El presidente venezolano, en su obsesión por reforzar el culto a su figura y los símbolos de lo que llama la Revolución Bolivariana, ha recurrido a menudo a las espadas del Libertador (en referencia a Simón Bolívar) como vestimenta en sus ceremonias de exaltación nacionalista.
En actos protocolarios, dice El Mundo, Chávez exhibe réplicas del sable que han resultado estar fabricadas en la localidad española de Toledo, y que regala como “souvenir” oficial a los mandatarios de distintos países que a acuden a dichas ceremonias.
En el último mes, el dirigente ha obsequiado con réplicas al primer ministro ruso Vladimir Putin, y también al uruguayo José Mújica. Desde que fue elegido presidente en 1998, el líder ha dado cerca de 20 copias a jefes de Estado extranjeros, en un honor que tradicionalmente se reservaba a cuando un militar era ascendido a general de brigada.
“La iniciativa de entregar estas réplicas es un invento de este presidente, antes no se hacía o se hacía en ocasiones puntuales”, dice el historiador venezolano Manuel Caballero en El Mundo. “Aunque la polémica es que la entregue a cualquier dictadorzuelo que pase por Caracas”. El intelectual se refiere aquí al zimbabuense Robert Mugabe, aunque también la poseen Raúl Castro, el libio Muamar Gadafi, o el general ruso Mijail Kalashnikov, que inventó el famoso rifle.
Según recuerda El Mundo, Simón Bolívar tuvo muchos sables y acostumbraba a regalarlo a colaboradores cercanos. El que Chávez enseña en sus dicrusos es conocido como La espada de Lima, un regalo de la capital peruana a Bolívar tras las batallas de Ayacucho y Junín.
Las réplicas, sin embargo, se fabrican en la fábrica española Swords from Toledo, en Olías del Rey, a tan sólo 45 kilómetros de Madrid. Miguel Ángel García es el gerente de ventas de esta empresa, dedicada a elaborar sables para desfiles militares, réplicas históricas y modelos de fantasía y armas para justas y ferias de época. La compañía tiene una agencia de ventas por Internet y una tienda en Toledo.
García asegura en El Mundo que hasta ahora el sable de Bolívar sólo ha tenido un comprador en los últimos quince años, y no es otro que el Gobierno de Chávez. Antes también lo hacía la fábrica Bermejo, ya clausurada.
Se trata de una réplica particularmente difícil de realizar. Su fabricación toma más d de una semana, mientras otra clase de sable lleva uno o dos días. Tiene más de 700 brillantes, su hoja es de acero damasquino, lleva grabados al ácido y su guarnición es dorada. El coste de fábrica oscila entre los 5.000 y 6.000 euros, pero su precio final puede aumentar si se remata con incrustaciones de joyería. Es el modelo más costoso, dice El Mundo.
“Gente rara” no falta entre los que compran espadas, dice García en el diario. Y la de Bolívar sólo tiene un comprador.