Los discursos de Nicolás Maduro siempre ofrecen novedades por sus numerosas acusaciones, ataques contra la oposición, ocurrencias y hasta declaraciones que rozan el humor. Pero hay un denominador común en casi todas sus intervenciones y también la de varios de sus colaboradores: la constante referencia a un supuesto golpe de Estado o a un magnicidio.
Según el chavista, la oposición tiene un plan: organizar un golpe de Estado o un magnicidio auspiciado por Estados Unidos. Hace algunas semanas, incluso llegó a pedirle a Barack Obama que detenga ese proceso golpista, o lo que también llamó "la locura del Gobierno de los EEUU contra Venezuela". Incluso mencionó un eje Madrid-Bogotá-Miami formado para mantener una "conspiración permanente" y desde donde se difunden mentiras sobre su país y su Gobierno, lo que tendría el visto bueno de la oposición venezolana, es decir de la Mesa de la Unidad Democrática.
Pues bien, Maduro se ha encargado de encarcelar a dos de los tres firmantes del supuesto acuerdo para un golpe de Estado. Lo hizo con Leopoldo López hace poco más de un año y el jueves pasado con el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma. El destino de ambos parece ser el mismo ante el total control del chavismo de la justicia venezolana. La tercera persona es María Corina Machado quien para muchos podría ser la próxima víctima de Maduro e incluso se dice que ya tendría una orden de captura en su contra.
El hecho es que no deja de mencionar el supuesto golpe de Estado o magnicidio, pero por ahora no ha aportado ningún tipo de pruebas y sólo se ha basado en versiones fantásticas construidas para tal efecto. Y no han sido pocas menciones. De lo que nunca ha hablado es de informes que apuntaban, con datos concretos, a la amenaza real de un golpe forjado desde dentro del ejército bolivariano.
Según el canal de noticias colombiano NTN24 –varias veces censurado por el régimen chavista– desde que tomó posesión en diciembre de 2012, es decir, unos meses antes de la muerte de Hugo Chávez, Maduro denunció 16 veces esos intentos, culpando no sólo a la oposición y Estados Unidos, sino también a Colombia. Es una cifra pequeña comparada con las 63 veces que lo hizo Chávez aunque en 14 años de Gobierno.
La primera de estas acusaciones fue el 23 de enero de 2013 al hablar de grupos infiltrados que pretendían matarlo a él y a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional. Hace poco más de un año, cuando comenzaron las protestas estudiantiles en contra de su gobierno, Maduro dijo que había "desarticulado un atentado contra la democracia, contra la estabilidad de nuestra patria" y agregó que se trataba "de un intento de utilizar a un grupo de oficiales de la aviación militar para provocar un hecho violento, un atentado, un ataque".
Otras fechas recordadas por NTN24 son: el 6 de febrero de 2013 dijo que sicarios enviados por la derecha salvadoreña querían asesinarlo; el 6 de abril del mismo año acusó a Henrique Capriles como uno de los que querían acabar con su vida; el 3 de mayo señaló a Álvaro Uribe como uno de los que planeaba un magnicidio desde Bogotá y Miami; el 31 de julio nuevamente se refirió a Uribe, Roberto Micheletti y un delegado de Posada Carriles, acusándolos de planear su asesinato; el 30 de mayo de 2014 dijo que Colombia planeaba inocularle un veneno para matarlo lentamente. Esto, son apenas 5 de las acusaciones que lanzó en sus diversos discursos.
De lo que no hay duda es que los chavistas, y en particular Maduro, tienen una manía persecutoria manifiesta, un cuadro en el que siempre se ven amenazados por factores externos que quieren hacerles daño. En parte utilizan este argumento para desviar la atención de los ciudadanos que aún los apoyan pese a sus constantes quejas por la falta de productos de primera necesidad y las largas colas para conseguir alimentos.