Alejado durante muchos años de la actualidad política peruana, Álvaro Vargas Llosa reapareció poco antes de disputarse en Perú la segunda vuelta electoral entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori a inicios del mes de junio. Lo hizo junto a un grupo de personalidades –entre ellos su padre, el premio Nobel Mario Vargas Llosa–, que decidió apoyar al entonces candidato nacionalista.
Casi seis meses después de la victoria de Humala, a Álvaro Vargas Llosa no le pesa ese apoyo. Lo hizo, dice, después de que el nacionalista cambiara sus planes originales y pasara del documento titulado como "La gran transformación", temido por muchos por sus puntos casi extremistas y muy cercanos al chavismo, a la "Hoja de ruta" que aterrizaba mucho más a la realidad peruana.
Según Álvaro, aquel "fue un momento fronterizo en la historia reciente del país" por lo que tuvo que elegir entre que "la democracia precaria, frágil y bastante tierna que teníamos sucumbiera otra vez" (en el caso de que ganara Keiko Fujimori) o por el contrario "que el sector más enemistado con el modelo económico vigente entonces y vigente todavía se acercara a este modelo mucho más gracias a la figura de Ollanta Humala". Eso sí, "en la medida en que había hecho, creo yo con bastante coraje, un aprendizaje importante" al transitar "del populismo y nacionalismo en su vertiente más antimercado hacia políticas mucho más compatibles con el modelo vigente". Con esto, según Vargas Llosa, "se abría para el Perú una magnifica oportunidad" ya que con Humala "todo un sector de la izquierda peruana podía terminar de afianzar el consenso nacional con respecto a lo mejor de ese modelo".
Por eso, el coautor del reconocido "Manual del perfecto idiota latinoamericano" cree que meses después "esas cosas se han confirmado" ya que "por un lado no hay duda de que la democracia se ha preservado" y por el otro "hay hoy un consenso muy grande sobre la necesidad de preservar el modelo económico". Cree que "eso es un gran progreso para el país porque si mantenemos lo mejor de este modelo por unos años más creo que para el salto definitivo al desarrollo va a ser muy importante".
La clave para el cambio de opinión
La presentación de la "Hoja de ruta" fue sin duda un paso más que importante para el triunfo de Humala. Sus asesores así lo creyeron y lo cierto es que lograron que varias personalidades lo apoyaran en un acto escenificado en Lima poco antes de la segunda vuelta. Ese paso fue clave: "Sin la menor duda –apunta Vargas Llosa–, jamás hubiéramos apoyado lo que se llamó la Gran Transformación ya que el programa económico que se presentó era incompatible con el desarrollo". Y es que Humala de 2011 no era el mismo que aquel de 2006 que vestía camiseta roja al mismísimo estilo chavista: "El propio candidato tenia una temperamento y actitud distinta". El cambio fue claro y es por eso que "en la segunda vuelta se produce algo importante y es que el candidato presenta un compromiso que lo aparta, a mi modo de ver de un modo definitivo, de una cierta orientación económica". "Era muy importante que él nos diera una demostración de evolución en el pensamiento y en la perspectiva y eso lo hizo en la Hoja de Ruta y por eso aceptamos ser como se dice pomposamente, como avales de ese compromiso", recuerda.
El hecho es que en poco más de cinco meses, Humala ya ha sufrido su primera crisis de Gobierno. Para muchos pudo haber sido incluso provocada para hacer un cambio de nombres que le permitan tener más control de su Gabinete. Y ese primer grupo de ministros tuvo una intención: contentar a todos. Vargas Llosa cree que "aunque la intención era impecable, es decir tener un gabinete de ancha base muy representativo de las diferentes sensibilidades que había alrededor de él, en la práctica lo que terminó ocurriendo era que había no uno, sino varios gabinetes con ministros que respondían a grupos políticos ajenos al Gobierno". Por eso ve que ahora "la idea es tener un gabinete tener mucho mas cohesionado que responda más directamente a la órdenes del presidente y que trasmita al país también la sensación del principio de autoridad".
