En su libro La experiencia totalitaria, el historiador Tzvetan Todorov condena la tendencia de los regímenes comunistas de dividir la sociedad en amigos y enemigos: "El comunismo necesita tener enemigos para justificar su existencia. Si no los tiene, se los inventa" opina Nikola Dafinov, uno de los supervivientes de los campos de concentración en la Bulgaria comunista del siglo pasado y que accedió a contar su historia a Libertad Digital.
Otra víctima del terror comunista de aquella época fue Bojidar Vitanov. Como Dafinov, Vitanov ha accedido a contar a Libertad Digital los horrores sufridos en el campo de concentración de Lovech, no sin esfuerzo. Vitanov, que recela aún de los servicios de espionaje comunista, temía que nostálgicos del régimen totalitario puedan represaliarle por contar lo que sucedió en Lovech.
En su relato, comienza contando cómo terminó convirtiéndose en un "enemigo ideológico" del comunismo cuando era un niño. "Tenía 8 años y no podía entender por qué había personas que me estaban insultando". Resulta que su padre Petar Vitanov, el fundador de la Radio de Sofía, había cometido el "crimen" de haber informado en 1943 al pueblo búlgaro de la muerte del rey Boris III. "Desde entonces, los gobernantes comunistas empezaron a atormentar a toda mi familia de distintas maneras y al final decidieron condenar a muerte a mi padre. Le salvaron la vida los grandes intelectuales del país, que pidieron públicamente a las autoridades del régimen que lo liberaran".
La familia Vitanovi sufrió nuevos acosos y persecuciones justo después de la Revolución húngara de 1956. Bojidar Vitanov recuerda que en aquel entonces "los comunistas búlgaros se asustaron, por lo que acababa de pasar en Hungría, y decidieron acabar de una vez con todo tipo de oposición u opinión divergente."
Vitanov tenía 14 años cuando un día, a las 4 de la madrugada, en su casa entraron policías y arrestaron su hermano mayor, de 17 años de edad, por escuchar "música imperialista". "Metieron a mi hermano en el campo de concentración de Belene, mientras que a mí me amenazaron que iba a ser el siguiente".
Aun así, el joven Bojidar siguió tocando el violín e incluso visitaba distintos clubes de baile. Sin embargo, un día la policía lo detuvo y lo encarceló en un sótano de calle Moskovska 5. "Allí empezaron a golpear mis piernas con palos de goma, y como gritaba de dolor, me castigaron con 20 golpes en mis manos. Como mis piernas se hincharon mucho por los golpes, luego tuvo que entrar en un aseo y frotarlas y mojarlas con agua fría, porque si no, podía morir por la falta de flujo sanguíneo".
Entre 1956 y 1960, Vitanov fue detenido 7 veces por la policía por haber escuchado música clásica, considerada una amenaza para el régimen comunista. A finales de este mismo año, le volvieron a detener, pero esta vez lo metieron en el campo de concentración de Lovech, donde el joven búlgaro pasaría los próximos 13 meses. "Las condiciones en Lovech fueron inhumanas. Teníamos que trabajar en 3 canteras, donde teníamos que sacar piedras de 50-60 kilos y cargarlas luego en un tren. Yo tuve suerte, porque trabajaba en una de las canteras pequeñas, mientras que fue en la cantera más grande donde asesinaban a diario a decenas de personas, cuyos cuerpos dejaban en los aseos".
Vitanov asegura que en 1960 fueron asesinados en Lovech al menos 1.500 presos. Bojidar Vitanov destaca los trágicos casos de Aleksandar Nikolov, un violinista famoso, que fue asesinado por haber contado chistes sobre los comunistas, y el de un músico de Vratsa. "Un amigo mío de Vratsa ya no podía aguantar las torturas, y un día decidió suicidarse al saltar desde la cantera más alta. No obstante, no murió por la caída, pues sólo estaba herido. Yo vi cómo un vigilante se le acercó y lo asesinó al propinarle martillazos en la cabeza"
Vitanov también recuerda que un día llegaron al campo de concentración tres hombres de la ciudad de Plovdiv. "Ejecutaron ante mis ojos a uno de estos hombres. Dos vigilantes empezaron a golpearle con palos, él gritaba y lloraba, pidiendo que pararan, pero al final dejó de gritar. El pobre hombre murió, porque le habían propinado un golpe mortal en la cabeza."
Vitanov considera que los grandes responsables de las matanzas, los capitanes Gogov, Goranov y Gazov , "disfrutaban asesinando a personas", e incluso cada día elegían arbitrariamente a quien matar.
En marzo de 1962, Bojidar Vitanov fue liberado del campo de concentración de Lovech, que fue abolido por los gobernantes bajo la presión internacional. Vitanov fue obligado a firmar una declaración de que nunca había estado en Lovech. Después, dos policías le dejaron en la estación de tren de la ciudad de Levski. "Me dieron un billete y me prohibieron que hablara sobre dónde había estado en caso de que alguien me lo preguntara".
Desgraciadamente, los sufrimientos de Vitanov no se acabaron con el campo de concentración. Al llegar a su casa en Sofía, el entonces joven búlgaro fue informado de que la casa de su familia había sido expropiada por los comunistas en 1960. "Me abrió la puerta un hombre de mediana edad, que me dijo que era un agente de la Seguridad Estatal comunista, y que él ya poseía la casa. Dicho agente me contó que toda mi familia había sido desterrada en un pequeño pueblo cerca de Shumen".
La familia Vitanov tuvo que vivir durante 11 años en el pueblo de Ovcharovo, en unas condiciones muy duras. "No me permitían trabajar, tuvimos muchas dificultades para sobrevivir". Durante estos años, Bojidar Vitanov se escapó del pueblo varias veces para buscar trabajo sin éxito en su Sofía natal.
Vitanov, que hoy tiene 70 años y vive en Sofía, asegura que todavía los comunistas siguen gobernando el país, esta vez bajo el nombre del Partido Socialista Búlgaro. "Antes de 1989, el Partido Comunista coordinaba y controlaba los agentes de la Seguridad de Estado, actualmente son los mismos agentes comunistas que controlan el Partido Comunista, al que hoy llaman Partido Socialista Búlgaro(BSP)" concluye Bojidar Vitanov.