El telediario más largo del mundo se hace en Partinico (Palermo), por un un tipo que ronda la sesentena y que no es periodista. Su plató es un minúsculo despacho de un piso familiar, donde los Masciani elaboran las noticias con apenas tres cámaras viejas y una pila de papeles coronada por ceniceros. La historia de Telejato podría contarse enumerando sus carencias y la humildad de sus medios, pero en el fondo nada de eso importa. Porque los 150.000 espectadores que cada día reúne están ahí porque esta pequeña televisión cuenta con dos de las cosas fundamentales: historias relevantes y la confianza (casi ciega) de su público.
Para ellos, Pino Maniaci, su director productor y presentador es mucho más que un busto parlante. Es la persona que, desde hace quince años llama a las cosas por su nombre y planta cara al omnívoro poder de la Mafia siciliana que controla todo el territorio. Un hombre de poblado bigote que cada día se sienta ante la cámara y da cuenta de los desmanes del sindicato del crimen, rompiendo con la centenaria y paralizante ley del silencio. No hay límite ni línea editorial más allá de la narración de los hechos, da igual que se trate de la boda de la hija de un mafioso que de los asesinatos que se perpetran sin que nadie nunca se atreva a investigar por qué. Como si no tuviera nada que temer. Aunque lo tenga.
¿Por qué? ¿Qué lleva a un hombre con la vida resuelta a quedarse con una cadena local y construir la televisión Anti Mafia? "Estaba harto de que, cuando iba fuera y le decía a la gente que era de Partinico, todo el mundo contestara: '¡Ah, otro mafioso!'" cuenta Pino en el documental El Valle dello Jato, del español Sergio Vega Borrego y la italiana Caterina Monzani. A su regreso a la ciudad rescató la emisora en quiebra, puso una cámara en su despacho y sacó a su hija de la escuela para que le grabara contando lo que todos sabían, pero de lo que nadie se atrevía a hablar. Y así ha sido todos los días desde 1999, en los que Pino ha salido a la calle para documentar hasta qué punto la Mafia actúa con la impunidad y la connivencia de todos los poderes.
Las dos horas que dura el informativo suponen un trabajo frenético para todo el clan Masciani, al que obviamente no le sale gratis toda esta labor de denuncia. Les han quemado el coche, agredido en varias ocasiones y perseguido por la vía legal y criminal. Pino acumula querellas por las indagaciones de su reportajes y los intentos de cerrar la pequeña emisora aludiendo que no posee el título de periodista son constantes. Pero continúan, inquebrantables, aunque económicamente tampoco les salga a cuenta. Porque si al principio el siciliano asumió la tarea casi como una obsesión personal, es consciente de que su labor ahora ha trascendido y tiene un compromiso que cumplir con su comunidad.
"Mejor llama a Pino"
"Para denunciar algo a los carabinieri hace falta medio día. Papeleos, burocracia... y posiblemente no te hagan caso. Si se lo dices a Pino, en cinco minutos llega y hace un reportaje", explica uno de los ciudadanos en el documental. En él, podemos ver como el presentador y alma máter de Telejato no puede poner un pie en la calle sin que alguien se le acerque para exponer sus reivindicaciones, de toda índole. "Hoy vamos a manifestarnos porque el colegio de al lado tiene educación física y nosotros no podemos tenerla", le dice un joven a las puertas de un centro educativo. Pino se ha convertido en un híbrido entre el alcalde de la ciudad y el perro guardián del poder, allí donde sólo deambulaban chihuahuas adormecidos.
Este bigotudo David puede presumir de pírricas victorias frente a Goliath. El ejemplo más reseñable es el de la destilería Bertolino, propiedad de la hermana de un conocido mafioso, que los reportajes de Pino lograron cerrar durante un tiempo. Se coló allí en mitad de la noche, cámara en mano, para tomar muestras de los vertidos contaminantes; y acosó al alcalde para que llevara ante la justicia las actividades ilegales de la empresa más notable de Partinico.
La información es tan áspera y rigurosa, que hasta tiene un irónico doble filo. Pino cuenta cómo los clanes mafiosos rivales son los primeros espectadores de su informativo, porque les permite enterarse de qué está ocurriendo en el bando contrario. "Aquí se sigue matando gente, la Mafia no ha cambiado", explica en el documental el siciliano.
Pino tiene un valor fuera de toda duda, un arrojo encomiable, decenas de escándalos por contar y sólo dos horas frente a la televisión. Pero, como dice el viejo proverbio siciliano: "El hombre que lucha solo, nunca puede perder". Aunque no está solo, no piensa dejarse ganar. Hoy también, tiene una cita a las 14:30 con los espectadores, y con la Mafia. Porque ya no le importa a quién le molesten sus palabras.