La persecución fortalece la fe. Esto es lo que parece estar ocurriendo en el interior de la China comunista, uno de los países donde más se vulnera la libertad religiosa. En el gigante asiático se está produciendo un florecimiento de la Iglesia, perseguida por el régimen y en constante confrontación a través de la llamada iglesia patriótica, al servicio del Partido Comunista chino.
La difícil situación que viven los católicos provoca que los que mantienen viva su fe lo hagan de manera sincera y comprometida, aun a riesgo de ser encarcelados por ello. Así está ocurriendo durante los últimos años en un fenómeno que las autoridades no están pudiendo frenar pese a su política represiva.
El último dato conocido de la Iglesia en China confirma este extremo y muestra la vitalidad de unos cristianos que quieren florecer en medio de un país que coarta todas las libertades en el interior y vende su imagen en el exterior gracias a su nuevo peso en la política económica mundial.
Oleada de bautizados
Según la agencia Fides, tan sólo durante la vigilia pascual, culmen de la Semana Santa, se produjeron en China al menos 22.104 bautizos. "Hay que tener en cuenta que las cifras no están completas y pueden incrementarse aún más", citan desde la agencia.
Esta estadística se ha podido llevar a cabo gracias a los datos del Study Center of Faith de la provincia china de He Bei. Es muy llamativo que de los datos contabilizados, el 75 por ciento de los nuevos bautizados sean personas adultas. A ellos hay que sumar el resto de bautizos que se celebran durante el resto del año. En la diócesis de He Bei calculan que el número de bautizados se multiplicará por cuatro a final de año.
Pero las dificultades que vive la Iglesia quedan de manifiesto entre los distintos organismos fieles a Roma que están en China. La hermana Liu Guo Shuang, perteneciente a este centro de estudio, arroja más luz y afirma que "aún quedan diócesis y comunidades que no han podido entregar sus datos debido a las dificultades de comunicación".
Comisión en el Vaticano
Mientras tanto, en el Vaticano está reunida la comisión creada por el Papa en 2007 que trata los asuntos que conciernen a la Iglesia en China. Están presentes los distintos dicasterios vaticanos, representantes de las diócesis chinas y de las órdenes religiosas que realizan allí su misión.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede ha informado que en esta comisión se han abordado, entre otros asuntos, temas como la formación de los seminaristas. Éstos son uno de los grupos más perseguidos puesto que el régimen comunista sabe que en ellos estriba el futuro de la iglesia clandestina. Los seminarios son uno de sus objetivos principales. En algunas regiones están ocultos en montañas y zonas aisladas y deben cambiar de lugar muy frecuentemente.
El temor del régimen comunista
En una reciente entrevista, un misionero clandestino relataba la situación que se vive en China y cómo debe entrar al país de paisano y con visado de turista a riesgo de ser expulsado.
Sobre el régimen dictatorial asegura que "el sistema tiene temor a la Iglesia, pues predica la dignidad y la verdad, mensajes que para el sistema son muy peligrosos pues el comunismo es de masa, arrollador, en el que uno no es nada. Las pocas gotas de agua que brotan son de la Iglesia Católica que recoge a los niños abandonados, en un país donde el aborto en tantos casos además de obligatorio es considerado normal".
Por ello, cuenta una experiencia que le ocurrió en un retiro clandestino. "Allí una señora trabajadora en la sanidad me confió que estaba embarazada. Yo le dije que era una alegría. Ella precisó llorando que en el hospital tienen que llevar el control del embarazo y por lo tanto si no abortaba iba a perder su trabajo, pero ella estaba decidida a proteger a su niño". Y es que estas reuniones conllevan un gran peligro para estos fieles. Es lo que le ocurrió a Joseph WangHu, arrestado por hablar de religión a un grupo de personas. "Ahora se encuentra en libertad controlada y tiene que participar en clases de adoctrinamiento político".