Nada ha cambiado con respecto a Cataluña, según el presidente del Gobierno. A su juicio, Carles Puigdemont sabe que cuenta con línea abierta para negociar sobre infraestructuras o inversiones. Esto es, básicamente, sobre partidas económicas. "Son los problemas reales de la gente", defendió, después de las especulaciones de las últimas horas sobre su plan de acción en la comunidad. Si bien, a renglón seguido, reiteró que no habrá referéndum. "No podemos hablar de liquidar la soberanía nacional", avisó, con Fraçois Hollande a su lado, que se negó a hacer ninguna referencia expresa sobre el tema.
Cuando se le preguntó en concreto si el Gobierno está manteniendo contactos discretos con la Generalidad, Mariano Rajoy rehusó contestar para centrarse en recordar los puntos cardinales de su postura ante la ofensiva separatista. El resumen es el ya conocido: diálogo dentro de la ley. Aunque, solo horas antes de su comparecencia, el PP de Cataluña no dudó en desautorizar al delegado del Gobierno en la región. Según Xabier García Albiol, el Ejecutivo "no mantiene ni ha mantenido reuniones secretas". En palabras de Enric Millo, el domingo en TV3, "los encuentros se producen y a veces son públicos, pero no siempre". "Había que matizar sus declaraciones, pero no hay choque personal entre ambos. Hubo una llamada de Madrid para que Albiol saliera ante los medios", según fuentes de la cúpula del partido.
En Málaga, en su última cumbre bilateral con Hollande, el presidente evitó desautorizar a uno u otro y optó por leer una preparada respuesta sobre Cataluña en la que aseguró que todo sigue igual. "La posición del Gobierno es conocida, la conoce la Generalitat y también el conjunto de la opinión pública", fueron sus primeras palabras. Después, se declaró dispuesto a "hablar", lamentó una vez más la ausencia de Puigdemont en la conferencia de presidentes y repasó aquellas cuestiones en las que se pueden llegar a acuerdo, la gran mayoría en página económica.
Una vez dicho esto, empezaron las advertencias. La primera, que las instituciones han de representar "a los ciudadanos", cosa que en su opinión no hace el líder catalán. "No se puede dejar en manos de radicales el gobierno de la Generalitat. Es muy malo para la democracia", afirmó sobre el papel de la CUP. Por último, como siempre, se revolvió contra la petición del Gobierno catalán de que permita la consulta ilegal. Hace pocas semanas, portavoces autorizados no descartaron medidas coercitivas para impedir su celebración, llegado ese extremo.
A partir de ahí, Rajoy siempre ha sido un gran defensor de los encuentros fuera de agenda. "Primero se negocia y después se cuenta", ha venido a decir en más de una charla informal con periodistas. Y, desde hace semanas, la Moncloa desliza que está manteniendo múltiples contactos en Cataluña con ayuntamientos, instituciones y entidades sociales y económicas. Cabe recordar la habitual presencia en Cataluña de Soraya Sáenz de Santamaría, que esta legislatura estrenó despacho en Barcelona. "Nuestra obligación es diseñar entre todos un camino alternativo al de la colisión que supone convocar un referéndum. Hay muchas cosas que se pueden aplicar sin cambiar la Constitución y que son fáciles de aplicar", afirmó Millo, provocando la contundente respuesta del PP catalán.
De vuelta a Madrid, Rajoy protagonizó una entrevista en Telecinco, y evitó mojarse una vez más sobre si se están celebrando contactos. "No" pero "si fueran reuniones discretas o secretas, no se las iba a contar yo", contestó a Pedro Piqueras. Después, repitió los argumentos ya expuestos en Málaga y, ante la pregunta concreta de si hará uso del artículo 155 de la Constitución en caso de que se convoque el referéndum, instó a no adelantar acontecimientos y a buscar que las cosas se hagan "de manera razonable". "Todo esto es un disparate. Hablar de intervenciones es un disparate", exclamó, ante los avisos de cargos independentistas sobre un posible uso de la fuerza del Estado.