La ansiada reforma de la Curia augurada con la llegada de Francisco como Papa y tras las peticiones de numerosos cardenales antes del Cónclave parece haber llegado ya. Tras el nombramiento de distintos cargos medios en distintos dicasterios y organismos vaticanos el Papa ha decidido hacer el primer gran nombramiento de su Pontificado, la sustitución del secretario de Estado, el del cuestionado cardenal Tarcisio Bertone.
Prácticamente han sido seis meses lo que ha tardado Francisco en sustituir al principal representante de la Curia. Algo nada inusual pues sus predecesores también mantuvieron durante un tiempo a los secretarios de Estado provenientes de los anteriores pontificados.
El cardenal Bertone dejaría finalmente su puesto poco antes de cumplir los 79 años y tras recibir la confianza de Benedicto XVI, del que fue colaborador antes de ser elegido Papa. Su nombramiento provocó extrañeza y cierto malestar en el cuerpo diplomático al no provenir de él. Y tras varios años en el cargo ha sido uno de los personajes más cuestionados en un momento histórico en el que la Curia ha estado en el ojo del huracán, especialmente con el robo de documentos al propio Papa. De hecho, la posible reforma de la Curia fue uno de los temas más tratados en las congregaciones generales de cardenales previas al Cónclave.
A pesar de ello, Bertone seguirá siendo de momento el cardenal Camarlengo de la Iglesia, encargado en Sede Vacante de cuidar y administrar los bienes y derechos temporales de la Santa Sede. Igualmente continua siendo miembro del consejo cardenalicio que se ocupa del IOR, el llamado Banco Vaticano. Cargos que, sin embargo, podría igualmente perder en breve.
La llegada de Pietro Parolin
El que nuevo número dos del Papa es Pietro Parolin, actual Nuncio Apostólico en Venezuela, una de las plazas más complicadas actualmente y donde ha tenido que tratar con un régimen intervencionista y hostil como el chavista.
Curiosamente, Francisco respeta así una de las normas no escritas que han seguido los últimos papas no italianos, Benedicto XVI y Juan Pablo II: nombrar un secretario de Estado italiano.
Sin embargo, lo que sí ha hecho el Papa es elegir a un miembro del cuerpo diplomático vaticano y con una dilatada experiencia en la Curia, aunque alejada de ella en los últimos años. Y es que dejó la Secretaría de Estado en 2009 para hacerse cargo de la Nunciatura en Venezuela. De este modo, no ha tenido relación directa con los últimos escándalos surgidos en el Vaticano.
Actual Nuncio en Venezuela
El arzobispo Parolin domina no sólo el italiano sino también el español, inglés y francés. Conoce perfectamente la realidad iberoamericana tras su estancia en Venezuela y previamente en México. Igualmente, su paso por Nigeria durante tres años le hace ser un testigo directo de un continente clave para la Iglesia Católica. Además, dentro de la Secretaría de Estado fue uno de los encargados de la relación de la Santa Sede con los países asiáticos donde ha tenido especial trabajo con China y Vietnam.
De este modo, Francisco podría disponer de una persona conocedora de la Curia y de la diplomacia además de la realidad mundial del siglo XXI y de la Iglesia en los principales continentes.
El número dos de Francisco proviene del norte de Italia, concrétamente del Veneto, y tiene actualmente 58 años. Fue ordenado sacerdote en 1980 y seis años después ingresó en la Academia Pontificia Eclesiástica.
De allí pasó primero a la Nunciatura de Nigeria y posteriormente a la de México. En 1992 volvió a Roma y pasó a formar parte de la Secretaría de Estado. En 2002 fue nombrado por Juan Pablo II subsecretario de la Sección para las Relaciones con los Estados donde colaboró con los respectivos secretarios de Estado, Angelo Sodano y Tarcisio Bertone. Y fue en 2009 cuando Benedicto XVI decidió enviarle como Nuncio a una de las plazas más complicadas, Venezuela. Ahora vuelve para lidiar igualmente una plaza de primera pero nada fácil.