Mahmud Ahmadineyad quería darse un baño de masas en Bandar-Abbass, pero no pudo ser. El tirano acudió a la ciudad el pasado 10 de abril, para "acercarse" a sus seguidores, esperando ser recibido por ellos con la habitual idolatría de un pueblo al que tiene asfixiado.
Pero esta vez no fue así, y ocurrió de distinto modo a los grandes paseos triunfales que suele protagonizar. Los rigores de las sanciones impuestas por la comunidad internacional al régimen islámico están empobreciendo precisamente a los sectores más débiles de la sociedad, que ya estaba sumida en la miseria.
Durante su paseo en descapotable por la ciudad, distintos ciudadanos que se desmarcan de la multitud le gritan y suplican. Es el ejemplo de un anciano, que acude el paso del vehículo y dice: "Tengo hambre Ahmadineyad, tengo hambre". En las imágenes se observa cómo el tirano iraní continúa sonriendo y agitando la mano, aunque después parece que le entrega algo al anciano, quizás un bocadillo.
Pero quien realmente consigue aproximarse al líder islámico es una mujer, que sortea la seguridad de la seguridad iraní y consigue subirse al capó y le espeta la misma frase: "Ahmadineyad, tengo hambre". Él continúa impasible. Finalmente la mujer se desliza por el vehículo y desciende de él.