Dos días después del atentado, París y Francia siguen en estado de shock. El viernes por la noche varios ataques simultáneos sembraron el caos y la destrucción en la capital francesa.
En escasos segundos el ambiente festivo propio de un comienzo de fin de semana se transformó en una profunda tristeza, que aún hoy se resiste a marchar.
La barbarie yihadista
El público del estadio que jaleaba a sus jugadores enmudeció, los asistentes a un concierto de rock se escondieron en los baños y el presidente de la República, símbolo viviente de Francia, tuvo que ser evacuado, en una situación que nos recuerda a la vivida por George W. Bush en 2001, cuando el Air Force One siguió volando durante horas. Los distritos 10 y 11, centros neurálgicos de la fiesta parisina, callaron y se transformaron por unas horas en un escenario de guerra en el que los habitantes ofrecían refugio en sus hogares a los infortunados que se encontraban lejos de sus casas.
A las pocas horas, François Hollande compareció compungido y visiblemente emocionado ante los medios. Su intervención fue seguida en directo por millones de franceses expectantes que vieron cómo el presidente decretaba el estado de emergencia y el cierre de fronteras en una situación sin precedentes. Por primera vez desde el advenimiento de la V República, hace casi 60 años, se decretaron tres días de luto oficial y Francia se planteó la misma pregunta que todos los países europeos atacados anteriormente de manera brutal por el terrorismo yihadista: ¿por qué?
Francia, objetivo prioritario
El Hexágono sabía que debía esperar un atentado importante en su territorio. Hace apenas un mes, el juez antiterrorista Marc Trévidic anunciaba que Francia era el principal enemigo de Daesh y que la organización terrorista estaba preparando un "11 de Septiembre francés". Su intervención en Siria, unida al papel central desempeñado por su Ejército en Mali y en Libia, convertían a Francia en un objetivo prioritario para el terrorismo yihadista.
En los últimos años, Francia se había acostumbrado a vivir con la amenaza terrorista. En 2012, Mohamed Merah asesinó a varios militares franceses y a una familia judía en Toulouse: siete personas en total. En enero de este mismo año, el ataque a los locales de Charlie Hebdo y a un supermercado de productos kosher costó la vida a 17 personas. En los anteriores casos, la logística necesaria para organizar los atentados era limitada, los medios describían en ocasiones esos actos como propios de lobos solitarios radicalizados de manera independiente. Los británicos se referían a este tipo de acciones terroristas con el apelativo de terrorismo Nike, un terrorismo just do it con un impacto limitado. Desde los atentados de Madrid y Londres, en 2004 y 2005, Europa no había sufrido ataques de esta envergadura en su territorio. Sin embargo, este atentado es distinto: según el propio presidente Hollande, es un "acto de guerra" cometido por un Ejército terrorista, el Estado Islámico.
¿En guerra?
Francia asume por tanto que está en guerra contra el yihadismo internacional. El término que Chirac rechazaba en 2001 es asumido plenamente 15 años después por los políticos franceses, que consideran necesario combatir al Estado Islámico con la máxima firmeza. Pero ¿está Francia preparada para la guerra? El mensaje de los políticos franceses contrasta con el mensaje pacifista y antibelicista de gran parte de la población, que no está lista para asumir los costes psicológicos de una guerra. En efecto, es revelador de esta mentalidad que el símbolo de duelo más difundido contra el atentado sea una imagen de la Torre Eiffel confundida con el símbolo de la paz. Para muchos, este atentado, más que poner en cuestión nuestra seguridad y nuestros valores de manera permanente, aparece como una fatalidad irrepetible. Más allá de las escenas de comunión nacional, sería necesaria una unidad política en el largo plazo.
Analizar la cuestión siria de manera responsable es necesario para evitar hacer el juego a Rusia e Irán. Putin, Jamenei y Al Asad no pueden ser los grandes triunfadores de la lucha contra Daesh, un grupo que en tres semanas ha tenido capacidad para cometer tres grandes atentados: el derribo de un avión ruso, el ataque a un barrio chií en Beirut y el más reciente en París.
Unidad
Combatir a Daesh requiere determinación y, más allá de la "firmeza" del Estado, prometida por el propio Hollande, es necesario que los franceses y los demás europeos asumamos que nadie nos solucionará esta papeleta. El problema para los occidentales es gravísimo, ahora que EEUU ha decidido dar un paso atrás en los asuntos relacionados con Oriente Medio, nuestro patio trasero. Actuaríamos mal pensando que este combate no es el nuestro. España en particular haría mal creyéndose al amparo de este tipo de ataques. Nuestro país es un objetivo claro. Más allá de rezar por las víctimas compartiendo la etiqueta #PrayForParis, convendría actuar con determinación y unidad frente al terror.