El presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont, no se ha ido por las ramas en su primer mensaje de Navidad en TV3. Sea un referéndum aceptado, pactado, tolerado o prohibido por el Tribunal Constitucional, el electorado catalán será llamado a las urnas en la segunda quincena de septiembre para, según el sucesor de Artur Mas, "decidir el futuro de Cataluña". Se repite la misma cantinela que en años precedentes desde 2012. La República catalana que iba a llegar con la consulta del 9-N de 2014, que se aplazó hasta las plebiscitarias de septiembre de 2015 y cuya llegada se espera de forma inminente en 2017.
Según Puigdemont, nada podrá detener el teórico mandato de las pasadas elecciones, en la que los dos grupos separatistas, Junts pel Sí (ERC y CDC) y la CUP, obtuvieron mayoría en escaños (62 y 10 sobre 135) pero no en votos. Cabe recordar que la tesis catalanista ante esas elecciones "plebiscitarias" consistía en que había que ganar en número de diputados, pero también en votos para emprender el último tramo de la hoja de ruta separatista, la denominada "desconexión". Sin embargo, el incumplimiento de la segunda premisa no ha sido óbice para que ambos grupos activaran los resortes parlamentarios de la independencia. Este mismo jueves, Junts pel Sí y la CUP emitían por separado el mismo comunicado sobre el "acuerdo político global" para aprobar la "ley de transitoriedad jurídica", una norma que según la Generalidad ampara legalmente tanto la celebración de referéndum como la proclamación de la "república de derecho, democrática y social".
"Legal y vinculante"
Este viernes, en su alocución televisada, Puigdemont afirmó: "2017 será un año clave para el futuro de Cataluña porque los catalanes decidiremos libremente nuestro futuro en un referéndum legal y vinculante cuyo resultado el Gobierno (catalán) y el 'Parlament' deberán aplicar sin dilaciones ni excusas".
Puigdemont da por sentado el triunfo del sí a la independencia y un día antes de pacto "global" con la CUP decía que basta con "el cincuenta por ciento más uno" de los votos para proclamar la república, aunque la participación sea de menos de la mitad del censo. El sustituto de Mas está convencido de la victoria y parece que también lo está de que el referéndum "será legal". Su explicación a tan hipotética circunstancia es que "se convocará de acuerdo con el mandato de las leyes". Y también "será vinculante" por la sencilla razón de que "el resultado que decidan los ciudadanos de Cataluña se aplicará".
"Pre-independencia" y "mano tendida"
El líder nacionalista no se arredra ante las dificultades legales y afirma que cumplirá su objetivo de pasar de la "post-autonomía" a la "pre-independencia". Apuesta en todas las mesas al mismo número. Pone como ejemplo de su flexible posición la "cumbre" del nuevo "Pacto Nacional por el Referéndum", presume del acuerdo con la CUP y afirma tender la mano al Gobierno presidido por Mariano Rajoy.
Puigdemont también tiene una "operación diálogo" a tenor del discurso navideño, en el que ha destacado la "capacidad" de su Ejecutivo "para hacer del diálogo el instrumento de trabajo con la oposición y con el Gobierno del Estado". El problema radica, según el "president", en que "todavía no hemos recibido respuesta a nuestra mano tendida para pactar el referéndum por parte del Gobierno español". Aún así, la oferta de Puigdemont sigue en pie. "Mantenemos la mano tendida", declaró.
Guiño a la CUP y a los "unionistas"
El proceso y el referéndum fueron los ejes del texto de Puigdemont, pero también hubo espacio para el contenido "social". La independencia no es un capricho, sino la condición indispensable para "atender a las personas", para que "nadie se quede atrás", para la "equidad y la inclusión social".
El guiño a la CUP se combinó con una excusatio non petita relativa al alcance de los efectos de la acción social de la Generalidad: "El objetivo es mejorar las condiciones de vida de todos los catalanes sin excepción, porque las personas, piensen lo que piensen, sean de donde sean, son el centro de nuestra acción de gobierno". Es decir, un escenario idílico incluso para los contrarios al proceso, entrada "unionista" del diccionario separatista. El panorama económico, según Puigdemont, también sopla a favor de su hoja de ruta. La economía catalana va bien y "las previsiones indican que "se recuperarán los niveles de antes de la crisis".
Consideraciones "mundiales"
Dada la inminente independencia de Cataluña, según el esquema catalanista, el presidente de la Generalidad ha revelado también su posición en el panorama político mundial. El líder catalán está preocupado por "el ascenso del populismo, la persecución de las libertades fundamentales en democracia -alusión al procesamiento de Francesc Homs, el portavoz convergente en Madrid, por el 9-N y a la causa contra el concejal de la CUP en Vich Joan Coma por supuesta llamada a la sedición-, la persistencia de conflictos armados y las crisis humanitarias que se derivan".
Ante tal paisaje planetario, Puigdemont ha apelado al "coraje" y la "valentía". En cuanto a la región continental, Puigdemont aboga por "una Europa más unida, más segura y más democrática".