No hay un cambio de postura pero sí un cambio de tono. "Se nos va a secar la boca de decir que no", decían a LD el lunes fuentes de la dirección, "Si nos abstenemos ante el PP, el PSOE está muerto, eso nunca". La contundencia ha desaparecido. Las píldoras de los barones Susana Díaz y Guillermo Fernández Vara desde el día posterior a las elecciones han fructificado en cierto modo ya que la dirección socialista ha rebajado su negativa a la espera de lo que pudiera ocurrir el próximo 9 de julio en el Comité Federal.
"No hagamos futuribles, ya veremos", dicen ahora denunciando que se centre la presión en el PSOE en lugar de en un Mariano Rajoy "que tiene que empezar a moverse ya", ha dicho desde el Congreso el diputado Pedro Saura. Y ha de hacerlo "contando con sus afines", no con el PSOE, "con quien podrá hablar para asuntos de estado en materia territorial o antiterrorista". La dirección ya no niega, ni en público ni en privado, que el PSOE se abstenga para facilitar la gobernabilidad de España, pero no porque esté en su planes sino porque su estrategia es esperar.
Concretamente hasta que el líder del PP descuelgue el teléfono y hasta que se 'mojen' los barones a puerta cerrada en la sala Ramón Rubial de Ferraz donde se deciden y votan las resoluciones de los Comités Federales. La del último 28 de diciembre "ponía un veto ineludible al PP"; la del próximo 9 de julio dependerá de la presión que quieran hacer los barones. En público es constante desde el lunes, pero en privado habrá que verlo. Es exactamente lo que opina la dirección: "a ver si intentan forzar un cambio en la resolución de diciembre", dicen intentando responsabilizar a Díaz y Vara.
Y en ese terreno se mueve el PSOE: en buscar responsables. Porque Pedro Sánchez sabe que si ordena abstenerse ante el PP, está muerto políticamente y devuelve oxígeno a Podemos. Y porque Díaz sabe que si lo hace ella podría continuar su sangría de voto que el 26J supuso la inmensa mayoría de la derrota socialista (80.000 de los 12000 votos perdidos). A la espera de que avancen los días, Sánchez seguirá esperando. Apartado de los focos y con la intención de no reunirse con Rajoy hasta que pase el comité federal. Aunque digan estar "perplejos" porque aún no haya llegado la llamada, ésta vez sí cuadran los famosos tiempos de los líderes del PP y del PSOE.
Sólo en esa búsqueda de responsables se explican las palabras del extremeño Fernández Vara, quien apuntó este jueves a la única posibilidad de que no haga falta siquiera acudir a las bases: una "abstención por la mínima". Algo que, según las fuentes consultadas, significaría la abstención -incluso ausencia-, de 1 o 2 diputados del PSOE. Pero eso sólo podría servir en el caso de que Rajoy consiga sumar en un mismo pacto a Ciudadanos, PNV y CC, (a cuyo representante ha llamado en primer y único lugar).
Y aquí vuelve a cobrar especial relevancia otra vez el diputado Pedro Quevedo de nueva canarias, quien en contra de lo manifestado, podría según algunos cambiar su voto o ausentarse de la misma manera en que podría cambiar de parecer Albert Rivera a medida que avancen los días. No en vano, tras la Ejecutiva del lunes, uno de los máximos valedores de Pedro Sánchez comentaba: "a Pedro Quevedo le ponemos un piso en donde quiera".
La consulta
En este escenario, al secretario general del PSOE sólo le queda una última bala en la recámara: la de la consulta a las bases para someter a la militancia una abstención al PP. Le sirvió en marzo como órdago a los barones y como parapeto ante una rebelión de los críticos. Y la volvió a utilizar en campaña como advertencia futura para mantener prietas las filas. Fuentes socialistas descartan esa sorpresa el sábado de la semana que viene, pero la consulta sólo arrojaría un resultado favorable para Pedro Sánchez y él lo sabe.