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Le Pen arrasa y los euroescépticos conquistan el hemiciclo

Los pequeños partidos y los extremismos irrumpen con fuerza en el nuevo Parlamento Europeo

La irrupción de pequeños partidos y partidos extremistas de varios pelajes –con un impresionante ascenso, por ejemplo, del discurso populista del Frente Nacional en Francia, de la izquierda radical de Syriza en Grecia o incluso de los neonazis de Alemania o Grecia- ha marcado los resultados de unas elecciones europeas que el discurso institucional defendió durante la campaña como "distintas e históricas" y en las que, siquiera de forma testimonial, la participación repuntó ligeramente hasta el 43'1% por primera vez desde 1979 arrastrada por Francia y Alemania.

En cuanto al equilibrio entre los partidos tradicionales, el mordisco sufrido por el Partido Popular Europeo, tradicionalmente mayoritario en la Eurocámara, asciende a 63 escaños, pero la formación fue, de todos modos, la más votada de estos comicios (conseguiría, según las primeras proyecciones oficiales, 212 escaños), seguida muy de cerca por los socialistas (185), y muy de lejos por los liberales (71), la Izquierda radical (45) y los Verdes (55). La fotografía del próximo Parlamento Europeo, sin embargo, está en el porcentaje que sumarán los partidos anti sistema y que obligará a la coalición de facto, conservadores y socialdemócratas, a seguir pactando todos los grandes temas –sobre todo, los golosos nombramientos- que se cocinen durante la próxima legislatura.

Aunque los distintos partidos en auge tienden a englobarse bajo la etiqueta de "populismos", algo más del 20% del total de representantes, lo cierto es que los casos son variopintos y las consecuencias que podrían arrastrar los nuevos equilibrios parlamentarios en Bruselas y en las capitales, dispares.

Francia ha sido, sin duda, uno de los laboratorios de estas elecciones en las que el proyecto europeo se ha medido y ha encontrado un sonoro portazo. De los 74 escaños a repartir de todo el país, el discurso populista de Marine Le Pen ha colocado a su formación, el Frente Nacional en cabeza, por delante de la UMP de la familia popular y, desde luego, asestando un duro castigo a los socialistas de François Hollande cuyas políticas económicas no han convencido a los votantes. El populismo de Le Pen ha conquistado hasta 23 escaños, colocándose como la cuarta delegación más numerosa del Parlamento.

En Alemania, por ejemplo, han llegado a la Eurocámara hasta 12 partidos, incluido el NPD de corte neonazi, que mandará a un representante a Bruselas. Los votantes han respaldado a la canciller y a los socialistas con los que gobierna en coalición con más del 60% de su apoyo. No obstante, la formación euroescéptica Alternativa para Alemania ocupará entre 6 y 7 escaños en la nueva Eurocámara.

En Italia, el que ha sabido pescar en río revuelto y sacarle mayor rentabilidad al voto de castigo voto de castigo ha sido el comediante metido a político antisistema Beppe Grillo. Su movimiento Cinco Estrellas ha sabido recoger votos a base de protestar contra el "apocalipsis" reinante y de prometer una política limpia, además de un referéndum sobre la pertenencia de Italia a la moneda común. Según las últimas encuestas a pie de urna, aspiraría a lograr entre 19 y 20 escaños. El partido en el Gobierno, el PD de Matteo Renzi, sigue siendo el más votado con un 33% del apoyo.

En Irlanda, los electores han contestado las medidas de austeridad impuestas en 2010 a cambio del rescate europeo y castigado al Gobierno de coalición entre el centro derecha del Fine Gael (que habría perdido 7 puntos respecto a las anteriores elecciones) y los laboristas. El gran beneficiado electoralmente del hartazgo ciudadano ha sido el antiguo brazo político de los terroristas del IRA, el llamado Sinn Féin, a pesar de que su presidente, Gerry Adams, fue detenido el mes pasado por el asesinato de una mujer cometido por la extinta banda terrorista.

Grecia revela un auge de la izquierda radical de Syriza, cuyo candidato Alexis Tzipras abomina de la austeridad y propone una reestructuración de la deuda helena, podría derivar en un adelanto electoral en Grecia.

