Mariano Rajoy quiere soltar lastre. Su equipo reconoce que la continuidad de Rita Barberá como senadora daña la imagen del PP y dificulta un posible entendimiento con Albert Rivera, con quién despachará el jueves. Así las cosas, el presidente decidió dar este lunes un paso más en su intento de que la otrora alcaldesa acabe haciéndose a un lado y, en voz de Pablo Casado, le exigió que renuncie a presidir la comisión constitucional del Senado.
En la última parte de la anterior legislatura, Barberá fue presidenta de dicha comisión y, entonces, Rajoy le prometió que mantendría ese puesto tras el 20 de diciembre. Si bien, aquello ya es historia. Fuentes de la dirección nacional confirmaron que "en ningún caso" será propuesta presidenta, pero que el presidente le ofrece la oportunidad de que ella decline "para que pueda seguir con su defensa y no se mezcle el caso (Imelsa) con las negociaciones y la actividad parlamentaria", en palabras de Casado. Este martes se conocerá el nuevo nombre del nuevo elegido de Rajoy.
Tras la reunión del Comité de Dirección, el vicesecretario de comunicación iba con el encargo de presionar públicamente a Barberá, hasta no hace tanto interlocutora directa y amiga de Rajoy. Sin que se le preguntara expresamente por ello, Casado anunció que el PP no la quiere como presidenta de la comisión constitucional. Y, además, afirmó que no es suficiente con el comunicado hecho público la semana pasada -en el que dijo que "ningún contrato" del consistorio había sido amañado- y ha de convocar cuanto antes una rueda de prensa.
"Sería bueno que se explique y aporte toda la información para dejar claro lo que ella está defendiendo: que no ha tenido ninguna responsabilidad en los hechos que se están investigando", arguyó Casado, que se enfrentó complicada comparecencia precisamente por el silencio de Barberá. En este sentido, las fuentes consultadas sostienen que los últimos contactos de la cúpula con la exalcaldesa están siendo durísimos. "Ella se queja de que el partido no le está defendiendo, está cabreada y la paga con sus interlocutores", exponen.
Le ocurrió, por ejemplo, a Fernando Martínez-Maíllo, encargado de batallar con Barberá para que emitiera el comunicado del día dos. "Le dijo de todo", según las citadas fuentes. Entonces, varios integrantes de la cúpula ya defendían que la veterana política debía comparecer, pero al final todo quedó en un escrito que no solucionó prácticamente nada.
Semana de contactos
La situación es tan compleja que miembros del Gobierno y del PP sostienen que la única salida es que Barberá dé un paso atrás y devuelva su acta parlamentaria. Casado no le pidió públicamente que diera ese paso, pero en privado recalcaron que ése es el objetivo. "Recuerda lo ocurrido con Camps. Nadie le pidió que se fuera, pero la presión fue enorme. Finalmente, él anunció que se iba", en palabras de un destacado del partido. Aunque, matizan, ahora no hay tanto tiempo para marear la perdiz.
En un primer momento, tras hablar con ella, Rajoy contestó en Telecinco que Barberá "no está acusada de nada ni ha sido llamada a declarar" y, en consecuencia, "está absolutamente limpia". Pero el daño está siendo tal que el jefe del PP aspira a que acabe tirando la toalla. Isabel Bonig también es de esa tesis, y la pasada semana ya avisó de que en la nueva etapa que quiere abrir en el PP valenciano no hay hueco para ella.
Esta misma semana, el presidente se verá con Pedro Sánchez y con Rivera, y sabe que la corrupción pesa como una losa en las negociaciones, tal y como confesó el propio Casado en su comparecencia. De hecho, en el PP admiten que casos como el de Barberá les aleja de Ciudadanos, para muchos un aliado natural "pese a que esté venga a tontear con el PSOE".
Más aún, Rajoy percibe que el daño electoral puede ser muy importante si no es contundente antes de que se convoquen elecciones, si es que tal extremo ocurre. "Esto ya se acabó y aquí no se pasa por ninguna", dijo a sus diputados sobre la corrupción. "La situación de Rita Barberá será la misma que cualquier militante", añadió. Mientras, ella sigue encerrada en su domicilio, muy enfadada con su partido. El miércoles tiene la obligación de estar en la reunión del Grupo Popular en el Senado, que en principio iba a presidir Rajoy.