Aunque parecía ir en serio, la apertura de Cuba a la iniciativa privada hace aguas. Tres años después de que Raúl Castro anunciara la legalización del trabajo por cuenta propia, son pocos los cubanos que mantienen los negocios que se lanzaron a abrir ante este teórico impulso a la actividad económica no estatal. "Un 20% ha tenido que devolver las licencias porque les era absolutamente imposible seguir adelante con su actividad. Y no por quiebra, sino por la represión del Estado" ha explicado Manuel Costa Morúa, representante del partido socialdemócrata de la isla.
En una rueda de prensa en la Asociación de Iberoamericanos por la libertad, en Madrid, el también portavoz del Arco Progresista ha detallado esas cifras "de las que el Gobierno cubano no habla" y que, en su opinión constatan no sólo el fracaso de la iniciativa, sino el agravamiento general de la situación económica en el país.
El cerrojazo a los cines en 3D es sólo el último de los ejemplos. Raúl Castro ha decretado el cierre de todas estas salas que florecieron como negocios autónomos, aunque ha negado que suponga un retroceso de la actualización de modelo económico. "Nos lo esperábamos", aseguró Morúa, que constató que en este caso se trataba de un medida puramente ideológica, ya que el régimen acusaba a los exhibidores cubanos de privilegiar la proyección de filmes estadounidenses.
Según las cifras oficiales hechas públicas por el Gobierno, el número de trabajadores autónomos creció de 157.000 a 442.000 en estos últimos tres años, cifra que rechazan desde la oposición. "Se ha obligado al cierre forzoso de la mayoría de esos negocios", explica Morúa "especialmente a los dedicados a la venta de ropa, que ocupaban el 60% de la actividad económica individual". El opositor acusa a Castro de elevar la presión fiscal sobre los pequeños negocios con "impuestos confiscatorios y represión directa" además de "no generar estímulos para que los que se dedican a los negocios puedan realizar compras mayoristas", explicó.
Morúa aludió al "débil marco jurídico" que abarca este tipo de iniciativas por cuenta propia, que además de desincentivar la inversión, continúa dejando en manos del poder la decisión de quién es apto para iniciar una actividad económica, estableciendo unos impuestos arbitrarios.
En opinión de Morúa, todo ello ha contribuido a un debilitamiento económico cada vez más preocupante. "Ahora dependemos aún más del exterior, de las ayudas no desinteresadas de Venezuela, y sobre todo las remesas de familias de cubanos que viven en países como España o EEUU", explica. Estos últimos proveen las remesas al país con 5.1 billones de dólares, "una cifra muy inferior a los 4,1 billones que consigue el Estado con el turismo o la venta de productos como medicamentos o azúcar", detalla.
"Al final, lo que ocurre es que al Gobierno no le interesa que se genere clase media", argumentó Morúa, pero "está obligado a tomar medidas de este tipo por la presión de los inversores extranjeros, que exigen mejoras para desarrollar sus proyectos en la isla", aseguró. En este marco incluyó también la reciente supresión de la doble moneda, que en su opinión "no se podrá realizar, porque sólo hay voluntad, pero ninguna de las monedas tiene respaldo".
Pobreza y fragmentación
El representante de la socialdemocracia cubana aseguró que, en la actualidad "Cuba tiene la peor vertiente del capitalismo con la peor variante del autoritarismo latinoamericano" lo que está llevando al país, bajo mandato de Raúl Castro, a "empezar un camino que están terminando muchas naciones latinoamericanas: aumento de la pobreza, de la pobreza extrema, racismo y fragmentación social. Es un callejón sin salida", aseguró.
En su opinión, los teóricos gestos aperturistas de la dictadura sólo responden a la "presión internacional" y sus efectos son limitados. "No sólo no ha habido pasos para no favorecer una transición democrática, sino que se ha lanzado a paralizar todos los esfuerzos que lleven a ella", aseveró.
En referencia a la suavización de condiciones migratorias aprobada por Castro, Morúa señaló que se trata sólo de un "daño colateral" que Cuba tuvo que aceptar frente a unos socios como Brasil, que le exigían "gestos para apoyarles en la comunidad internacional". "La única coherencia para un proyecto país en Cuba es una apertura política que acompañe a una apertura económica"
Transición democrática
A pesar de todo, Morúa se mostró levemente optimista en lo que respecta al futuro de la isla. "Cuba está cambiando, es un hecho real, pero no como resultado de una estrategia ciudadana para ir hacia la democracia", sino como "una especie de mutación social", señaló.
El portavoz de Arco Progresista apostó por "una estrategia de consenso" entre todos los demócratas cubanos, que desemboque en una "nueva Asamblea Constituyente". Aunque no quiso dar plazos, Morúa dejó claro que debería producirse "antes de cinco años, que es un plazo muy largo" y que ya se estaban produciendo "muchos pasos" en este sentido.
En lo tocante a la muerte de Oswaldo Payá, el opositor se desmarcó de las voces que consideran el accidente sufrido por el disidente como "un asesinato". "No me sumo a esa tesis", señaló, " porque no creo que haya evidencias claras que apunten a un plan del Estado para asesinar a Oswaldo Payá". Asismismo, señaló que su muerte responde más bien a "la incapacidad y la falta de profesionalidad de los servicios de inteligencia cubanos, que venían siguiéndolo y no fueron capaces de controlar el acoso al que estaba sometido".