El Gobierno se mostró convencido de que, a estas alturas, "todo el mundo sabe" que Carles Puigdemont no será de nuevo presidente de Cataluña. Y, a partir de ahí, quiso observar un giro de las formaciones independentistas en aras de recuperar la normalidad. Así, un portavoz autorizado aseguró que la intervención de Roger Torrent en la Cámara autonómica "no ha solucionado" las cosas pero tampoco "las ha empeorado". Esto es, podría haber sido mucho peor. En el PP fueron todavía más explícitos. Santiago Rodríguez, número dos de los populares catalanes, habló de "hilo de esperanza" y "tono conciliador".
En síntesis, los asesores de Mariano Rajoy consideran que los independentistas "solo mantienen" la candidatura de Puigdemont "con afán propagandístico" pero que, al final, acabarán cediendo y optando por un "candidato limpio". Y, en este sentido, se congratularon del "efecto disuasorio" que tuvo la amenaza de acudir al Tribunal Constitucional para que los prófugos de Bruselas se mantuvieran quietos. El Gobierno optó por no recurrir la delegación de voto de los diputados que están en prisión básicamente porque "el juez Pablo Llarena lo señalaba como una posibilidad" en su auto.
El Ejecutivo no descartó nuevos "fuegos de artificio" y "momentos de tensión", aunque insistió en que el tiempo corre en contra de Puigdemont. "El 31 de enero empieza a correr los dos meses de plazo para evitar repetir elecciones", subrayaron oficialmente. Y tanto Rajoy como Soraya Sáenz de Santamaría recordaron el martes que, sin una toma de posesión presencial del nuevo presidente, el artículo 155 de la Constitución seguirá en activo.
Ofensiva contra Ciudadanos
Con este panorama, los populares se centraron en criticar a Ciudadanos por no ayudarles a tener grupo parlamentario. Génova se afanó en incluir la cuestión en el debate público con una intensa campaña en los medios y las redes sociales en la que participaron sus principales espadas. Así, Fernando Martínez-Maillo lamentó "el egoísmo" del partido naranja que "antepone sus intereses a los de todos los catalanes". "Ceder un diputado al PPC se traduce en tener más voces constitucionalistas en el Parlament, no hacerlo es darle más protagonismo al independentista", aseveró el número tres de la formación.
Xavier García Albiol también se ocupó de esta cuestión y se dirigió directamente a Albert Rivera: "No necesitamos que usted nos apoye para tener subgrupo parlamentario, eso ya lo tenemos por ley. Necesitamos tener grupo parlamentario propio. En caso contrario, los independentistas tendrán mayoría absoluta en todas las comisiones". Incluso Javier Arenas se sumó a la ofensiva a través deTwitter: "Rivera prefiere negar grupo al PPC antes que fortalecer el bloque constitucionalista en el Parlamento de Cataluña".
Para rematar, Rafael Hernando compareció en rueda de prensa en la Cámara Baja para denunciar la "mezquindad" del líder de Ciudadanos. Se despachó a gusto. A su juicio, ayudar al PP catalán no sería sólo un acto de cortesía parlamentaria sino "una acción de inteligencia" que impediría la citada mayoría independentista en las comisiones. Y recordó que él mismo negoció con Rivera que el partido naranja tuviera la Vicepresidencia Primera y la Secretaría Tercera del Congreso. "Eso no se lo dio las urnas, se lo dio la negociación y la generosidad del PP", remató, tal y como recoge EFE.