El PP, una vez más, respira intranquilo. Especula. Se mueve al margen de las consignas oficiales en una semana que, en teoría, debe ser clave para evitar otras elecciones. Los últimos giros políticos han puesto en alerta a más de uno de puertas para adentro. Con José Manuel Soria fuera de juego, las distintas familias vuelven a posicionarse, con Soraya Sáenz de Santamaría en el epicentro, mientras Mariano Rajoy vigila en silencio.
Desde el 20 de diciembre, e incluso antes, cualquier movimiento interno que escapa de la dinámica habitual del partido se entiende en clave sucesoria por parte de quienes tienen cierto peso en el PP. Y ello pese a que, públicamente, los portavoces de la formación tratan de cerrar ese debate, tanto a corto como a medio plazo, con contundencia.
Este lunes, fue Fernando Martínez-Maíllo, cada vez más próximo al líder, el que enfatizó que no hay futuro próximo en el PP sin Rajoy. "Es el candidato -en caso de nuevos comicios- porque así lo dicen los estatutos y porque es lo que quiere el PP. Nadie cuestiona su candidatura", afirmó este lunes, al término del Comité de Dirección. Y añadió: "Cuidado con quienes pretendan cuestionar quién es el líder de los demás, eso es erróneo y bastante antidemocrático".
En síntesis, Rajoy será el candidato en junio y no habrá congreso del partido, tal y como enfatizó el vicesecretario de organización del partido. Antes, hasta tres ministros -Alfonso Alonso, Íñigo Méndez de Vigo y José Manuel Soria- mostraron con vehemencia su lealtad al líder. "Garantiza la armonía entre las distintas sensibilidades dentro del PP, que haberlas haylas. Abrir una guerra sucesoria en el PP sería poner en riesgo su estabilidad y eso sería malo para el partido, pero también para España", adujo el titular de Exteriores en las páginas de El País.
El futuro de Casado
El entorno de Rajoy parece tenerlo todo controlado hasta los comicios. Pero, a partir de ahí, empiezan a surgir las dudas. La dirección nacional reconoce que el plan es convocar el congreso nacional poco después, al que le seguirán los regionales. Y las distintas facciones empiezan a tomar posiciones, más aún después de la renuncia de Soria y de las maniobras contra José María Aznar, aún con predicamento en un sector de la formación.
Gane o no Rajoy en junio, se mantenga o no en el poder, barones territoriales y altos cargos de la formación auguran un cónclave muy complicado, en el que los posibles sucesores intentarán posicionarse. Por supuesto, admiten prácticamente todos, "será la guerra" en caso de que el líder del PP no se mantenga en la Moncloa. "Entonces, las lealtades habrán acabado y todos irán a lo suyo", según la tesis más extendida.
Si Rajoy resiste, intentará pilotar el proceso y controlar los tiempos. Algunos creen que baraja, pese a negarlo, la opción de ceder la presidencia del PP mientras él sigue en la Moncloa para que su pupilo lo tenga más fácil. Sea como fuere, un sector importante estará muy pendiente de los pasos que dé Santamaría, y promete dar la batalla. Aznar es uno de los que, en privado, se habría pronunciado en contra de que la hoy vicepresidenta asuma las riendas. "Él tiene otros candidatos", según la versión de un interlocutor directo, que da por descontado que no se callará en caso de que vea el PP a la deriva. Pablo Casado, otrora asesor con el que mantiene el contacto, es su favorito. Además, el vicesecretario de comunicación es uno de los pocos en Génova que da la cara por él en público.
Santamaría también tiene poderosos enemigos en activo. La más importante, María Dolores de Cospedal, que lejos de lo publicado sigue ejerciendo su poder en los despachos como secretaria general de la formación. Y, además, controla con firmeza la estructura de Castilla-La Mancha, que no es un asunto menor. Por otro lado, ella ha sido clave en la designación de importantes líderes territoriales. Por ejemplo, la de Cristina Cifuentes, responsable del todopoderoso PP de Madrid, con la que comparte amistad.
Internamente, se repite con insistencia que Santamaría "no es del partido", y que en consecuencia poco tiene que hacer en un congreso, ya sea con avales o abierto a la militancia. Pero ha sabido mover algunas fichas: Andalucía la controla Juan Manuel Moreno y el País Vasco Alfonso Alonso, ambos próximos a ella. "Hay un dato clarificador: es a la que más piden para ir a los mítines. Otro: en las encuestas, va la primera", en palabras de un defensor de la opción de la vicepresidenta.
En Valencia, con Madrid la otra gran estructura, despierta recelos. Y, en su tierra -Castilla y León- hay debate sobre si Casado, diputado por Ávila, ganaría a Santamaría en caso de un cónclave abierto. "Creo que hay otras opciones. Soraya es buena gestora pero no creo que conozca el partido y el partido lo es todo. Hay que cuidar a la gente del partido y no solo a los medios de comunicación, que también. El problema es que ella cuida más lo segundo que lo primero", en voz de un líder territorial, en conversación informal.
El silencio de Rajoy
La batalla se daría. Callada o públicamente, pero se daría. "Habrá que comprobar en qué posición queda Rajoy pero, por lo que veo, algunos se están preparando desde hace tiempo", en palabras de un veterano. Y, todo ello, teniendo en cuanta la intención -al menos en teoría- de democratizar las estructuras para dar más voz a las bases. Dos vicesecretarios generales recalcaron, en este sentido, que darán su particular ofensiva para que dicha promesa no caiga en saco roto. Y, más aún, tras la enorme demora que sufre el cónclave.
Así las cosas, mientras el PP se posiciona, Rajoy calla. Nada ha dicho aún de la renuncia de Soria, mientras Cristóbal Montoro y Santamaría le despedían con enorme dureza. Tampoco se ha referido al caso Aznar, y ello pese a que su agenda sigue prácticamente vacía. Este lunes, a la vicepresidenta le preguntaron si había crisis en el Gobierno. "En absoluto", respondió antes de asistir a un coloquio protagonizado por Alberto Núñez Feijóo, otro actor clave aunque haya decidido quedarse en Galicia, informa Alicia González.
Quienes conocen a Rajoy recalcan que estará en silencio, pero lo controla todo. Y que, ni mucho menos, se le ha de dar por muerto. "Será el candidato ahora y no creo que tenga muchas ganas de dejar las riendas del PP", según un declarado marianista. Y, con él controlando el partido, auguran, será "muy raro" que alguien le tosa.