El escándalo de la supuesta contabilidad B del PP conocido en las últimas semanas, además de saltar a la prensa internacional, ha suscitado comparaciones con otro escándalo de financiación ilegal, el de los "maletines" de la CDU a finales de los noventa que desembocó en la retirada de Helmut Kohl y que supuso un auténtico terremoto para la derecha alemana. Pese a que en el caso del PP aún está por ver que las sospechas e "indicios" de que habló la fiscalía terminen demostrando la existencia de sobresueldos, la visita de Rajoy a Merkel esta semana sirvió para que la prensa germana recordara el Spenden Affäre de la CDU y las drásticas consecuencias que tuvo para el partido. No todas fueron negativas.
El 'caso Bárcenas alemán' saltó a principios de noviembre de 1999, con una orden de arresto contra el extesorero del partido Walther Leisler Kiep, acusado de haber recibido un millón de marcos de un comerciante de armas. Kiep confesó años después que recibió la noticia como "un rayo caído del cielo" y algo así debió de sentir el resto de su partido. A partir de ese momento comenzó un goteo de revelaciones en prensa que terminaron convirtiendo el asunto en el mayor escándalo de la política alemana contemporánea: maletines llenos de dinero recibidos en Suiza, cuentas en Ginebra, exportaciones sospechosas a Arabia Saudí, nombres de posibles donantes que nunca terminaron de confirmarse...
En los primeros días del escándalo, el entonces presidente de honor de la CDU y excanciller Helmut Kohl decidió dar la cara y optó por negarlo todo: declaró que nunca había tenido conocimiento de las donaciones por las que se había arrestado a su extesorero. Sus palabras le costaron muy caras: pocos días después, Kiep aseguró en televisión que los altos cargos del partido eran informados "siempre" de la procedencia de los fondos y un exsecretario general de la CDU confirmó tres días más tarde la existencia de cuentas ocultas.
Ante las evidencias, a Kohl no le quedó otro camino que reconocer que mintió: primero pidió disculpas por la falta de transparencia y después, en una entrevista en la televisión pública alemana, terminó reconociendo que la CDU había recibido entre 1993 y 1999 dos millones de marcos alemanes en donativos no declarados.
Un buen número de altos cargos del partido, empezando por Kohl y terminando por el actual ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, acusado de recibir 100.000 marcos de forma ilegal, acabaron salpicados por un caso que sacudió los cimientos de la CDU. Pero en esta profundísima crisis también hubo ganadores: Angela Merkel, la entonces secretaria general, salió indemne y consiguió hacerse con las riendas del partido aprovechando la confusión generalizada y el vacío de poder.
La sorpresa de Merkel
En los primeros días del escándalo, Merkel fue de las primeras políticas de la CDU en alzar la voz para pedir que se llegara hasta el final en las investigaciones. Sólo cuatro días después de la orden de arresto contra Kiep, reclamó una explicación "rápida" y "convincente" de lo que estaba ocurriendo. Pero su golpe maestro llegaría el 21 de diciembre de 1999, tras la traumática aparición de Kohl en televisión reconociendo la financiación irregular. En un artículo en el Frankfurter Allgemeine Zeitung que todavía se califica en Alemania de "espectacular", Merkel alzó la voz para pedir a su mentor que se fuera del partido. Lo hizo con frases tan duras como éstas:
- "Las prácticas admitidas por Kohl están lastrando al partido. No se trata sólo de los hasta dos millones de donativos recibidos de forma irregular (...) Se trata de la credibilidad de Kohl, de la credibilidad de la CDU, de la credibilidad de todos los partidos políticos".- "El futuro sólo puede construirse con la verdad. Eso lo tienen que asumir Kohl y toda la CDU".- "Quizás, tras una larga trayectoria política, que puede haber durado demasiado, Kohl debería dejar todos sus cargos, dar un paso atrás y dejar su espacio a sus sucesores, los jóvenes".- "El partido tiene que aprender a confiar en sí mismo y a caminar hacia el futuro sin su viejo caballo de batalla, como Kohl se ha referido a sí mismo a menudo. Tiene que seguir su camino como quien decide independizarse en la pubertad".- "Un proceso como éste no avanza sin heridas, sin daños (...) De ello dependen nuestras posibilidades en las próximas elecciones".
Las palabras de Merkel supusieron un terremoto en la política alemana pero su órdago terminó saliéndole bien. Se impuso a sus oponentes y en 2000 la ahora canciller ya era la presidenta de un partido que, pese a la millonaria multa que tuvo que pagar por las prácticas ilegales, la investigación abierta en el Parlamento y los coletazos del caso que siguieron apareciendo años después, logró recuperar la confianza de los alemanes y regresar al poder.