Benedicto XVI ha afrontado durante su Pontificado periodos muy complicados. Por un lado ha atajado sin tapujos la crisis de los abusos sexuales que ha salpicado a algunos sacerdotes en distintos puntos del mundo y por otro el caso conocido como "Vatileaks", el robo y filtración de documentos de la Santa Sede y del propio Papa.
Ante esta tesitura, el Papa ha optado por rodearse de un círculo de extrema confianza. En él aparecen personas muy cercanas a él y obispos que hoy o en el pasado se han cruzado en el camino de Joseph Ratzinger.
Entre estos nombres destaca uno que no ha pasado inadvertido para los principales vaticanistas. Y no es otro que el del cardenal canadiense, Marc Ouellet, prefecto de la Congregación de los Obispos, una de las más importantes y de las que más trato implica con el Santo Padre. Esto le ha llevado a ser junto a otros íntimos del Papa como Ruini o Tomko, el grupo con el que el Pontífice ha tratado los temas más polémicos que han azotado a la Iglesia en estos meses.
"Hoy, sobre todo en nuestras sociedades secularizadas, necesitamos obispos que sean los primeros evangelizadores, y no simples administradores de las diócesis. Es decir, que sean capaces de proclamar el Evangelio; que sean, no sólo teológicamente fieles al magisterio y al papa, sino que sean también capaces de exponer, y llegado el caso, defender la fe públicamente", relataba en una entrevista en Avvenire, declaración que define a la perfección su trayectoria.
El Papa goza de muy buena salud pero eso no es suficiente para que de manera cíclica aparezcan los distintos papables o delfines de Benedicto XVI ahora o de Juan Pablo II en su momento. Y ahora Ouellet es uno de los prelados con más peso en Roma y que cumple el perfil que gusta a Benedicto. ¿Podría ser su candidato?
Hombre de confianza del Papa
Marc Ouellet, de 68 años, es el encargado de preparar los nombramientos episcopales, algo vital para el futuro de la Iglesia y lo que le pone en contacto desde el Papa hasta los nuncios y conferencias episcopales de todo el mundo. Esto le permite reunirse semanalmente con Benedicto XVI, con quien comenta estos asuntos y otros de suma importancia.
La estima del Papa al cardenal Ouellet es evidente y esta confianza se ha visto reflejada en numerosas ocasiones en las que le ha nombrado su enviado especial o representante. Así por ejemplo, fue su legado en el Congreso Eucarístico Internacional en Dublín o en la ostensión de la Sagrada Túnica en Alemania. Además, presentó en la sala de prensa de la Santa Sede el libro Jesús de Nazareth, de la entrada en Jerusalén, del propio Ratzninger.
Pero Marc Ouellet es algo más que un buen colaborador del Papa. Es ante todo un alumno de su escuela. Teologo de doctrina segura formó parte de la revista Communio, creada por Ratzinger y Von Baltashar. Se asemeja con su maestro también por su entrega a la docencia. En el pasado fue profesor y hasta rector de seminario. Y lo ha sido en Canadá, Colombia y en Roma donde impartió clase en la Universidad Lateranense.
Frente al nacionalismo en Quebec
Afable y buen comunicador, el canadiense conoce bien la Curia pero sobre todo posee una extensa experiencia pastoral, aunque nada fácil. Antes de ser llamado por Benedicto XVI fue arzobispo de Quebec y primado de Canadá. Una diócesis francófona tradicionalmente muy católica y que ha sido devastada por la secularización. Salvando las distancias Ouellet fue a Quebec lo que Munilla está siendo a San Sebastián. Diócesis tradicionalmente muy creyente y ahora casi un erial en parte debido al nacionalismo. Pero de allí salió realizando una gran labor. Valentía no le faltó cuando fue nombrado para este difícil cargo por Juan Pablo II, que en 2003 le hizo cardenal.
Oullet tiene un gran conocimiento del catolicismo en Norteamérica pero su trayectoria le ha llevado durante años a América Latina, concretamente a Colombia, lo que le permite conocer la realidad de allí así como el español, lengua que maneja a la perfección. Allí fue profesor en el seminario de Cali y Manizales, donde llegó a ser rector. Además, del francés, inglés y el español debido a sus estudios en Austria y Alemania, el prefecto maneja a la perfección el alemán al que hay que sumar su manejo del italiano tras su paso por Italia para sus estudios teológicos.
Su perfil le hace ser un candidato perfecto, aunque esto no es suficiente. Y ejemplos de ellos hay muchos. Incluso puede que le llegue tarde. Benedicto XVI está sano y Ouellet tiene 68 años y habría que ver si sus compañeros en caso de un hipotético cónclave quisieran otro Papa relativamente mayor. Pero lo que es evidente es que es una de las figuras más relevantes en el catolicismo donde aparecen otros nombres como Scola o Pell, también intelectuales de gran talla, sin miedo al debate y con experiencia pastoral.