En París, en Bamako, en el Líbano… como es lógico los ataques perpetrados por terroristas en cualquier lugar del mundo son considerados terrorismo por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, en cualquier lugar… menos en Israel.
Al menos es lo que se desprende de los comunicados que el Ministerio hace públicos en su propia web, en los que expresa la posición de la diplomacia española sobre acontecimientos de actualidad internacional.
En ellos, y sólo en lo que llevamos de mes de noviembre, el departamento que dirige José Manuel García-Margallo condena los "ataques terroristas en Somalia" que se produjeron a finales de octubre; el "atentado terrorista en Beirut" perpetrado el día 12; "los abominables atentados terroristas" de París y; los "atentados terroristas perpetrados" en Nigeria los días 17 y 18; y, finalmente, el "ataque terrorista en hotel de Bamako" que se produjo el pasado viernes.
Sin embargo, cuando los atentados tienen lugar en Israel el tratamiento es diferente, ya no son atentados –en su lugar se habla de "ataques con arma blanca" y la palabra "terrorista" no aparece en ningún punto del comunicado. Además, se mezclan en una única cuenta a las víctimas de los ataques y los terroristas que son abatidos al perpetrarlos.
Por si fuera poco, el texto del departamento de Margallo incide en el argumentario más afín a sólo una de las partes en conflicto, precisamente la que perpetra los atentados: habla de "ola de violencia" y de "recuperar la esperanza en una solución política" al contencioso entre israelíes y palestinos.
No es la primera ocasión, ni mucho menos, en la que el Ministerio de Exteriores se posiciona claramente a favor de la parte palestina, situando por tanto a España en una situación en la que difícilmente puede tener ninguna influencia en la resolución del conflicto ni, mucho menos, ser reconocido como árbitro. De hecho, durante el pasado mes de octubre se emitió un insólito comunicado que fue muy criticado por su desconexión con la realidad y por su tratamiento igualmente suave del terrorismo.
Llama poderosamente la atención que un país que ha sufrido de forma tan intensa el terrorismo como España se resista a calificar como tal actos inconfundiblemente terroristas porque no se atenga a una cuestionable agenda exterior o porque se mate con armas blancas en lugar de con kalashnikov.