Rita Barberá es perfectamente consciente de que un sector muy importante del PP quiere que se haga un lado y dimita. Unos cargos, en la dirección nacional y en el nuevo PP valenciano, que siguen considerando que el daño que está haciendo al partido es "enorme" y que "sólo piensa en ella", tal y como resumió un vicesecretario general tras escuchar su comparecencia. Si bien, de momento, la senadora se muestra segura de que Mariano Rajoy no precipitará su caída. Su "buen amigo", como le calificó antes de darle "las gracias".
En la rueda de prensa, además de negarlo todo y no dimitir, Barberá señaló únicamente a ocho dirigentes para agradecer su respaldo. Junto a Rajoy, citó a su también "buena amiga" María Dolores de Cospedal, que siempre que le han preguntado por el caso ha defendido la presunción de inocencia y en privado se ha mostrado incrédula ante la posibilidad de que la otrora alcaldesa se llevara dinero negro. Para malestar del Gobierno, en tanto en cuanto es el responsable de la cartera de Justicia, se refirió además a Rafael Catalá, "que no ha podido ser más claro", según apostilló. Alfonso Alonso, José Manuel Barreiro, Iñaki Oyarzábal, Celia Villalobos y Francisco Camps, ya en su día defenestrado, cerraron la lista. Ni un solo vicesecretario general o miembro de la cúpula del PP valenciano.
Desde el pasado 26 de enero, cuando se produjeron las detenciones por el denominado caso Imelsa, en el PP empezaron a exigirle explicaciones. En un primer momento, le pidieron que diera la cara. Después, ante su silencio y su ausencia en el Senado, sugirieron que debía dar un paso atrás por el bien del PP. Pablo Casado, Javier Maroto y Andrea Levy, los nuevos rostros del partido, escenificaron esa ruptura con Barberá. En privado, Fernando Martínez-Maíllo se sumó a la presión para que diera explicaciones.
Según las fuentes consultadas, la tensión ha sido enorme durante este periodo entre Barberá y sus interlocutores en Génova. También con el PP valenciano. Tal y como trascendió, a Isabel Bonig le llegó a amenazar, y los puentes quedaron rotos. Alberto Fabra le pidió públicamente que se fuera. "Ha montado unas que no te quiero ni explicar. Hasta insultos", según un cargo que ha estado despachando con ella. Barberá, indignada, se quejaba de que el partido le ha dado de lado. "No entiende, con lo que ella ha sido, que nadie diera la cara por ella", reconocen las citadas fuentes.
Si bien, en paralelo a esa presión, Barberá lograba mantenerse en la diputación permanente del Senado, con lo que su aforamiento no corre peligro. Y, este jueves, quiso dejar claro que, hasta la fecha, sigue teniendo a su lado a Rajoy y Cospedal. "Él es el que puede echarla y ya ha dicho que hasta que la Justicia no actúe no hará nada", tradujeron al más alto nivel, en la sede nacional.
Así las cosas, un portavoz autorizado confirmó que "por ahora" el PP se da satisfecho con las explicaciones Barberá, pero nadie salió en la sede nacional a aplaudir sus palabras. Más aún, en conversación informal con este diario, tres vicesecretarios generales mostraron su frustración. "Lamentable", fue el comentario de uno de ellos. "Vamos a dar la cara por el partido, pero no nos la vamos a partir por ella", añadió otro dirigente de Génova.
Mientras, en el PP valenciano de Bonig, se lavaron las manos. Lo más que hicieron fue abrirle la sede para que hiciera su rueda de prensa. "La presión se traslada a Madrid, cualquier decisión es competencia de Génova", adujeron al más alto nivel. "Por lo menos ha dado explicaciones. Ahora hay que esperar a que se levante el secreto de sumario y a ver que hay realmente. Si es verdad lo que dicen, está difícil", añadieron desde el entorno de la líder regional. En la estructura regional persiste el temo de que pueda salir más, y que sea peor.
En este contexto, con Barberá como epicentro informativo y todo el partido especulando, Rajoy cerró la jornada con un acto en el diario La Razón. No dijo ni una palabra de la exalcaldesa. Tampoco de la presunta corrupción que tiene noqueado al PP. Ante Cospedal, Cifuentes y hasta ocho ministros que le arropaban, insistió eso sí en que quiere seguir capitaneando el barco. "Mi intención es presentarme -si hay nuevas elecciones-, sólo necesito que me apoye mi partido", contestó. Y añadió que quienes le piden hoy que se haga a un lado son los mismos que clamaban para que aceptara el rescate. "Algunos no descansan nunca", zanjó, con el auditorio riendo y aplaudiendo.