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El chollo de ser eurodiputado

El último ha sido el escándalo de los vuelos en bussines. Pero no es el primero -ni el último- de los excesos de sus señorías. 

Esporádicamente, las críticas al despilfarro de los eurodiputados salen a la luz. No pasan tres meses sin que un nuevo escándalo salpique a la Eurocámara, y se cuestione durante un breve lapso de tiempo la honradez de nuestros políticos europeos.

El sueldo base: uno de los asuntos que más ampollas levantó en su momento fue el incremento salarial que ellos mismos "se aprobaron" hace dos años. Pasaron de un sueldo base de 3.124 euros a uno de 7.666, más la subida de la tasa de la inflación.

Pero ni mucho menos ese es el importe completo que se embolsan cada día nuestros representantes en Europa. En 2011, la asignación mensual para cada eurodiputado, antes de impuestos asciende a 7.956,87 euros. tras descontar el impuesto comunitario y el pago de una cotización a un seguro de accidentes, se queda en 6.200,72 euros netos. A esos 6.200 euros se añaden dietas, viajes y asesores, como se explica a continuación.

Dieta para gastos generales: bajo el concepto de dietas para gastos generales, cada parlamentario tiene 4.299 euros mensuales. Con este importe deben sufragar los supuestos gastos en los que se supone que incurren en el Estado que le sha elegido. Son los gastos de gestión de oficina de los diputados, los gastos de teléfono y los gastos postales, así como la compra, el funcionamiento y el mantenimiento de los equipos informáticos y telemáticos.

Dietas para ir a Bruselas o Estrasburgo: debido a que la mayoría de las reuniones y sesiones del Parlamento Europeo tienen lugar en Bruselas y Estrasburgo, los diputados "tienen derecho al reembolso del coste real de sus billetes de viaje para la asistencia a esas reuniones, previa presentación de recibos, hasta un límite máximo equivalente a la tarifa de la clase business para los viajes en avión, a la tarifa de primera clase para los viajes en tren o hasta un límite de 0,50 euros por kilómetro para los viajes en automóvil". Los vuelos en business, que son los que han desatado esta semana la polémica, puedan estar en el entorno de los 1.500 euros ida y vuelta.

Dietas fijas por viaje: también tienen derecho a "unas dietas fijas basadas en la distancia y en la duración del viaje para cubrir otros gastos relacionados con el viaje (como, por ejemplo, los peajes de autopistas, los gastos por exceso de equipaje o los gastos de reserva)", dice el régimen interno.

Dietas por viajes fuera de la UE: Los parlamentarios reciben "una cantidad de 152 euros diarios, más gastos de alojamiento y desayuno, para la asistencia a reuniones celebradas fuera del territorio de la Comunidad Europea, siempre que el diputado haya firmado la lista oficial de asistencia de la reunión".

Dieta para viajes dentro de la UE: el Estatuto del Diputado indica que el Parlamento abona "dieta fija de 304 euros por cada día de asistencia a reuniones oficiales de órganos del Parlamento en los que el diputado ejerce sus funciones y que se celebran en el territorio de la Comunidad Europea".

Dieta fija anual: Como "con frecuencia" tienen que viajar fuera de su Estado miembro de origen en el ejercicio de sus funciones, con fines distintos a las sesiones, "para cubrir esta eventualidad los diputados pueden percibir una dieta anual de viaje fija para cubrir los gastos de viaje, alojamiento y otros gastos asociados". Para el año 2011, la dieta se ha fijado en un máximo de 4.243 euros.

Para asistentes: A todo ello hay que sumar que disponen de un importe máximo anual de 19.709 euros por diputado para asistencia, ya que los eurodiputados pueden seleccionar a su propio personal.

¿Y cuánto viajan nuestros eurodiputados a Bruselas o a Estrasburgo? Pues los españoles necesitan mínimo volar tres veces al mes.

En resumen: la media de sueldo de un eurodiputado sobrepasaba los 15.000 euros mensuales si se suman todos los conceptos.

Críticas en el pasado

En 2009, cuando aprobaron esta reforma, que les garantizaba cobrar 4.500 euros más que con la anterior regulación, florecieron las críticas. Antes, ingresaban lo mismo que los parlamentarios del país que procedían, que en España son unos 3.100 euros brutos de sueldo base. Los vuelos, dietas y demás se añadían al margen.

Con polémica o sin ella, lo cierto es que se aprobó. Sus señorías se embolsaron estas cantidades con tranquilidad, mientras comenzaba la crisis económica y se deshacían en vacías consignas que llamaban a "apretarse el cinturón". Hasta ahora. La mera sospecha de que podían ver reducido en algún grado sus jugosos privilegios ha provocado la casi completa unanimidad de la cámara: En España ni PP, ni PSOE ni UPyD han querido congelarse los sueldos ni dejar de volar en bussines. La presión de la ciudadanía ejercida a través de Twitter les ha hecho retroceder –en cierto modo- pero la votación fue la que fue.

En el punto de mira

La sombra de la sospecha sobre la labor de los políticos con sillón en Bruselas o Estrasburgo tiene profundas raíces. Hace años, la primera televisión en cazarles "con las manos en la masa" fue la alemana RTL, que filmó cómo sus señorías se escaqueaban de los plenos en viernes, acudiendo a fichar para cobrar los 300 euros extras que se contemplan por acudir al pleno del último día de la semana. La diputada alemana de Les Verds llegó a amenazar a los cámaras que le estaban cazando en plena faena.

Este mismo año fue una diputada británica la encargada de documentar estos abusos políticos. A través de fotografías, probó que sus compañeros de Cámara en Bruselas acudían los viernes a fichar... y se iban corriendo al aeropuerto. Fue un escándalo durante un par de días, para caer después en el más absoluto de los olvidos.

Y el último de estas sonadas pilladas tuvo como protagonista al eurodiputado del PP Pedro Zalba. Un grupo de reporteros de incógnito se hizo pasar por lobistas y fue ofreciendo "trampas" para apoyar sus enmiendas a los parlamentarios europeos. La mayoría de los españoles lo rechazaron... porque no sabían inglés. Zalba aceptó, aunque después se justificó por su ingenuidad.

Y ahora, los vuelos. Un escándalo más, ante el que sus señorías saben que no tienen nada más que hacer que sentarse en su sillón de eurodiputado a ver cómo la fugaz indignación ciudadana se diluye en el tiempo. Hasta que acontezca el siguiente. 

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