funciones, se impone el reto de "derrotar el secretismo estatal y hacer que los instituciones rindan cuentas" y recordó que como pastor de la Iglesia optó "por aquellos que están expuestos a la exclusión y la miseria". "Renuncio a vivir en un país donde unos no duermen porque tienen miedo y otros no duermen porque tienen hambre", añadió.
Lugo fue durante poco más de una década obispo de la diócesis de San Pedro, la región más conflictiva y pobre del país. En 2005 abandonó ese cargo y en diciembre de 2006 renunció a su estado clerical para dedicarse a la política.
El nuevo presidente paraguayo también prometió llevar a este país "de la interminable transición" a una "incorporación plena al universo de democracias consolidadas en el mundo".
"Obedientes al mandato acudiremos ante nuestros pares" para negociar mejores beneficios para el país, señaló en alusión a las demandas de mejores condiciones para Paraguay en proyectos energéticos con Argentina y Brasil que enarboló como eje de su campaña.
Lugo considera que Paraguay debería recibir mayores beneficios del aprovechamiento conjunto de las hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá, que posee conjuntamente con Brasil y Argentina, respectivamente.