A cinco semanas de las elecciones en Alemania, el SPD sigue tan hundido en las encuestas como hace un año. Su candidato, Peer Steinbrück, es un desconocido para buena parte de los electores y la campaña no le ha servido para remontar los casi veinte puntos que le separan de Merkel. Quizás por ello, el partido ha sorprendido con un cambio radical de postura en uno de los pilares de su programa, la política de impuestos. El giro, sin embargo, ha generado más desconcierto que apoyos, ha enfadado a sus posibles socios de gobierno y ha generado una nueva brecha en el principal partido de la oposición.
Los socialdemócratas alemanes incluyen en su programa una reforma fiscal con el objetivo declarado de conseguir más dinero para invertir en Educación y servicios públicos y para reducir deuda. Entre las medidas, están el incremento del IRPF para las rentas más altas, la recuperación del impuesto sobre Patrimonio y la subida del impuesto de Sucesiones.
La necesidad de subir los impuestos a los "ricos", resumida en esas tres propuestas, ha sido uno de los ejes de los mitines de Steinbrück y sus compañeros en campaña. Pero este fin de semana, el presidente del partido, Sigmar Gabriel, sorprendió apuntando que veía posible aparcar esas medidas si se generaban ingresos mediante la lucha contra el fraude fiscal. Insinuó incluso que no vería con malos ojos reducirlos: "Podríamos volver a bajar impuestos si se logra combatir con éxito el fraude", dijo en una entrevista en el Spiegel. Su frase fue luego respaldada por el candidato, que el mismo día se descolgó en otra entrevista con unas declaraciones muy similares: "Si tenemos éxito en la lucha contra los defraudadores, podremos incluso bajar impuestos".
Sus palabras han provocado estupor en Alemania y los analistas tratan de encontrar una explicación al cambio en las filas socialistas. Fuentes del SPD se afanan en decir que no hay contradicción y que una postura es compatible con la otra. El objetivo, dicen, es conseguir ingresos extra para gasto social, y si éstos se obtienen mediante la lucha contra el fraude, es posible posponer las subidas de impuestos o acometer incluso bajadas.
Sin embargo, las cosas no están tan claras ni siquiera dentro del propio partido, donde se han empezado a levantar voces críticas contra esta pirueta electoral y su forma de explicarla ante la opinión pública. El guiño a los electores más moderados se está volviendo en contra del SPD a toda velocidad pues está siendo interpretado casi unánimemente como un incumplimiento del programa que llega antes, incluso, de que hayan alcanzado el poder.
Sus dirigentes, por el momento, se mantienen en las afirmaciones del fin de semana. Gabriel se ha justificado este lunes con una frase llamada a convertirse en el lema de última hora del SPD: "No veo sexy pagar impuestos". Pero ya se advierten las primeras consecuencias políticas, a falta de ver qué ocurre con las encuestas. Los aliados históricos del SPD, Los Verdes, han reaccionado llamando "cobardes" a los socialistas.
La brecha entre las dos formaciones empieza a ser tan grande, y los resultados de los sondeos tan desastrosos, que vuelve a estar sobre la mesa una opción que los socialistas descartaban hasta ahora de forma tajante: una nueva Gran Coalición con el partido de Merkel. Ya hay dirigentes del partido que han alzado la voz pidiendo que se reconsidere esa posibilidad: "No podemos decirle a nuestros electores que si no podemos gobernar con Los Verdes iremos a la oposición. Cerrarse puertas siempre es negativo para un partido". Pero en este punto tampoco hay acuerdo en las cada vez más agitadas filas socialistas.