Y es que los electores de los países sometidos a rescate y, con éste, a las duras medidas exigidas por los socios europeos, se han comportado de forma similar. Han abrazado o bien la abstención, o bien a partidos que, de aunque en distintas direcciones, se han distanciado del discurso oficial y han tratado de exprimir el descontento ciudadano a base de criticar la corrupción o la ineficaz gestión de la crisis.

El escollo del Reino Unido

Hace tiempo que se ha instalado en Bruselas la idea de que la próxima gran crisis política de la Unión Europea llegará desde Londres y el auge de UKIP, una formación que promueve la independencia del Reino Unido de una UE a la que no quiere pertenecer, que se perfila como primera fuerza con un ascenso de 13 a 24 representantes, parece dar la razón a dichas preocupaciones.

Baile de sillas clave

Los resultados de hoy son también el pistoletazo de salida oficial para que los Gobiernos comiencen a repartirse el "pastel" del poder en las instituciones europeas. Oficiosamente, España lleva meses moviendo sus hilos para ganar peso en unas altas esferas en las que, se quejan altos cargos en público y en privado, el Gobierno se siente infrarrepresentado desde que perdió su poltrona en las plantas nobles del BCE en Fráncfort.

Además, según una ambigua mención en el Tratado de Lisboa al mecanismo para elegir presidente de la Comisión Europea, en la que el Gobierno espera colocar a Miguel Arias Cañete de comisario, los resultados de estas elecciones tendrán que ser "tenidas en cuenta" por los Gobiernos a la hora de designar .

Sin embargo, hecho de que el partido más votado en estos comicios haya sido el PPE, no convierte a su candidato, Jean Claude Juncker, automáticamente en candidato. Lejos de ser así, en Bruselas, hace meses que se da por hecho que los jefes de Estado y de Gobierno se siguen sintiendo libres para sacarse un as de la manga y poner un nuevo nombre sobre la mesa. Desde las distintas capitales, además, se atreven incluso a disparar nombres. La francesa Christine Lagarde, el irlandés Enda Kenny o el finlandés Katainen son algunos de los más repetidos en el flanco popular. La danesa Helle Thorning-Schmidt sería la candidata "tapada" de los socialdemócratas.

El primer ministro húngaro, Víktor Orban, ya se atrevió a adelantar que no apoyará a su compañero de filas Jean Claude Juncker si se lo sirven en bandeja en la cena de dirigentes que se celebrará este martes. Idéntico desplante se marcó el británico David Cameron, mientras que el holandés Mark Rutte tampoco parece estar dispuesto a acatar el nombre que se le marque desde las urnas. "Ése es un invento del Parlamento", llegó a decir, en relación al procedimiento de elegir como presidente de la Comisión al candidato del grupo más votado.

Lo que sí es seguro es que una maniobra semejante –detrás de la que diversas fuentes europeas creen adivinar a la canciller Angela Merkel- provocaría todo un tsunami interinstitucional y haría tambalear las reglas del juego bendecidas por el Tratado de Lisbao. "¡Sería una burla a los electores!", clamaban a quien quisiera escucharles los candidatos oficiales durante la campaña. "Es impensable que todo el ejercicio democrático haya sido un jueguecito!", clamaba el veterano liberal Guy Verhofstadt ante un hemiciclo atestado de periodistas. Lo cierto es que la propaganda oficial ha sido clara: los votantes tendrían esta vez –se repetía por tierra, mar y aire- voz a la hora de designar no sólo la composición del Europarlamento, sino también al presidente del Ejecutivo comunitario.

Otras de las sillas más codiciadas son la de presidente del Eurogrupo y la de presidente del Parlamento Europeo, que se repartirán conservadores y socialdemócratas en periodos de dos años y medio consecutivos. Para la presidencia de los países del euro, un cargo que hasta ahora se ha compaginado con el de ministros de Finanzas, el Gobierno peleará por colocar a Luis De Guindos, que ya escenificó su protesta al ser el único en objetar algo en el nombramiento del actual presidente, Jerom Dijsselbloem.

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