El legado de Hugo Chávez y sus lugartenientes se está mostrando ahora en su versión más realista y dramática. El país está sumido en el caos y las carencias son básicas. De hecho, hace escasos días se informaba de que Venezuela se había quedado sin papel higiénico.
La situación límite ha provocado igualmente un suceso poco común y que afecta de manera directa a la Iglesia Católica y al punto central de su vida religiosa: la liturgia. De hecho, la falta de todo tipo de productos ha dejado al país sin vino para poder celebrar Misa.
Este hecho ha provocado que la Conferencia Episcopal de Venezuela haya tenido que emitir un comunicado para solventar un asunto que parece baladí pero que afecta de manera directa al día a día de la Iglesia.
En el texto del órgano de los obispos se habla de la "extrema necesidad" para encontrar el vino adecuado y válido para poder ser consagrado en la Eucaristía. Igualmente, el comunicado explica la dificultad de importar este producto por la "falta de divisas" y por último hace una serie de recomendaciones a obispos y sacerdotes para poder sortear este hecho sin precedentes.
Falta de divisas y de productos básicos
El comunicado está firmado por tres obispos venezolanos y en cinco puntos explica la problemática y las soluciones temporales ante una situación generalizada en el país que deja en evidencia una vez más al chavismo.
En este sentido, aseguran que "Industrias Pomar, la fabricante de vino Ecclesia, que está autorizado en Venezuela para la celebración de la Eucaristía, no puede garantizar la producción constante y distribución regular por falta de algunos insumos para embotellar dicho producto".
En segundo lugar, prosiguen los obispos, la ausencia de vino es "debido a la dificultad de obtención de divisas por parte de los agentes importadores para traer vino de misa de otros países".
El tercer punto pasa a ser una recomendación al resto de obispos del país. El punto 322 de la Instrucción General del Misal Romano afirma que "el vino para la celebración eucarística debe ser del ‘producto de la vid’, natural y puro, es decir, no mezclado con sustancias extrañas". Por todo ello, la Conferencia Episcopal sugiere que "de ser imposible la obtención del vino para misa certificado por otra Conferencia Episcopal, se use vino que sea lo más puro y natural posible". De este modo, descarta vinos edulcorados, espumosos y aromatizados.