María Corina Machado irradia seguridad. Al verla, uno no se imagina a esta mujer imponente, teniendo que lidiar con la derrota. Escuchándola desgranar su discurso político, se contagia la sensación de que tiene de su lado a la mayoría, de que estamos ante un caballo ganador. El aspecto impecable de María Corina, su cultura y perpetua sonrisa, no sólo proveen a sus críticos de material para atacarla, sino que además crean un halo de imperturbabilidad a su alrededor, que esconde la batalla de una mujer que entró en política con todos los vientos en contra. Y que, a pesar de su arrolladora autoconfianza, sabe que aún siguen soplando.
Si se aborda su currículum desde una perspectiva puramente númerica, María Corina, en lo político, probablemente ha cosechado más derrotas que fracasos. Su desembarco en la política, fundando el movimiento antichavista Súmate, supuso un feroz ataque del mandatario venezolano, que desplegó toda la maquinaria propagandística para lograr hacer de ella un personaje del que desconfiar. Es de justicia reconocer que la imagen de "burguesita de fina estampa" que Chávez difundió de ella, ha sido una gran losa para Machado, pero que simultáneamente ha supuesto un reto contra el que luchar. Fruto de esa antipatía alimentada desde el régimen, la política venezolana ha sufrido diez años de ataques y atropellos, con tiroteos a su autobús de campaña y exabruptos en prime time incluidos.
Pero como sucede en pocas ocasiones, lejos de desmotivarla, cada nuevo ataque contribuyó a robustecer sus ideas, y afianzar aún más su confianza en sí misma. La virulencia de los ataques de Hugo Chávez, el nerviosismo que provocaban en el régimen sus discursos y su mera presencia convencieron a la opositora de que había disparado a una de las grietas de un presidente que se considera todopoderoso. María Corina abandonó la presidencia de la asociación civil, y logró un escaño en la Asamblea Nacional en 2010.
Tras ese éxito, quiso ser la persona que encabezara a la Mesa de la Unidad -que congrega a todos los partidos antichavistas- para plantar batalla a Chávez en las elecciones del próximo octubre. Pero no pudo ser. Henrique Capriles ganó las primarias, y dejó a la venezolana con un sabor agridulce. Porque si algo se desprende de sus palabras, es que en Machado por encima del personalismo, prima una máxima clara: derrotar a un régimen a punto de cumplir dos décadas en el poder.
Por eso, su discurso político personal – el 'capitalismo popular' basado en los postulados de Menger, Hayek o Von Mises- se ha diluido en pos de la unidad. María Corina ya no es la líder fuerte que recorre Venezuela explicando su proyecto para el país, sino que ha asumido a la perfección que su tarea es la de diluirse en un proyecto más integrador en torno a Capriles: el del antichavismo. Ella cree, con idéntica firmeza a la que lo expone, que más que nunca es el momento de la unidad.
"Somos mayoría, lo sé"
"Por primera vez tenemos la posibilidad real no solo de cambiar un Gobierno o un presidente sino de construir una sociedad basada en los valores que compartimos todos los venezolanos", explica a Libertad Digital. María Corina alerta de la gravedad de la situación del país, de la verdadera y urgente necesidad de un cambio de rumbo: "Mientras todo el resto de América Latina avanza, Venezuela está en una situación de deterioro profundo", señala, aludiendo a las demoledoras cifras de PIB y del alarmante decrecimiento, a pesar de "haber recibido más dinero que nunca en su historia".
La opositora considera que el país, como ya explicó en una entrevista pasada a Libertad Digital, ha iniciado el camino de la transición. Lo juzga imparable, y cuesta pensar que se trate de una pose adoptada o de un mantra político. Apabulla su seguridad y la firmeza de sus palabras cuando lo asevera: "Después de recorrer Venezuela entera, lo sé. Somos mayoría, lo he visto", dice sin un amago de titubeo. Desdeña sin contemplaciones las encuestas que apuntan lo contrario, y cita el ejemplo de las legislativas el pasado año: "Todo el mundo decía que Chávez iba a ganar, que no teníamos posibilidades. Y mira". Machado recuerda, con una sonrisa triunfante, cómo incluso los más cercanos le recomendaban entonces que moderara el entusiasmo: "Me decían, bueno sí Corina, serán mayoría en Chacao -donde ella consiguió el escaño- pero no en el resto del país".
Nadie podrá quitarle a esta mujer la sensación de que la mayoría de la sociedad venezolana se ha hartado del régimen de Chávez. "Lo he visto, lo he sentido", dice, recordando el año que ha pasado viajando de punta a punta, conversando con la gente.
No obstante, su seguridad no es ignorante, ni atrevida. María Corina parece estar preparada para asumir otro triunfo de Hugo Chávez en las urnas. Quizás el penúltimo. Ella habla de un cambio mucho más profundo, de una auténtica renovación que está liderando la Mesa Democrática, y a la que quizás haya que dar aún más tiempo para fraguar. "No va a ser fácil, pero lo vamos a lograr", apunta.
Los tres pilares del miedo
Y es que Machado sabe que lidian con un enemigo mucho más poderoso que Hugo Chávez: "El miedo". La opositora narra el sinfín de anécdotas vividas en sus meses de autobús por el país, hablando con la gente que se acerca a expresarle su apoyo en secreto, atemorizada por las posibles represalias. "Vi mucho miedo en la gente", señala "he aprendido a olerlo".
