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Muñoz Molina responde en El País al "tranquilo jubilado" Rodríguez Ibarra

Antonio Muñoz Molina responde a las quejas pronunciadas por Rodríguez Ibarra sobre la propiedad intelectual, a la que comparó con una maleta de ruedas o una fregona. El escritor toma prestados los argumentos del socialista, y ridiculiza todo su argumentario "jubilado".

En una tribuna en El País, el ex presidente de la Junta de Extremadura, expresaba su descontento por tener que comprar todas las canciones de un disco aunque solo le gustase una de ellas. Comparaba esta situación con la de ir a una frutería, y que el dependiente quisiera venderle, además de las naranjas que ha pedido, melones y manzanas. A raíz de ahí, Ibarra desarrollaba su crítica hacia el actual sistema de derechos de autor y hacia los artistas que se quejaban del mismo.

El académico de la lengua Muñoz Molina da respuesta este jueves, también en El País, a el afrutado argumentario del ex presidente autonómico. En un artículo titulado "Parábola de Rodríguez Ibarra y las naranjas" lleva hasta el límite los razonamientos de Ibarra a fin de evidenciar su simplismo.

"A Rodríguez Ibarra sólo le parece bien pagar por aquello que efectivamente se lleva. Quizás el frutero debería descontarle de las naranjas el peso de las cáscaras, o de las semillas, porque éstas no suelen ser comidas" reflexiona Molina. Pero las críticas van más allá: "Como el señor Rodríguez Ibarra fue durante tantos años presidente de la Junta de Extremadura, podría uno preguntarse si no se le habría debido descontar de su sueldo, que imagino generoso, la parte de su vida no exactamente dedicada al bien de los ciudadanos. Sus horas de sueño, o de asueto, o aquellas que dedicó a comidas oficiales de grato recuerdo, pero tal vez de insuficiente resultado práctico".

Y es que no pasa por alto la reiterada mención de Muñoz Molina a la condición política de Ibarra y de sus estatus de jubilado, que cita no pocas veces en su réplica: "Todo esto sin mencionar que el señor Rodríguez Ibarra ahora se encuentra jubilado y con tiempo suficiente para comprar fruta y dar largos paseos y mirar estatuas en las plazas e iluminarnos sobre la sociedad de la información y, sin embargo, sigue cobrando una paga que imagino digna, a pesar de que ya no dedica sus desvelos al bien de su comunidad y, por extensión, de todos nosotros".

Muñoz Molina trata de demostrar a Ibarra lo absurdo del argumento que enarbola de "pagar solo por lo que quiero", y confiesa que a él también le gustaría ser "tan selectivo": "Me gustaría no pagar con mis impuestos, indiscriminadamente, a toda la innumerable casta de los políticos españoles, retirados y en activo, sino tan sólo a aquellos que me parecen honrados, o que no practican la más barata demagogia. Modestamente, sin que nadie me haya pedido permiso, contribuyo a la pensión del señor Rodríguez Ibarra, y hasta habrá una parte ínfima de mis ingresos que haya derivado hacia esas ya célebres naranjas, o hacia la adquisición de ese disco del maestro Sabina que el señor Rodríguez Ibarra no quiere comprar completo" asegura.

Entre otras cosas, Molina también recupera otra de las quejas expresadas por el socialista, en las que ironizaba con el posible hecho de que la SGAE le cobrase por sentarse en un banco y mirar una estatua, en virtud de los derechos de propiedad. Al hilo de esto, le transmite al "tranquilo jubilado" de que no va desencaminado: " Hay que pagar, no obstante. Impuestos. Por sentarse en el banco, porque haya una estatua hacia la que mirar y por tener un pavimento adecuado para que puedan caminar por él sin peligro las personas jubiladas o no, y para que exista una policía que, en caso de que un escéptico sobre los derechos de propiedad quisiera robarle con malos modos al señor Rodríguez Ibarra sus dos kilos de naranjas, persiga al delincuente".

"Los bancos, las estatuas, los parques, la seguridad, no son bienes gratuitos. Son tan caros de mantener como todo lo que damos por supuesto sin reflexionar sobre su valor, como la sanidad pública o la educación pública; y como la clase política a la que pertenece el señor Rodríguez Ibarra. Y si esos bienes existen es gracias a algo de lo que dicho señor ya está disculpado, el trabajo".

"No hay nada valioso que no sea fruto del trabajo de alguien. El señor Rodríguez Ibarra duda de que el derecho a la propiedad intelectual sea de izquierdas. Cabría preguntarle si, como socialista, considera que el trabajo merece o no ser remunerado con justicia" remata Muñoz Molina.
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