Desde la muerte de Gaudí bajo un tranvía ningún atropello ha tenido la repercusión mediática, y además en todo el mundo, que el incidente del niño palestino atropellado el pasado viernes en Jerusalén Este.
Los hechos se presentaron con la tendenciosidad habitual en todo lo relacionado con Israel (valga esta noticia como ejemplo) pero en cualquier caso parecían claros: unos niños se dedicaban a tirar piedras a los vehículos que pasaban por una zona de Jerusalén Este y un colono israelí los arrollaba con su coche y huía después sin pararse a comprobar los daños causados ni, por supuesto, a prestar ayuda.
Por supuesto, una legión de avispados reporteros gráficos tuvo la suerte de estar en el sitio adecuado y en el momento oportuno para captar unas estremecedoras imágenes que han dado la vuelta al mundo. ¿La suerte? Pues a tenor de los primeros análisis no fue sólo cuestión de fortuna.
Producciones Pallywood
Muchos de los lectores y televidentes de Libertad Digital recordarán el documental Pallywood que demostraba como algunos periodistas se concertaban con palestinos para obtener noticias e imágenes "de impacto" sobre el conflicto en Israel.
Entre los montajes de la factoría de ficción en Pallywood algunos que alcanzaron impacto en todo el mundo y que han sido parte esencial de la propaganda antiisraelí, como la falsa muerte de otro niño, Mohammed Al Dura.
En este caso, y tras el análisis que han presentado algunos medios como Honest Reporting, quedan muy pocas dudas de que nos encontramos ante algo muy similar: una situación creada y escenificada para que los periodistas tuviesen su noticia y la propaganda antiisraelí su arma arrojadiza.
Fotógrafos a gogó
El primer hecho que llama la atención del observador imparcial es la abundancia de reporteros gráficos que lograron captar un hecho aparentemente inesperado e inesperable: cámaras de, entre otros, AFP, AP EPA y Al Jazeera se encontraban presentes en una zona, el barrio de Silwan, que en realidad no es uno de los lugares en los que más episodios de tensión se dan: "No estarías por allí esperando a que ocurriese algo si no sabías que algo iba a ocurrir, antes habrías ido a Bilin o Hebrón", afirma David Katz, un veterano fotógrafo de prensa.
Pese a ello, tal y como narra el analista y diplomático Lenny Ben-David en un artículo en el Jerusalem Post, hasta ocho fotógrafos estaban apostados en la zona, además del cámara que tomó las imágenes de vídeo.
Por otra parte, Katz asegura a Honest Reporting que Silwan es una zona en la que "los únicos reporteros que pueden trabajar son aquellos que tienen relaciones con la población local". De hecho, un equipo de una televisión israelí fue apedreado en la misma zona dos días después del incidente
Los fotógrafos, perfectamente situados
Otro detalle que nos revela que la situación fue poco menos que creada artificialmente para la prensa es que los fotógrafos estaban perfectamente distribuidos en el área en la que se produjo el incidente.
Tal y como explica Katz: "Cuando los reporteros están en una zona en la que no saben lo que va a ocurrir suelen mantenerse agrupados, sólo cuando saben que va a pasar algo se dispersan para tener cada uno su propia imagen".
Por otra parte, el propio comportamiento de los niños refleja un escenario preparado: en primer lugar porque los dos que son atropellados corren hacia la parte delantera del coche con propósito evidente de ser arrollados por él, pese a que la versión que dan luego a la prensa sea muy diferente:
"No pude huir a tiempo, ni siquiera tuve tiempo para hacerle una señal. (...) "Está claro que lo hizo a propósito, yo estaba en la acera, no hay posibilidad de que no fuese intencional".
Además, como puede verse en los segundos iniciales del vídeo desde bastante antes del incidente los chicos han cubierto sus rostros como alguien que va a delinquir y, sobre todo, si se tratase de una reacción más o menos espontánea lo lógico sería que se apedreasen los coches desde posiciones más seguras, por ejemplo desde lo alto del muro a la izquierda en las imágenes.
Otro aspecto del incidente que llama la atención es la reacción de los presentes ante el atropello: hasta que el coche abandona la escena nadie deja de fotografiar o apedrear, cuando lo lógico ante un atropello inesperado, y más en el caso de un niño, sería correr a auxiliar al accidentado.
La guerra y la manipulación en directo
Como muchos comentaristas apuntan, el hecho recuerda a otros sucesos inesperables pero que, por el contrario, eran esperados por un nutrido grupo de periodistas y, especialmente, reporteros gráficos, que están allí presentes para tomar unas imágenes que, habitualmente, resultan perjudiciales para la imagen pública de Israel.
El último ejemplo de esto fue el incidente en la frontera del Líbano el pasado verano, en el que varios reporteros (hasta cinco de la misma agencia) estaban en una zona concreta en la frontera observando como soldados del ejército israelí realizaban tareas rutinarias.
La receta se completa con el tratamiento que este tipo de imágenes reciben en los medios occidentales, por ejemplo en la española CNN+ se completaron las imágenes del atropello con otras de archivo, casualmente las del entierro de un niño palestino.