El Partido Popular acudió a las convenciones de ambas formaciones y en público el Gobierno se cuidó de mostrar preferencias en el periodo de campaña. Mantuvo contactos con los departamentos de los dos candidatos y recordó que en Estados Unidos no hay "un partido de izquierdas" como pueda ser el PSOE.
Sin embargo, ya con la victoria del demócrata confirmada, José Manuel García-Margallo dejó la diplomacia a un lado para decir públicamente un secreto a voces: "Ha ganado el nuestro", afirmó, en relación a Barack Obama. En privado se admitía que su triunfo era más positivo para los intereses económicos españoles, en tanto en cuanto el Fondo Monetario Internacional -controlado por la administración americana- se había convertido en instrumento de presión hacia Alemania.
"Nosotros tenemos muy buena relación con Estados Unidos y la hubiésemos tenido muy buena con cualquiera de los dos candidatos, pero mi experiencia ha sido con Obama y muy especialmente con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, con la que he tenido una relación entrañable y estrechísima", argumentó el ministro de Exteriores, en una entrevista en Onda Cero. Aún más, dijo, la postura del candidato republicano "preocupaba" respecto al "tema fundamental para la solución de la crisis mundial, que es el enfoque de la deuda soberana".
Romney "era mucho más partidario de un modelo de austeridad que el candidato demócrata", y tanto él como su partido defendían "una política presupuestaria muy rígida, una política monetaria muy estricta y nada de compra de bonos en el mercado", remató García-Margallo.
Menos explícita fue la vicepresidenta del Gobierno, que dio una primera valoración a eso de las nueve de la mañana en el desayuno informativo del secretario general de América Latina, Enrique Iglesias. "Confío en que Obama revalide el buen entendimiento con Europa y con el resto de América para lograr entre todos una mayor integración, entendimiento y defensa de la democracia", afirmó Soraya Sáenz de Santamaría.