Ni pa ti, ni pa mí. Así podría resumirse el acuerdo alcanzado a raíz de la batalla que se ha librado esta semana entre los dos bloques del PSOE a cuenta de la reforma laboral. De un lado, la dirección de Pedro Sánchez junto a su gurú económico, Jordi Sevilla -el ala más liberal del PSOE-; del otro, los barones comandados por la andaluza Susana Díaz. Y el motivo de la discordia, la voluntad de Pedro Sánchez de no derogar el aspecto más polémico de la reforma laboral: el coste del despido.
El líder de PSOE ya reconoció recientemente en una entrevista que quien diga que se puede derogar inmediatamente el despido "está mintiendo". Y por ello, Sánchez proponía una derogación en dos fases: primero, el real decreto que aprobaría de manera inmediata al llegar a La Moncloa y que afectaría a los modelos de contratación; segundo, la convocatoria de la mesa con los agentes sociales, empresarios y sindicatos, para negociar un nuevo Estatuto de los Trabajadores y concretar las condiciones del despido.
Su concreción en el programa electoral no fue del agrado de los barones del PSOE que vieron en la "derogación de algunos aspectos de la reforma laboral del PP" una cesión de los postulados socialistas. Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Asturias, Cantabra, Navarra y La Rioja, a sumar a las Juventudes Socialistas y la corriente interna Izquierda Socialista, presentaron más de 500 enmiendas sobre la reforma laboral -Ferraz sostiene que son sólo 14-, para exigir que en el programa, que se vota el fin de semana que viene en la conferencia política del PSOE, se incluyan las palabras "derogación total" de la reforma laboral. Y así parece haberse cerrado.
Este domingo se reunirán en Ferraz las comisiones encargadas de estudiar las enmiendas y el dictamen que se aprobará el 14 y 15 de noviembre. A puerta cerrada, y sin cobertura, los delegados de esas cinco comisiones acordarán la literalidad de un texto laboral que todavía no está cerrado.
Sin embargo, fuentes de la dirección del PSOE aseguran que puede cambiar la letra, pero no la música, porque "el plan sigue siendo el mismo". Derogación total, pero en dos fases: primero el real decreto; después, la mesa de negociación con sindicatos y empresarios.
Sea como fuere, lo nuclear de este desaguisado no es tanto la redacción final del programa electoral en sí como el hecho de que hasta diez baronías socialistas, nuevamente bajo la batuta de Susana Díaz, le hayan planteado un pulso al secretario general a apenas 44 días de que se celebren elecciones generales. Es sólo un anticipo de lo que puede pasar a partir del 20 de diciembre.