Mariano Rajoy empezó el debate no aceptando lecciones de Pedro Sánchez en materia económica. Repitió una y otra vez sus datos, en ocasiones nervioso, ante las constantes interrupciones del líder de la oposición. "Mi objetivo es el empleo. En España tenemos que crear dos millones de empleos -en los próximos cuatro años- para que haya veinte millones de personas trabajando", se puso como reto. Entonces, con él en la Moncloa, "las pensiones, la sanidad y la educación" estarán garantizadas.
El candidato del PP, en su búsqueda de la reelección, intentó centrarse en la economía. Escuchó los nombres de Luis Bárcenas o Rodrigo Rato, y en un primer momento se afanó en vender las cifras que, a su juicio, demuestran la recuperación. Sánchez le echó en cara "el plasma", y él siguió a su libro. "Ha dicho muchas cosas y poco sensatas. Cuando llegamos al Gobierno, España estaba al borde del rescate", fue una de sus contestaciones a Sánchez.
En voz del presidente, el PSOE "dejó todo en ruina y hemos colocado al país en una situación mucho mejor". Y dio otra cifra: "Cuando llegué al Gobierno 1.500 españoles perdían trabajo, ahora 1.400 lo encuentran". Sánchez le acusó sistemáticamente de "mentir", y se enzarzaron sobre si el país fue o no rescatado por las instituciones comunitarias. "Tiene una visión muy negativa de su país, no hay mucha gente que la vaya a compartir", le replicó Rajoy. "Quiere pintar una España tenebrosa (…) libramos a España del rescate mal que le pese a usted", añadió, poco antes de la publicidad. En ese tránsito, Jorge Moragas, su jefe de campaña, entró en el plató ante la sensación de que el debate no iba tan bien como preveían.
Durante la primera hora, el debate fue intenso. Pero se convirtió en un barrizal político en el segundo bloque, cuando el presidente entró en el cuerpo a cuerpo en la cuestión de la corrupción. "Hasta ahí hemos llegado señor Sánchez", estalló Rajoy, visiblemente indignado, al escuchar de Sánchez que no ha sido "decente". "Soy un político honrado, como mínimo tan honrado como usted. Jamás he estado en la política por dinero", fue su primera respuesta. La bronca ya fue una constante, apenas se escuchaban.
En varias ocasiones, Rajoy acusó al jefe de la oposición de ser "ruin, mezquino, miserable y deleznable". La tensión fue enorme. "Usted es joven, usted va a perder estas elecciones", zanjó Rajoy, que aseguró que Sánchez no se va a poder "recuperar" de las descalificaciones lanzadas. "¡No le acepto que diga que no soy un político limpio!", y le atribuyó falta de cuajo y de responsabilidad. "Si usted está desesperado, podría utilizar otro tipo de argumentos y decir lo que va a hacer en el futuro", destacó. Y llegó el y tú más con ambos líderes echándose casos de corrupción a la cara. "No me insulte", resumió Rajoy.
A partir de entonces, ya dio igual el tema que planteara Campo Vidal, y las descalificaciones se sucedieron prácticamente hasta el final. "Tiene un problema en los ojos", espetó el presidente a Sánchez. "Eso es completamente falso", afirmó ante las constantes imputaciones de su interlocutor, por ejemplo sobre la crisis de los refugiados. "Hay que tener un poco de nivel", aseveró en otro momento de su intervención.
En su último minuto del cara a cara, Rajoy apeló a la "estabilidad, la seguridad y la certidumbre" que garantiza el PP para evitar un Parlamento "imposible". "De lo que se trata es de perseverar", arguyó, tratando de recuperar su idea inicial, que era la economía. "España está mucho mejor", ofreció como último titular. Si bien, ya entonces, sólo se hablaba del choque por la corrupción y las posteriores descalificaciones. "Es que hay cosas por las que uno no puede pasar. Que se me insulte no lo voy a aceptar de ninguna de las maneras", contestó el presidente a los periodistas antes de marcharse. "Es de la parte de la que estoy más contento", remató, antes de ir a Génova13 a ser ovacionado por los suyos.