El asedio a Sarajevo
El sitio se prologó entre 1992 y 1995, convirtiéndose en uno de los más largos de la historia contemporánea.
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El ejército serbio comenzó a tomar posiciones en Sarajevo el 4 de abril de 1992, y al llegar el invierno de ese año los habitantes no sabían el largo asedio que les quedaba por delante.
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El objetivo bosnio era romper el cerco de la ciudad, que estuvo asediada de 1992 a 1995.
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Un tanque de Naciones Unidas pasa frente a la sede de la Presidencia, en Sarajevo, durante el invierno de 1992-1993.
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En el inicio de la guerra vivían unas 550.000 personas en Sarajevo, y la basura pronto generó un problema de salubridad.
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Los habitantes de Sarajevo se vieron obligados a rebuscar entre los desechos los productos más elementales, dado el largo desabastecimiento.
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La sede central de Correos fue uno de los edificios que primero bombardearon, con el objetivo de interrumpir toda comunicación con la ciudad.
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Un hombre cruza una de las plazas de la ciudad, para ponerse a salvo de los disparos.
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El cruce de la avenida del Mariscal Tito albergó la sede de los cuarteles del ex Ejército federal yugoslavo.
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Sarajevo se convirtió desde el principio en pieza clave de la guerra, su control era fundamental tanto para las tropas bosnias como para las milicias serbias.
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Fue bombardeada por primera vez el 2 de mayo de 1992, cuando los tanques de la antigua Yugoslavia federal se apostaron en un puente sobre el río Miljacka.
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Los edificios que estaban en contrucción pararon sus obras. Y al término del asedio tuvieron que comenzar a reconstruir... toda la ciudad.
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El cineasta de origen musulmán Mehmed Fehiovic pasa frente a un graffiti con el nombre del grupo de música Pink Floyd.
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Así eran las colas en los centros de racionamiento, donde percibían: un kilo de leche en polvo, de arroz y de harina; medio kilo de azúcar; dos latas de 200 gramos de carne o pescado; medio litro de aceite y un puñado de detergente.
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Restos de uno de los bombardeos sufridos entre 1992 y 1993, donde también se aprecian los rastros de los disparos.
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Cristal de los escaparates de una de las principales vías comerciales, atravesado por las balas.
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Se levantaron barricadas en los barrios de Víaca y Grbavica, al sur, y en algunos puentes sobre el Miljacka.
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Conseguir agua potable, dadas las bajas temperaturas, era uno de los retos del asedio.
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Un escaparate de una tienda muestra la realidad de una ciudad en guerra: un zapato a conjunto con una funda para una pistola.
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Se calcula que hubo más de 35.000 edificios dañados que tuvieron que ser demolidos al final del asedio.
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Los niños de la guerra hacían su vida en la calle, cuando cesaban los bombardeos, independientemente de las bajas temperaturas de aquel invierno de 1992.
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