Como muchos temían dentro del PP, aferrada a su escaño, Rita Barberá continuó siendo un problema para los intereses del partido. Y, lo que es aún peor, provocó una brecha en la dirección nacional de la formación. Así, mientras Javier Maroto abanderó la oleada de críticas por su resistencia -la exalcaldesa no actuó "con dignidad ni ejemplaridad", según dijo en RNE-, María Dolores de Cospedal salió en su defensa y no puso en cuestión que continúe en el Senado.
"¿Usted conoce a muchos ciudadanos que sin haber ido a declarar por un asunto de una aportación de mil euros tengan que dejar un escaño? Yo no", zanjó la número dos del partido, acabando con la firmeza esgrimida a primera hora de la mañana por los vicesecretarios generales. Cospedal fue quien negoció hasta el último momento con Barberá, la que le avisó de que no tenía más opción que darse de baja de la formación. "Los tiempos de los medios de comunicación no son los tiempos de las personas", apostillaron desde su equipo, cuando todavía no había noticias del comunicado. En privado, la secretaria general de la formación siempre ha defendido que no cree que la exalcaldesa se haya llevado "un duro" a su bolsillo.
En este contexto, en declaraciones a los periodistas en el mercado de abastos de Santiago de Compostela, Cospedal se reafirmó en que Barberá "tiene derecho a defenderse" y reclamó "un mínimo de respeto a la presunción de inocencia". Le preguntaron si su decisión de continuar en la Cámara Alta puede causar indignación en la ciudadanía. "Francamente no", contestó, según recoge la agencia EFE.
Un escalón más abajo en la jerarquía de Génova, esa complicidad con Barberá desapareció por completo. Para empezar, se aseguró que se le pidió una renuncia total, y que ella se enrocó. Al no conseguirlo, "planteamos que tenía que dejar el partido y ella previamente, antes de la decisión, prefirió abandonarlo", en palabras de Fernando Martínez-Maillo, otro actor clave en el pulso con la otrora referente del PP. El plan era que "diera un paso atrás", insistió el número tres, que reconoció que hubo "muchos tiras y aflojas".
Maillo negó amenazas, pero sí momentos de tensión. La dirección llegó a filtrar que convocaría al Comité de Derechos y Garantías si Barberá no se daba de baja en el PP. "Se mezcló lo humano y lo político" y "no fue agradable", confesó en una entrevista en Telecinco. "Barberá ha dado mucho al PP", recordó, en relación a una trayectoria que incluye cinco mayorías absolutas.
Maroto fue el más duro, aunque fueron bastantes más quienes reclamaron a Barberá que se vaya de forma definitiva. "En política hay que ejercer con dignidad y con ejemplaridad, y hoy en 2016 más que nunca; su actuación en este final de su carrera no cumple ninguna de las dos cosas", se quejó. A su juicio, se queda en la Cámara Alta "exclusivamente para mantenerse en una posición de aforamiento". "Sería mejor para todos que dejara el escaño", se sumó Pablo Casado, también vicesecretario general. "Sobre todo para ella porque podría acometer su defensa de una forma más libre", añadió.
En la negociación, Barberá avisó de que a partir de ahora se siente "libre" de responder a los ataques de sus excompañeros, como así dejó constancia por escrito dando ya un primer toque de atención a Alfonso Alonso, muy crítico con ella. Si bien, Maroto y otros portavoces negaron tener miedo a que "tire de la manta". "No puede coartar la acción digna y transparente de partidos e instituciones", según el político vasco, que ya tuvo algún encontronazo con la exalcaldesa.
Para rematar, bajo orden de Isabel Bonig, el PP votará con el resto de partidos una propuesta en el Parlamento valenciano para instar a Barberá a abandonar su escaño. Xavier García Albiol o Luis de Guindos fueron otros de los altos cargos que le pidieron que se vaya antes y no pase por ese escarnio político. El único que de momento sigue en silencio es Mariano Rajoy, que participa en un Consejo Europeo en Eslovaquia. El viernes, tiene prevista una rueda de prensa al término de la reunión con sus homólogos europeos. Maillo confirmó lo que ya el miércoles adelantó este diario: el presidente en funciones no despachó con Barberá, su amiga, en ningún momento de la negociación.