Combatir el temor "es el gran desafío que tenemos", conseguir que esos numerosos ciudadanos que buscan un golpe de timón en el país, se atrevan a apostar por ellos en las urnas. Para aproximarnos a lo complejo de la situación, lo primero es que "hay que entender lo perversas que son estas neodictaduras, que tienen una fachada democrática para esconder un régimen terriblemente autoritario", asegura.
María Corina comprende ese miedo, y lo disecciona: "El miedo es el elemento transversal en el sistema y la forma de operar del régimen de Hugo Chávez", explica. "Se basa en tres pilares: si haces algo en contra del Gobierno, te castigo", dice, aludiendo al ejemplo de la terrorífica Lista Tascón. "Después te dice que Chávez es mayoría, y que por tanto, ¿para qué me voy a arriesgar?", lo cual logra, según su testimonio, a través de la compra de encuestas y la desmesurada inversión en publicidad gubernamental - "la pasada semana se aprobaron dos créditos adicionales de 300 millones de dólares sólo para eso", recuerda-.
Y el tercer pilar: "El control del voto", dice, indicando tal vez, el más complejo de todos. Este, según Machado, se ejerce desde varios ámbitos. "Las últimas encuestas indican que el 41% de los venezolanos creen que el voto no es secreto", que amasa una autocensura de gran magnitud que además, se ha ido incrementando con los avances en el sistema electoral venezolano. Ahora, la técnica de la "captación de huella" no sólo está poniendo a la vanguardia a Venezuela en mecanismos de votación, sino que contribuye a intensificar "el terror de la gente" de creerse vigilados por el Estado. "Nosotros les explicamos que eso no es verdad, que no hay forma de que lo sepan, pero es irrelevante lo técnico. En política, todo es percepción, y así lo sienten", lo que lleva al atenazamiento frente a las urnas, temerosos de las represalias que pueda tener su voto antichavista, como ya ha ocurrido en demasiadas ocasiones.
"Ese es el fraude del siglo XXI, el que no deja huella", sentencia María Corina, sumergiéndose de lleno en el mecanismo de perpetuación de poder de Hugo Chávez. "Podemos demostrar los abusos y los atropellos y los abusos de Chávez en el uso de fondos públicos, en la campaña electoral, en las cadenas que nos pone, en la persecución de la que somos objeto..." pero lograr pruebas concluyentes del fraude electoral es casi una quimera.
Aún así, la opositora no renuncia a ahondar en el tema, inasequible a la idea de que nada se puede hacer ante una lista de mecanismos para dinamitar el proceso electoral casi interminable: "la forma en la que cambian los distritos, el hecho de que no permiten a los jóvenes inscribirse para votar, y tampoco a los venezolanos de Miami, en torno a 23.000 electores".
Machado pide ir más allá: "Tenemos que entender que esto es un sistema perverso que busca legitimarse porque no son mayoría, la mayoría del país no quiere esto".
El gran negocio de la violencia
Si se habla de la situación de Venezuela, resulta imposible eludir uno de los asuntos más preocupantes que la atenazan: la inseguridad y la violencia. María Corina no es ajena a los casi 20.000 asesinatos con los que cerró 2011 el país, ni al incremento de la inseguridad de sus ciudades, que escalan posiciones entre las más peligrosas de todo el mundo.
La opositora encuentra en ello otro de los innumerables motivos para derrocar a Hugo Chávez, dado que la cifra continúa aumentando ante la aparente inmovilidad del régimen. Machado avanza resuelta hacia los terrenos espinosos, y relaciona directamente al Gobierno chavista con el mantenimiento de la violencia: "Estos regímenes dictatoriales usan la violencia como ejemplo del control del país", expone. Y es que, los réditos que, a su entender, saca el mandatario del caos son fundamentales para su mantenimiento: "La violencia contribuye al apaciguamiento de la sociedad" lo cual inmoviliza a la gente "y la disuade de salir a protestar, porque temen por su salud física", explica, relatando ejemplos cotidianos de esta máxima.
Pero, también en esto, María Corina va más allá. "Recordemos que en Venezuela hay 18.000 bandas criminales, 12.000 de las cuales están dedicadas al narcotráfico" que constituye un "gran negocio, cuyos beneficios económicos que se distribuyen son imposibles de controlar", dice, señalando directamente a Hugo Chávez como uno de sus receptores. "Por eso no tiene interés en combatirlo", acusa.
"Esto no es un Estado combatiendo el crimen organizado, es que el crimen organizado se ha infiltrado en las estructuras del Estado", indica, conviriendo el problema en algo que "sobrepasa la órbita local, no es un asunto sólo de Venezuela", asegura Machado. "El problema es que Venezuela se ha ido convirtiendo en el centro de operación del crimen organizado internacional. Y eso es una bomba de tiempo".
A este respecto, tampoco obvia mencionar los vínculos del chavismo con grupos terroristas extranjeros. "¡Está demostrado que ha financiado a grupos contrarios a la estabilidad democrática en América central y América del Sur, e incluso en el Caribe", recuerda con alarma. "Nuestro país se ha convertido en el lugar donde se están centrando [los grupos terroristas] para el desarrollo de tecnologías, de armamento, de grupos irregulares... es ETA, es Hezbolá, es Hamás, es LN, es FARC" enumera. "¿Qué más tiene que pasar para que la comunidad internacional asuma que no pueden seguir legitimando a Chávez?", asevera, con un torrente de indignación en su voz.
Es evidente que para María Corina Machado su labor va más allá de formar parte de un alternativa al chavismo, o conseguir una victoria el próximo 7 de octubre. "Aquí nos estamos jugando la vida, esto no es sólo cambiar un Gobierno que ha fracasado". Por delante quedan 100 días de campaña, ante la que asegura estar más que preparada.