En esto último, mucho tiene que ver el conflicto en el departamento de Cajamarca donde sus autoridades, muy cercanas a la izquierda más radical, impulsaron una huelga contra un proyecto minero, que acabó con la decisión de Humala de decretar el estado de emergencia pese a que días antes aceptó paralizar dichos planes. "Con la crisis de Cajamarca se dio la impresión de tener contradicciones dentro del gabinete. (...) Me parece que ahora hay una mayor claridad, una mayor cohesión y además se trasmite un mayor orden y eso no es incompatible sino en cierta forma indispensable para las políticas de inclusión social que él quiere seguir", dice el también politólogo peruano.
En contra de las etiquetas
Cuando ocurrió el cambio de Gabinete, algunas voces apuntaron a que Humala se alejaba de la izquierda y que además se trataba de un Gobierno algo más "militarizado". Álvaro lo matiza: "Hay distintas izquierdas. Lógicamente hay una mucho más troglodita, más anclada en el pasado, mucho más cercana en su visión de las cosas a las corrientes populistas autoritarias de América Latina" pero aclara que "hay otra izquierda mucho más moderna, o mucho más liberal de alguna forma, y esas dos izquierdas estaban ahí conviviendo difícilmente". Antes, dice, "había una presión desde la izquierda radical, sobre todo desde Cajamarca, que agudizaba la dificultad de este convivencia" y ahora "se ha creado un escenario en que hay una izquierda moderna que va a seguir colaborando" y recuerda que "en el gabinete hay por lo menos cuatro o cinco personas que se consideran de alguna forma u otra gente de izquierda".
En cuanto a la acusación de militarización, Vargas Llosa opina lo contrario: "Hay que tener cuidado cuando se emplea el lenguaje. La militarización no la veo por ninguna parte, sí veo orden, veo autoridad". Recuerda que en este gabinete hay menos exmilitares que en el anterior y agrega que "ahora hay una situación interesante y es que tanto la cartera de Interior y como la de Defensa están en manos de civiles". En este asunto es inevitable recordar la influencia de Vladimiro Montesinos sobre Alberto Fujimori, época en la que "la cúpula respondía directamente a un asesor que finalmente era el que tenia el poder de decisión real de lo que pasaba ahí".
Pero esa acusación de "militarización" no vino en un principio desde sectores opositores sino desde uno de los aliados de Gobierno de Humala: el expresidentes Alejandro Toledo. Aunque critica esa opinión, Vargas Llosa reconoce que "él ha revisado esa opinión y se ha dado cuenta que fue precipitada". Además, apunta que "es en este momento donde mejor puede colocarse él, desde el punto de vista de servicio al país, desde una cercanía o una amistad desde luego vigilante no incondicional ". "Ya tendrá oportunidad en el futuro –dice–, cuando prepare su candidatura, de tomar la distancia conveniente por razonas de independencia frente al gobierno".
En contra de un indulto a Fujimori
En las últimas semanas, además de los conflictos sociales que han paralizado algunas regiones, en el Perú no se habla de otra cosa que del posible indulto a Alberto Fujimori. Álvaro Vargas Llosa lo tiene bastante claro: "Mi opinión es contraria, yo creo que sólo en caso de que él sufriera una enfermedad terminal podría concedérsele el indulto, cosa que es perfectamente razonable desde el punto de vista humanitario". Pero aclara que "él no está con una enfermedad terminal" y recuerda que "tiene además unas facilidades en la cárcel que no goza ningún otro preso en el Perú como recibir visitas 24 horas al día". Son justamente esas visitas las que más critica: "Tienen por lo menos parcialmente una motivación política y mi impresión es que sigue operando políticamente desde la cárcel".
