Los países árabes apoyan la llamada "causa palestina"... pero sólo de boquilla. En su actitud pública enarbolan el sentimiento de hermandad religiosa, pero las cosas cambian cuando esos mismos palestinos acuden como refugiados a sus países.
Esta realidad ha sido perfectamente retratada por el columnista Ahmed Moro, en The Guardian, artículo reseñado en España por el blog Barcepundit. En su incisiva crítica, el periodista cuenta, a través de su propia experiencia, esa hipocresía que rige en el mundo árabe de apoyar a los palestinos cara al público, y convertirlos en ciudadanos de segunda cuando acuden buscando refugio a estos mismos países.
Ahmed, aunque llevaba diez años viviendo en Estados Unidos, tiene orígenes palestinos. En el diario británico cuenta cómo fue su experiencia al regresar a "el mundo árabe" concretamente a Líbano, y sufrir una sistemática marginación por sus orígenes, precisamente en este país, de los que más gusta en autoproclamarse defensor de dicha causa.
A pesar de todo, el columnista es consciente que parte de una situación privilegiada, distinta al resto de refugiados palestinos que residente en Líbano: "Mi experiencia ha sido privilegiada. Tuve la suerte de conseguir un apartamento en la zona este de Beirut, porque podía asumir el alquiler. La gran mayoría de los 400.000 refugiados palestinos en el Líbano (el 10% de la población libanesa) que han nacido y crecido aquí, ni se acercan a los privilegios que yo tengo. Hoy, Líbano es el país más hostil para los refugiados palestinos, después de Israel" asegura.
El dictamen de Ahmed es claro: "Son ciudadanos de segunda" aunque añade, "pero no son los únicos". El racismo se extiende también a los extranjeros asiáticos y africanos, quienes incluso tienen prohibido acudir a las mismas playas donde retozan los libaneses. Incluso, este racismo extiende a sectores como los sirios, etíopes y filipinos. Pero, como señala Ahmed: "Hay una diferencia: ellos tienen apoyo consular para regresar a sus países, recurso que no tienen los palestinos" apostilla.
En su crónica, el articulista detalla muchas más situaciones que retratan la actitud del mundo árabe en general, y de Líbano en particular. Por ejemplo, cuando se citan los sucesos acaecidos en los campos de Sabra y Shatila en 1982, se atribuye todas las muertes de palestinos al ejército de Israel, de una manera injusta y premeditada. Fueron las Milicias libanesas las que planearon el ataque, dejando más de 2.500 palestinos muertos. Lo mismo ocurrió en la década de los 80, cuando la milicia Amal sitió los campos de refugiados, condenando a cientos de personas a morir de hambre. Y más recientemente el Ejército libanés bombardeó otro campo, el Nahr al-Bared, mientras públicamente siguió expresando su actitud de apoyo hacia "la causa palestina" y su condena a Israel.
Y es que, en definitiva la conclusión la enuncia el propio Ahmed: "El mundo árabe está lleno de hipocresía cuando se trata de la cuestión palestina . Los líderes árabes citan con frecuencia la crónica de las violaciones de derechos de Israel, con el único objetivo de dejar de abordar la marginación de los palestinos en sus propias sociedades" asegura. Así, los palestinos, se convierten en meros peones en la lucha del mundo árabe contra Israel, carne de cañón a la que marginar ... pero públicamente brindar un falso apoyo.