Mariano Rajoy cree que los españoles hablaron nítidamente el 26J y dijeron que es él quien debe seguir al frente del Gobierno durante los próximos cuatro años. Ante sus barones territoriales, completamente entregados, esgrimió los casi ocho millones de votos y 137 escaños conseguidos para defender que los que han de ceder son sus rivales. "Nadie pronosticaba el resultado que se ha producido", se reivindicó eufórico.
Hubo lleno total en el Comité Ejecutivo. Y ovación cerrada, sin ningún tipo de matiz al discurso oficial. Solo faltó José María Aznar, pero hasta él telefoneó a Rajoy a primera hora de la jornada, antes de pronunciar un discurso que en nada se pareció al de ocasiones anteriores. El PP se rindió ante su líder, con un poder interno absoluto, capaz de seguir retrasando los congresos pendientes sin que absolutamente nadie le rechista.
En su intervención a puerta cerrada, lo primero que hizo fue sacar pecho. "Somos la única formación nacional que hemos mejorado con respecto al 20 de diciembre", ofreció como primer titular. Después, puso el foco en que "la distancia" con el PSOE ha aumentado, casi dos millones y medio de votos y 50 diputados. "Y hemos ganado también en Andalucía y Extremadura", se felicitó, toda vez estos territorios se bañaron de rojo hace ahora poco más de seis meses.
Con estos mimbres, Rajoy informó a sus barones de que hará una oferta formal de gran coalición a los partidos que él entiende moderados. Primero, se reunirá con Pedro Sánchez y, a renglón seguido, con Albert Rivera. No descarta en absoluto que pueda llegar a entendimientos con el Partido Nacionalista Vasco –ha habido importantes negociaciones soterradas en este sentido- ni con los regionalistas canarios. "Hay que hacer un gobierno y hacerlo ya, luego ya cada uno verá cómo quiere colaborar con el mismo", destacó, ya en una rueda de prensa posterior en la sede de su formación.
En público y en privado, el presidente en funciones destacó que lo mejor para España es que pueda alcanzar un pacto "para cuatro años" con él al frente de la Moncloa. "Que haya un Gobierno estable con un apoyo parlamentario suficiente", enfatizó, no sin poner en valor las cuestiones en las que, a su juicio, el PP está de acuerdo con PSOE y Ciudadanos, como la recuperación económica o la política europea.
En caso de que no sea posible, Rajoy avisó–como ya hizo en campaña- de que intentará gobernar en solitario. No es la fórmula que más le gusta, por las enormes dificultades que conlleva, pero lo intentaría. "Habría que gobernar pactando las cosas en el día a día", admitió, pero a renglón seguido enfatizó que algunas cuestiones "requieren de acuerdos nacionales", como por ejemplo la educación o los presupuestos generales.
Fue en el turno de preguntas cuando tuvo que hacer frente a la realidad política. Esto es, la negativa tanto de Sánchez como de Rivera de hacerle presidente por activa o por pasiva. "Sería el primer dirigente de la historia que ha ganado las elecciones y, los que no ganan, le dicen que se vaya", se quejó con media sonrisa, y pidió en dos ocasiones "seriedad". "Sería grotesco".
A partir de ahí, se dedicó a presionar a sus interlocutores para que cambien de postura y le dejen gobernar, y les responsabilizó del posible bloqueo institucional si no lo hacen. "En democracia es importante respetar lo que dice la gente y sería verdaderamente inaudito que no se pudiera formar gobierno ahora y fuéramos a unas terceras elecciones", aseveró sin parar de gesticular. Una "irresponsabilidad antológica", llegó a decir.
Para Rajoy, está claro que los que se tienen que mover son Sánchez y Rivera, y no él. "Urge formar un Gobierno", añadió, y dio a entender que los vetos de PSOE y Ciudadanos se irán diluyendo con el paso de los días. "Creo en su responsabilidad y en el buen uso de la confianza que les dieron los españoles", dijo. Le repreguntaron sobre el posible bloqueo: "Sería una situación verdaderamente dantesca y no quiero ni pensar que eso se pueda producir", contestó.
Las negociaciones, tras Bruselas
El presidente en funciones se va este martes al Consejo Europeo -que se podría demorar por la crisis provocada por Reino Unido- y será después cuando inicie las negociaciones, que previsiblemente se llevarán a cabo en Moncloa. "Lo primero que quiero es tener una conversación" y otear "la disponibilidad del conjunto de las formaciones", avanzó sin dar muchos más detalles. Antes de ello, palpará el sentir de sus homólogos comunitarios, aunque convencido de que tiene su respaldo para resistir. Con Angela Merkel ya despachó este martes por la tarde.
Rajoy no descartó por completo que pueda ofrecer la vicepresidencia al PSOE y algún ministerio a Ciudadanos, pero no se pilló los dedos. "A la vuelta de Bruselas les llamaré, quiero saber sus agendas", precisó otra vez. "Estoy aquí para construir… hablaremos y miraremos hacia el futuro", se despidió de los periodistas.
Mientras, sus barones, que no hicieron uso del turno de réplica –como sí ocurrió el 21 de diciembre, pero por orden de Génova ya que sabían de la asistencia de Aznar-, se encargaron de elogiarle tanto a la entrada como a la salida de la sede. Y, ya de paso, se congratularon de los resultados en sus territorios. Así lo hizo Cristina Cifuentes, y también Alberto Núñez Feijóo, que se enfrenta a las urnas tras el verano. "Hoy veo las cosas con más optimismo que hace un mes", reconoció, no sin explicar –datos en mano- que ve más factible que nunca repetir la mayoría absoluta. Por supuesto, Rajoy le ayudará a intentar conseguirlo.