Para él, el plan viene de lejos: "Ellos (los fujimoristas) estaban convencidos de que iban a ganar la elección y el proyecto era sacarlo de la cárcel automáticamente y en cierta forma delegarle el ejercicio real del poder para esta etapa de Gobierno". Ahora, "como eso no sucedió, han optado por la otra vía, que es crear una presión de opinión pública, que haga a Humala casi inevitable tomar la decisión de liberarlo" y hace notar que "los pedidos de indultos se han multiplicado a medida que se acercaba la Navidad". Pero lo tiene bastante claro al señalar que "poco a poco va quedando en evidencia la campaña y lo que está detrás de eso poco tiene que ver con el sentimiento de nobleza o humanitario, y más bien mucho más con una operación política".
Confianza en el Perú
Álvaro Vargas Llosa vive hace mucho tiempo fuera del Perú. Eso no le ha impedido estar pendiente de su país y visitarlo cada vez que le es posible, la última, en estas vacaciones navideñas. Desde su "base" de Washington DC, y a través de sus viajes y lecturas, tiene clara cuál es la imagen del Perú desde el exterior, tanto a nivel político como, sobre todo, a nivel económico: "La visión que se tiene del Perú es muy positiva".
Este punto tiene mucho que ver con la situación a nivel mundial y sobre todo el marco que vive gran parte de los países desarrollados: "Los capitales están buscando oportunidades más allá de esas fronteras y en América Latina hay un escenario relativamente atractivo y dentro del contexto latinoamericano el Perú es especialmente atractivo". Detalla además que la perspectiva de inversiones es "más o menos de 45.000 millones de dólares", algo que era "impensable hace poco tiempo en el Perú". Pero también es prudente: "Es verdad que las malas noticias esporádicas repercuten como lo ocurrido en Cajamarca. Por eso es importante tratar de resolver estos conflictos de un modo inteligente y eficaz para que no vaya deteriorándose esa imagen o ese atractivo". En lo estrictamente político, apunta, "hay también una valoración por lo que ha sido la experiencia democrática de los últimos años y que ahora se ha preservado".
Él ve con optimismo el futuro del Perú: "Vamos a ir por buen camino" aunque cree que "los niveles de crecimiento económico o su ritmo se van a desacelerar un poco" y menciona la marcha de China como de vital importancia: "Mientras China, que hoy es el primer interlocutor comercial del Perú, se sostenga, creo que se va a sostener en general y no veo la posibilidad de una desaceleración muy precipitada"
Una pregunta recurrente, también para él
Mario Vargas Llosa es toda una personalidad a nivel mundial y muchas veces –sobre todo cuando vuelve al Perú– recibe la misma pregunta arrebatada de Zavalita en su brillante obra "Conversaciones en la Catedral": ¿Cuándo se jodió el Perú?
Algo parecido le pasa –aunque es verdad que en mucha menor medida– a Álvaro por su oportuno ensayo "Manual del perfecto idiota latinoamericano" del que es coautor junto a los siempre lúcidos Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Alberto Montaner: ¿Aún existen muchos perfectos idiotas latinoamericanos?
Para responder no puede evitar hablar de Cuba y Venezuela: "Van siendo menos gracias al fracaso de la revolución cubana y al deterioro enorme de la situación en Venezuela". "Antes –apunta–, gracias al petróleo sobre todo, se tenía la sensación de que la radicalización populista y el autoritarismo populista eran compatibles con el crecimiento y distribución social" pero la realidad actual es que "los niveles de deterioro económico en Venezuela son gravísimos y el país está realmente pauperizándose" y eso, aclara, "está teniendo un efecto ideológico".
Todo esto, concluye el también escritor, "está vacunando a muchos latinoamericanos contra la tentación de la idiotez política y, aunque es trágico para los venezolanos, si hay algo positivo de esa experiencia es que ha acabado de confirmar algo que ya la historia de la última mitad del siglo XX nos había comprobado: que el modelo populista latinoamericano sólo conduce a la pobreza y al fracaso".