En la Candidatura de Unidad Popular (CUP) no votaron a favor de la investidura de Carles Puigdemont para que Oriol Junqueras se haga fotos con Cristóbal Montoro y se hable de "sintonía técnica" con el Ministerio de Hacienda, alegan. La degradación de la deuda de la Generalidad tampoco cuenta para la CUP, partidaria de no pagar y de salir no sólo de España sino de Europa. Los acuerdos no se están cumpliendo, los plazos se dilatan, la "hoja de ruta" se diluye y en CDC advierten que la independencia no será posible en año y medio, tal como estaba pactado.
Se mantienen los planes y las amenazas de ruptura. El discurso de CDC y ERC no ha cambiado, pero en la práctica diaria ni en la Generalidad ni en el parlamento se advierten avances o la puesta en marcha definitiva de los ambiciosos proyectos aprobados al comienzo de la legislatura.
En la CUP se agota la paciencia y una muestra es la moción registrada este viernes 18 de marzo en la cámara autonómica a debatir en el próximo pleno, fijado para los días 6 y 7 de abril. En el texto se emplaza al ejecutivo de Junts pel Sí a que elabore "en un máximo de treinta días un plan de ejecución de todos y cada uno de los anexos de la declaración 1/XI". Tal declaración es la que se aprobó el 9 de noviembre pasado, en plena negociación de Mas con la CUP y en la que se daba por iniciada la "república catalana".
La CUP también exige que se desobedezcan los requerimientos de las "instituciones no democráticas españolas" y que los próximos presupuestos incluyan las partidas necesarias para financiar la "fase preconstituyente del proceso constituyente". En definitiva, que se apliquen los acuerdos y se hagan efectivos los puntos segundo y tercero de la citada declaración: "El Parlamento de Cataluña declara solemnemente el inicio de proceso de creación de un estado catalán independiente en forma de república" y "proclama la apertura de un proceso constituyente ciudadano, participativo, abierto, integrador y activo para preparar las bases de la futura constitución catalana".
La moción de la CUP se presenta como un ultimátum ante las dilaciones, dudas y discrepancias sobre la "hoja de ruta", ese año y medio necesario para elaborar una constitución y someterla a referéndum. La CUP no acepta rodeos y a la vuelta de la Semana Santa espera a Junts pel Sí con unas condiciones tan innegociables para los antisistema como difíciles de asumir por parte de CDC y ERC.