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Estonia da una lección de Historia a los podemitas que no condenan el comunismo

El ministro de Justicia del país báltico carga contra quienes se niegan a censurar los crímenes de la URSS. 

El ministro de Justicia del país báltico carga contra quienes se niegan a censurar los crímenes de la URSS. 
El gobierno de Estonia, en tromba contra Syriza y los eurodiputados de Podemos | Pixabay/CC/alarlukmaa

En 2009, el Parlamento Europeo declaró el 23 de agosto como el Día en Memoria de los Crímenes del Estalinismo y el Nazismo. Ocho años después, la presidencia rotatoria de la Unión Europea, en manos del gobierno de Estonia, ha decidido organizar una conferencia comunitaria sobre esta materia.

Pese a las atrocidades cometidas por comunistas y nacional-socialistas, el evento no ha sido acogido con entusiasmo por la extrema izquierda. Por un lado, el gobierno de Grecia, en manos de Syriza, decidió boicotear el evento, rechazando la invitación a participar en el mismo. Por otro lado, el grupo parlamentario de Podemos, Izquierda Unida, EH Bildu y ANOVA también ha criticado con dureza la cumbre y ha pedido la cancelación de este tipo de eventos.

Pero el gobierno de Estonia no se ha quedado de brazos cruzados. La respuesta ha llegado en forma de carta, con una misiva remitida a Atenas por el ministro de Justicia del país báltico, Urmas Reinsalu. A continuación recogemos los fragmentos más interesantes de la misma:

No pretendemos entrar en un gran debate sobre la historia de Europa en el siglo XX. Esa tarea le corresponde a los expertos: historiadores, juristas, filósofos, politólogos… Nosotros somos políticos. Nuestra tarea es proteger los valores y las virtudes de nuestra sociedad, entre los que hay principios irrenunciables como los derechos humanos, la democracia o el imperio de la ley. Y, en la medida en que el nazismo, el fascismo o el comunismo niegan esos principios, no podemos hacer otra cosa que oponernos a esas ideologías y movimientos políticos.

El nazismo y el comunismo se arrogaron el derecho a aplastar países y sociedades, todo en nombre de un futuro utópico que nunca llegó. Millones de personas fueron oprimidas para ser "reeducadas". Otros muchos millones sufrieron la miseria más abyecta. Y, por supuesto, también fueron millones los que fueron desplazados o asesinados.

Como ministros de Justicia, debemos ser especialmente contundentes a la hora de condenar los crímenes contra la humanidad. Nuestra labor más esencial es la de salvaguardar el correcto funcionamiento de las leyes y la justicia. Toda persona, con independencia del color de su piel, de su nacionalidad, de su empleo o de su estatus socioeconómico, tiene derecho a vivir en dignidad, en el marco de un Estado democrático capaz de garantizar el imperio de la ley. Pero las dictaduras del nazismo, el fascismo y el comunismo han robado esos derechos a millones de personas. Muchas veces, esa opresión no se ceñía solo al país de origen de la tiranía en cuestión, sino que se extendía a otras naciones conquistadas, subyugadas y sometidas.

No hace falta ser un historiador para saber lo que ocurrió en Grecia durante la ocupación nazi. Obras como "La mandolina del Capitán Corelli", Louis de Bernières, han sido traducidas al idioma de mi país y han conmovido a miles de compatriotas. Del mismo modo, "Archipiélago Gulag", de Aleksandr Solzhenitsyn, está disponible en griego desde la década de 1970, aunque en Estonia fue un libro prohibido hasta el fin de la ocupación soviética.

No puedo estar más en desacuerdo cuando su gobierno afirma que el comunismo ha dejado efectos positivos. Es cierto que la Unión Soviética participó en la campaña contra la Alemania nazi, pero el Ejército Rojo no liberó a Europa del Este de la tiranía nazi, sino que cambió ese dominio alemán por la nueva dictadura rusa.

La Guerra Civil concluyó en Grecia en 1949. Ese mismo año, el régimen comunista de Estonia deportó al 2% de nuestra población, como represalia contra los campesinos que se negaban a colectivizar la agricultura. A eso hay que sumarle las decenas de miles de estonios que fueron apresados y enviados al Gulag.

Cuando digo que en el comunismo no puede haber libertad, democracia e imperio de la ley, lo digo porque se de lo que hablo. La historia nos lo demuestra. El comunismo ha sido intentado en todos los continentes, con la salvedad de Oceanía, y el resultado siempre ha sido el desastre económico y la destrucción gradual del imperio de la ley. Y la factura en términos de vidas humanas perdidas ha sido muy costosa. Hablamos de millones de personas fallecidas y no podemos permitir que algo así vuelva a ocurrir"

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