“Lo que tengo más claro después de todo esto es que quiero gobernar”. Mariano Rajoy concluyó su primera ronda de contactos reiterando que su intención es dar la batalla y mantenerse en el poder. “Quiero tomar decisiones, mojarme, sé lo que hay que hacer”, avisó a navegantes. Pero, también, afirmó a las claras que hoy por hoy no le salen los números, aunque todos sus interlocutores le hayan asegurado que no desean unas terceras elecciones. “Y si yo tuviera la seguridad de que fuera imposible que se me eligiera, abriría un periodo de reflexión”, transmitió a la opinión pública.
El encuentro con Pedro Sánchez, de 80 minutos de duración, fue bastante mejor que el anterior en las formas pero igual en el fondo, según anunció Rajoy. “De la reunión, me quedo con lo esencial. Me ha comunicado que votarán que no a la investidura del PP y eso es lo importante”, destacó al término de la misma, y tras escuchar junto a su equipo la rueda de prensa que ofreció el líder socialista. “No puedo gobernar si Ciudadanos se abstiene y el PSOE vota en contra. Eso no llega”, expuso, aunque seguirá buscando la complicidad de Albert Rivera para alcanzar una colaboración mayor.
Fue en el marco de este complejo contexto político cuando dejó en el aire que vaya a aceptar el encargo del Rey Felipe, si es que finalmente se produce, de someterse a la investidura. “Tengo interés en ir a la investidura” pero “si yo tuviera la certeza total de que es imposible ser investido, abriría un periodo de reflexión”, aseveró. Lo repitió hasta en tres ocasiones. “¿Qué salida le vamos a dar a esto?”, se preguntaría entonces, para a renglón seguido lanzar ese mismo interrogante al resto de formaciones políticas.
Después, en una charla informal con periodistas, aclaró un poco más sus intenciones. Por primera vez, desveló que su deseo es que el debate de investidura dé inicio el 2 de agosto, siendo el día 3 la primera votación y el 5 la segunda. Pero incidió en que le dedicará "una pensada” en caso de que no tenga los votos suficientes. “Si un candidato no puede ser investido, ¿qué haces?”, planteó, dando a entender a renglón seguido que se decantaría por no aceptar el ofrecimiento del Rey Felipe, si es que éste se llevara a cabo.
De hecho, su equipo más próximo recordó que, una vez constituidas las Cortes, el monarca hará llamar a los grupos parlamentarios “de menos a más” y podrá testar si Rajoy tiene opciones de salvar la investidura. Y, en caso negativo, en su mano estará darle más tiempo y no instarle a que vaya a la Cámara Baja. “No vamos a participar en el teatro”, contestaron diversos integrantes del círculo próximo del presidente.
En la charla, en todo caso, Rajoy dio la fecha del 2 de agosto, como también la del domingo 27 de noviembre de cara a otros comicios. Si bien, en constantes ocasiones, precisó que queda mucho recorrido antes de tirar la toalla. “Lo importante es si hay voluntad (…) Hay que ver la suma razonable”, aseveró en un momento dado, sugiriendo que es muy improbable que el PSOE pueda alcanzar un pacto con Podemos y los nacionalistas.
Negociación fuera de los focos
Así las cosas, a partir de ahora, Rajoy recetó alejarse de los focos, y continuar negociando discretamente. “La clave ahora es no hacer nada en público”, aconsejó. Según deslizó, con Sánchez acordó seguir en contacto antes de que les toque despachar con don Felipe, aunque partiendo de la base de que en la reunión de la mañana le había trasladado un “no” sin matices.
Pese a ello, una vez más, el presidente en funciones trasladó cierta parsimonia. La conversación con los informadores tuvo lugar después de celebrar una comida y larga sobremesa -de más de tres horas- con su círculo más próximo, encabezado por María Dolores de Cospedal, en un restaurante cercano al Congreso. Ante las insinuaciones de que la situación política es caótica, Rajoy replicó una y otra vez que tampoco era para tanto. Y volvió a recomendar “tranquilidad”, pese a que fue él quien puso encima de la mesa la posible fecha de los terceros comicios.
Un extremo que, públicamente, rechazó de forma reiterada. "Sería un disparate repetir las elecciones", aseguró en su comparecencia. "Pasaríamos a la historia del disparate", añadió. Y, precisamente, se acogió al hecho de que en teoría nadie quiere otros comicios para repetir su ya consabido discurso de que urge tener un Gobierno estable lo antes posible, con el techo de gasto y los Presupuestos como argumentos recurrentes. "No hay nada que no podamos solucionar en julio".
Para lograr el acuerdo, remitió a los partidos políticos un programa base -de 55 páginas- sin muchas novedades con respecto a su proyecto electoral. A Sánchez se lo dio en mano, aunque no entraron en medidas concretas, como una posible reforma de la Constitución. “Tengo interés en gobernar. Yo quiero gobernar y tengo la responsabilidad de intentarlo”, se reafirmó una vez más.
Hecho el diagnóstico, en el mejor de los casos, Rajoy aspiró a que el 8 de agosto quede todo resuelto y se pueda ir de vacaciones a Sanxenxo, aunque reconoció que no las tiene todas consigo.