Mariano Rajoy cree que esta tormenta también pasará. Tras concatenar dos semanas de sobresaltos, el presidente ha pedido "tranquilidad" a sus colaboradores, que han recibido la orden de dar la cara pero evitando declaraciones estridentes, como ocurrió ante los escándalos del PP de Valencia, de las que después se puedan arrepentir. Ha despachado mucho con María Dolores de Cospedal y Fernando Martínez-Maillo, que le han puesto al día de cómo estaban las cosas mientras se encontraba de viaje oficial en Brasil y Uruguay. Y les ha dicho a Rafael Catalá y a Juan Ignacio Zoido que no se preocupen. "No pienso cesarlos", avisó a navegantes.
Para el presidente, la cuestión de la corrupción está sobredimensionada y no deja ver lo importante. Y él, ya advierte, intentará no distraerse de lo que considera capital, que es la economía y crear más de medio millón de puestos de trabajo al año. "Lo que tengo que hacer es hacer las cosas bien y mirar al futuro", se defendió en una charla informal con periodistas hace escasos días. Y, al menos de momento, su liderazgo no está en cuestión en el PP aunque a veces lamenten su silencio. "Quien quiera abrir ese debate se estampará", según su entorno más próximo. Únicamente la Red Floridablanca de Isabel Benjumea, muy alejada de Génova, ha hecho autocrítica en un duro editorial.
Públicamente, el PP es una piña alrededor de su líder y se repiten las consignas remitidas desde Moncloa. A saber, la Justicia actúa con plena independencia y el partido depura responsabilidades cuando tiene pruebas de ello. "No somos la policía ni somos jueces para poder juzgar a nadie ni para llevar a nadie ante los tribunales cuando no existen pruebas", afirmó Maillo en una entrevista en EFE, tras descubrirse que la cúpula nacional sabía desde mucho los oscuros tejemanejes de Ignacio González. Al propio Rajoy le llegaron informaciones sobre las presuntas irregularidades en el Canal de Isabel II, tal y como publicó este diario. "González y la organización, en este caso el PP de Madrid, desmintieron con rotundidad" la cuenta en Suiza, añadió el coordinador general, acusando indirectamente a la dimitida Esperanza Aguirre.
En los últimos días, la cúpula del PP ha aireado que Rajoy detestaba a González, al que no hizo candidato en las últimas elecciones autonómicas, y que los puentes estaban prácticamente rotos con Aguirre. "El PP de Madrid era una cosa completamente distinta al partido a nivel nacional". Por lo que, según el relato de estas fuentes, nada de la "porquería" del Canal de Isabel II podría salpicarle. Si bien, existe el temor de que haya más filtraciones que puedan afectar a cargos importantes de la formación. "¿Con quién no hablaba Nacho?", se preguntan las fuentes consultadas. "Por supuesto que también tenía amigos en el partido" amén de que "fue mucho tiempo presidente y había que gestionar con él muchas cosas del partido" toda vez era secretario general a nivel regional.
En estos momentos, el más afectado por las grabaciones -su nombre vuelve aparecer en una charla entre Enrique Cerezo y González destapada por La Sexta- está siendo Catalá, que ha recibido el respaldo de Rajoy tanto en público como en privado. José Antonio Nieto, el secretario de Estado de Seguridad, se vio con el hermano de González en su despacho y este viernes tuvo que dar explicaciones en el Congreso. El número dos de Interior habló de "linchamiento político", negó que ese despacho tuviera que ver con la operación Lezo y se resistió a marcharse. "¿Se me acusa de ser de Córdoba, de provincias?", llegó a declarar.
El problema, interpretan tanto en la dirección nacional como algunos ministros consultados por este diario, es que es muy difícil no "achicharrarte" si se filtra una conversación privada. "Aunque después no hayas hecho nada malo. Si alguien corta una parte de una conversación privada, la edita y te la saca en una tertulia de televisión, el desgaste es evidente", en palabras de un vicesecretario general. Y de ahí que muchos en el PP estén haciendo memoria o revisando sus teléfonos móviles ante sus posibles charlas con González. No es el caso de Cospedal, cuyo entorno aseguró que tiene "miedo cero" a posibles filtraciones. "Habrían salido ya", contestaron.
"Nadie aguantaría que hicieran públicos nuestros propios mensajes, y menos descontextualizados; si viéramos los mensajes de Pablo Iglesias, igual también estaríamos alarmados, seguro", afirmó Maillo en la citada entrevista a EFE. "El Gobierno no especula sobre unas conversaciones que están en un sumario que, creo, era secreto. Las relaciones personales de uno y de otros son eso, personales", contestó Íñigo Méndez de Vigo al término del Consejo de Ministros. "Estamos muy tranquilos y el Gobierno quiere lanzar ese mensaje", remató.