Natalie Mortimer, una enfermera de veinticinco años de edad que trabajaba en el Royal Infirmary de Aberdeen (Escocia), denunció que su abuelo había abusado de ella durante dos años cuando era niña. Meses más tarde reconoció que se había inventado las acusaciones con la esperanza de poder cobrar antes su herencia si su abuelo entraba en prisión.
Su abuelo, que había sido padre de acogida, estaba de vacaciones con la hermana de quince años de Natalie cuando recibió la denuncia y la orden de permanecer alejado, mientras duraran las pesquisas, de menores de 16 años. La joven mantuvo durante semanas la mentira, y, según el Daily Mail, los investigadores sólo comenzaron a plantearse que la acusación era falsa cuando la madre de Mortimer comenzó a dudar de la acusación.
Mortimer fue condenada a 22 meses de prisión y ahora ha sido apartada de la enfermería. En el juicio, cuenta el diario, no mostró signos de arrepentimiento y se mantuvo sonriente con los amigos que la acompañaron. El fiscal calificó lo que hizo de "despreciable" y lamentó que con su comportamiento haya malgastado muchas horas de trabajo policial y pueda poner en duda el testimonio de otras jóvenes que sí hayan padecido situaciones de abuso reales.