Centenares de miles de personas se echaron este domingo a las calles de todo Egipto para protestar contra el mandato del islamista Mohamed Morsi. Las calles de El Cairo, congregaron a un número de gente sin apenas parangón desde la revolución que desbancó del poder a Hosni Mubarak, en febrero de 2011.
Cientos de miles de personas recuperaron los lemas que acabaron con Mubarak y gritaron "Fuera" o "El pueblo quiere la caída del régimen" de Morsi, en la icónica plaza Tahrir y frente al palacio presidencial de Itihadiya.
No muy lejos de ese palacio, en el barrio de Ciudad Naser, una multitud de seguidores islamistas reivindicaron por tercer día consecutivo la legitimidad del mandatario, elegido en los primeros comicios presidenciales democráticos hace un año. Con estas y otras manifestaciones en las principales ciudades se forma el retrato de un país dividido, donde los llamamientos al diálogo como el que hoy realizó la Presidencia son poco más que un brindis al sol.
Quienes no participaron en las marchas -comercios y empresas cerraron sus puertas, como si de un día festivo se tratase- siguieron por televisión todo lo que sucedía, encerrados en sus casas por temor a un estallido de violencia que, por fortuna, no se produjo.
La mejor noticia fue el ambiente festivo y mayoritariamente pacífico que reinó en las protestas. Pese a ello, se registraron siete muertes: un joven de 22 años falleció en la ciudad de Beni Suef, al sur de El Cairo, en un ataque de desconocidos contra opositores, mientras que otra persona falleció en enfrentamientos frente a la sede del partido gubernamental en la ciudad meridional de Asiut.
Además, cientos de incontrolados se dirigieron a la sede central de los Hermanos Musulmanes en El Cairo, contra la que lanzaron cócteles molotov, que causaron pequeños incendios en las instalaciones, de acuerdo con testigos.
La violencia, sin embargo, no fue la regla. Por un día volvieron a Tahrir familias, mujeres, niños, estampas más habituales en la revolución de 2011 que durante la tumultuosa transición que ha llevado al país a una polarización sin precedentes.
"Morsi nos ha hecho odiarnos los unos a los otros. Nos ha hecho pelearnos en el trabajo, en la calle, y todo en nombre de la religión. Encima, trata a la oposición de minoría, la menosprecia. Pues por eso estamos aquí, para decirle que somos una mayoría", declaró a Efe la funcionaria Hala Zidan Ali, mientras agitaba una bandera.
En pocas ocasiones se habían visto antes tantas banderas egipcias al viento como hoy. Con ese gesto, los manifestantes querían dejar claro que su oposición a Morsi obedece más a un sentimiento patriótico y colectivo que a los cálculos tácticos de los partidos, que continúan a rebufo de la sociedad civil.
"Estados Unidos y Europa tienen que saber que los partidos opositores no guían a la calle egipcia. Quien lidera la escena es el pueblo egipcio, que es quien tiene la primera y la última palabra", dijo a Efe Mohamed Abdala.
Morsi, dispuesto a dialogar
La Presidencia egipcia, en su única reacción oficial a las masivas protestas, destacó hoy que "el diálogo es la única vía" para salir de la crisis. En rueda de prensa, el portavoz de la Presidencia, Ihab Fahmi, afirmó que Morsi está dispuesto a dialogar, ya que esa "es la única vía de conseguir un acuerdo nacional" que permita superar las diferencias.
Asimismo, negó que vaya a haber cambios en el Gobierno del primer ministro, Hisham Qandil, o un hipotético traspaso del poder a las fuerzas armadas egipcias.
Frente a ellos, el Frente de Salvación Nacional, que agrupa a los líderes de la atomizada oposición, instó a los egipcios a que continúen las protestas y las acampadas hasta que Morsi se marche.
Como a nadie se le escapa que las posibilidades de que el presidente decida dimitir y convocar elecciones de forma voluntaria son escasas, muchos manifestantes fiaron en el ejército las posibilidades de que éste obligue a Morsi a renunciar. "¡El ejército y el pueblo son una mano!", entonaron muchos en Tahrir y frente al palacio presidencial.
Pero este lema ha abierto nuevas heridas entre quienes no quieren oír ni hablar de un Gobierno militar y quienes creen que el ejército es la única institución capaz de tomar las riendas del país en este momento. En cualquier caso, el cómo era hoy lo menos relevante. El grito que resonó en la mayoría de calles egipcias fue sencillo: "¡Fuera!"