Las tres ciudades cubanas visitadas en estos últimos días por el papa Francisco –La Habana, Holguín y Santiago–, fueron testigos de la fuerte represión que ejercen las fuerzas de seguridad de la dictadura cubana contra opositores. En la capital cubana ocurrió mientras uno de ellos se acercó al papamóvil que trasportaba al Pontífice. En total se calcula que más de 100 fueron detenidos y hasta este martes no se sabía el paradero de muchos de ellos.
Las solicitudes para que el Papa tuviera algunos minutos con disidentes llegaron de muchos frentes, como las Damas de Blanco en el exilio, quienes pidieron además que reconociera que en la isla existían "presos políticos". Sin embargo, nada de esto ocurrió. Por el contrario, después de la multitudinaria misa realizada en la Plaza de la Revolución, el Papa sí pudo trasladarse a la casa del dictador Fidel Castro el pasado domingo, en su primera jornada completa en La Habana. Una visita en la que ambos se intercambiaron regalos y que se desarrolló, según el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, en un ambiente "muy familiar e informal". También se reveló que hablaron sobre "temas de la problemática mundial de hoy" pero ni una palabra acerca de las grandes dificultades que padecen los opositores en Cuba.
Esta situación causó mucha decepción e indignación entre la disidencia. El bloguero Yusnaby Pérez señaló a Infobae que "Francisco se interesó por conversar con los opresores y no con los oprimidos. Con los mismos opresores que prohibían la religión hace 20 años". Otros no ven coherente que el Papa se muestre a favor de la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU y que por otro lado no haga mención en sus discursos ni a la disidencia ni a los derechos humanos. La propia Berta Soler mostró a Es la Tarde de Dieter su deseo de que Francisco pida "respeto a los derechos humanos, verdad, justicia y libertad".
Preguntado sobre el tema, el Papa dijo a los periodistas que viajaron de Santiago de Cuba hasta Washington DC que "estaba bien claro que yo no iba a dar audiencias (…) No estaba prevista ninguna audiencia con los disidentes ni con otros". Además, apuntó que "de la nunciatura se hicieron llamadas telefónicas a algunas personas que están en ese grupo de disidentes y se les comunicó que yo con gusto, cuando llegara a la catedral, los saludaría. Eso sí existió, pero como ninguno se identificó como tal, yo no sé si estaban o no estaban".