Mariano Rajoy llega al choque final con Carles Puigdemont sin anunciar qué medidas concretas tomará para salvaguardar la unidad de España. Ante los principales cargos del PP a nivel local, autonómico y nacional, prometió que hará cumplir la ley, pero no mentó el artículo 155 de la Constitución o la ley de seguridad nacional. Ningún dirigente popular le planteó interrogante alguno durante la reunión. "Vamos a actuar con proporcionalidad e inteligencia, con tranquilidad y firmeza. Lo que ellos querrían es que hiciéramos exactamente lo contrario", razonó el jefe del Ejecutivo. "Conviene ir a la mayor", sentenció. Cuando la Generalidad informó de que la agencia tributaria catalana ya está "preparada", el ministerio de Hacienda emitió un duro comunicado amenazando con sanciones a quien pague impuestos a esa institución.
El Ejecutivo asegura que tiene preparada una respuesta para todos los escenarios posibles. Antes de dar cualquier paso, se informará a Pedro Sánchez y Albert Rivera Este mismo lunes, Rajoy volvió a despachar telefónicamente con su interlocutor socialista. El martes, recibirá al líder de Ciudadanos en la Moncloa. "Un Gobierno no anuncia, un Gobierno actúa", defendió Soraya Sáenz de Santamaría, negándose a aclarar el plan gubernamental. Si la Generalidad tuviera urnas para el 1 de octubre, prometió en una entrevista en la SER, "ya se encargarían las autoridades correspondientes de impedir que se pusieran". "No le voy a contar a Puigdemont lo que voy a hacer para retirarle las urnas. Es mejor que la estrategia quede a buen recaudo", insistió la vicepresidenta.
Ante la junta directiva nacional del PP, el máximo órgano entre congresos, Rajoy defendió que tiene "las ideas muy claras" y pidió a los suyos "unidad y cohesión en el mensaje" en esta semana decisiva. A partir del miércoles "puede ocurrir cualquier cosa", según el entorno del jefe del Ejecutivo, y hay que mantener la "cabeza fría" y no perder los nervios. "No puede existir un gobierno democrático contrario a la Constitución. Es un absurdo y una estafa a la democracia", destacó el presidente, en un discurso abierto a los medios de comunicación. No ofreció una rueda de prensa.
Rajoy utilizó buena parte de su intervención para argumentar por qué Puigdemont y las formaciones independentistas tienen la culpa de haber llegado a esta situación."Quienes promueven todo esto no quisieron dialogar, ésa es la verdad", se justificó, no sin recordar que la celebración del referéndum no era negociable para el Gobierno catalán. "Y sabían que el presidente no puede autorizarlo", añadió, pero persistieron "en caminar hacia ninguna parte".
"Todo esto ha servido para dividir como nunca a la sociedad catalana y para que tengan una fuerza como nunca los extremistas más extremistas", lamentó. "Que la Cup exigiera la cabeza de Artur Mas y se le diera es un disparate, y que ahora se le deje dirigir el Gobierno es un disparate mayor", añadió.Y, pese a ello, sacó pecho de que Moncloa "ha estado trabajando por los catalanes" auxiliando económicamente a la administración regional.
Mientras, "el legado" de Puigdemont, según el relato de Rajoy, consistirá en "aprobar una ley ilegal, convocar un referéndum ilegal y quitarle a la oposición su derecho al debate, cosa que no se había producido nunca en España desde que recuperamos en 1977 las libertades democráticas". "Todos desconfían unos de otros y no hay nadie capaz de ejercer un liderazgo y decir que lo más razonable es rectificar", lamentó, dando por hecho que ya no hay vuelta atrás.
Tras su discurso, de poco más de media hora, se abrió un turno de réplica que nadie utilizó. Quienes, en privado, llevan días sugiriendo una mayor contundencia del Ejecutivo enmudecieron en presencia de su líder. Después, la dirección nacional del PP se encargó de poner en valor que todo el partido asume la estrategia de Rajoy. "Lo que no puede ocurrir es que se reedite otro 9-N. Nadie entendería que se colocaran las urnas, y menos nuestros votantes", fue lo más que dijo un presidente regional, ya sin micrófonos encendidos. La gran mayoría de responsables territoriales del PP, empezando por Alberto Núñez Feijóo y Cristina Cifuentes, escenificaron su respaldo al presidente.