No ha hecho falta esperar mucho para comprobar el peso político de Soraya Sáenz de Santamaría en el nuevo Ejecutivo. Su poder es incontestable, a ojos de un nutrido grupo de altos cargos del Gobierno y del PP. Y también, pese a los rumores que van y vienen, la confianza que en ella sigue manteniendo Mariano Rajoy, que le ha encomendado en esta nueva etapa las cuestiones más delicadas y decisivas para que dure la legislatura. Además, quienes creyeron que, apartada de la portavocía, perdería visibilidad en los medios, se equivocaron.
La vicepresidenta está en estos momentos en el meollo de las principales negociaciones del Ejecutivo. Haciendo mucho trabajo de despacho, pero también dejándose ver. Sus intervenciones en las Cortes son hoy casi tan importantes como las de Rajoy, como quedó demostrado en la última sesión de control, y sus desplazamientos al País Vasco y Cataluña –este miércoles vuelve a estar allí- han acaparado portadas. Además, continúa manteniendo charlas informales con periodistas, por ejemplo en los pasillos del Senado. Prudente, pero dando algunas claves: fue ella quien deslizó que Moncloa retirará algunos recursos ante el Tribunal Constitucional contra el Gobierno vasco.
Precisamente, el deshielo con el PNV está siendo uno de sus retos. En su primera intervención en la Cámara Alta, Santamaría anunció avances sobre el cupo vasco y la alta velocidad y, el lunes, llegaron los primeros acuerdos en este sentido entre Cristóbal Montoro y Pedro Azpiazu, el consejero de Economía del Gobierno vasco. Además, su sintonía con Josu Erkoreka, con quien ya se entendía en sus años en el Congreso, es evidente. "Me ha entendido perfectamente", subrayó Aitor Esteban, el portavoz del PNV, tras su primer despacho con la vicepresidenta, y elogió su perfil político.
El despacho en Barcelona
La cuestión catalana no está siendo tan fácil de gestionar. Santamaría ha transmitido a sus interlocutores su disposición a hablar prácticamente de todo, pero salvaguardando la unidad nacional y la igualdad de todos los españoles. Esto es, no cabe un referéndum rupturista, pero sí mejorar el modelo de financiación o dar más competencias a la Generalidad. "Estamos dispuestos a ceder dentro de la legalidad", según se desliza desde el Ejecutivo. Y los canales de comunicación están abiertos, también para otros actores políticos y empresarios. De hecho, la vicepresidenta tiene ya despacho en Barcelona, donde recibió a Inés Arrimadas y Miquel Iceta. "Un sitio donde cargar el móvil", quiso restarle importancia en los fastos por el aniversario de la Constitución, donde sin duda fue centro de atención junto a Rajoy.
A la espera de la celebración de la conferencia de presidentes, que se producirá a mediados de enero, es ella quien está manteniendo contactos con las distintas comunidades. Y se ha puesto como reto que a Carles Puigdemont le sea "muy difícil" rechazar la invitación, según fuentes de su entorno. Además, a nadie dentro del PP le pasó desapercibida que presidiera junto a Montoro el Consejo de Política Fiscal y Financiera, en calidad de ministra "para las Administraciones Territoriales". Así pues, también quedó demostrado, pese a las dudas iniciales, que es Santamaría dirige y el titular de Hacienda el que ejecuta.
En síntesis, un mes después de ser anunciado el nuevo Gobierno, en el partido no albergan dudas de que la fortaleza política de la vicepresidenta no ha menguado. Más al contrario, parece haber aumentado con respecto a la pasada legislatura. "Hoy por hoy, bajo la tutela de Rajoy, lleva las riendas de las negociaciones", en palabras de un alto cargo del partido, en conversación informal. Incluso ha tenido su momento en página internacional, reuniéndose con el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, en Gran Canaria. El resultado: una "gran sintonía" tras 45 minutos de despacho, bastante más largo de lo esperado.
Cospedal, "ejerciendo" de secretaria general
En paralelo, María Dolores de Cospedal también se mueve, pero para dejar claro que sigue siendo la todopoderosa secretaria general del PP. En los últimos días, mantuvo encuentros en Génova con altos cargos de la formación –como los secretarios generales de las estructuras regionales- y el partido distribuyó una foto. Además, se presentó en un acto de partido en Sevilla sin que apareciera en previsiones. "Sin duda, está ejerciendo" de número dos, en palabras de uno de sus interlocutores, tras tomar las riendas del ministerio de Defensa, cuya entrada parece haber sido más que satisfactoria.
"No os vais a librar de mí", bromeó Cospedal con los periodistas en su toma de posesión, sobre su continuidad en Génova13. "¿Incluso tras el congreso nacional?", le preguntaron. "Sí", contestó rotunda. Según algunas fuentes, ella se encargó de pactar con Rajoy que no dejará la secretaría general, lo que le daría un poder decisivo, al ser la única que tendría cargo tanto en el Gobierno como en el PP junto al presidente. Internamente, inmediatamente se produjeron movimientos para evitarlo aunque, de momento, el jefe ha rehusado aclarar sus intenciones.