Hace nueve años, un veinteañero Albert Rivera afrontaba la primera campaña de Ciudadanos sin garantías de tener un asiento en el Parlamento de Cataluña, con el que articular un discurso nítidamente constitucionalista. Ahora puede mirar a las elecciones generales de diciembre, en las que será candidato a la presidencia del Gobierno, dejando una sucesora, Inés Arrimadas, que a partir del domingo será, salvo sorpresa mayúscula, quien lidere ese constitucionalismo por encima de los dos grandes partidos españoles, el PP y el PSC. Todo un éxito y todo un reto ante la Cataluña más dividida de las últimas décadas, en la que Arrimadas y Rivera han cerrado la campaña en la barcelonesa plaza de Virrei Amat, abarrotada de gente con el corazón del partido que funde las banderas española, catalana y europea, junto a un edificio de viviendas de quince plantas, con esteladas separatistas en una decena de sus balcones.
Entre quienes portaban los corazones con las tres banderas muchas personas mayores, un perfil de votante que hasta ahora se le resistía al partido naranja pero que, como comentan entre bambalinas sus dirigentes, cada vez es más habitual en sus mítines. Del crecimiento y la madurez de Ciudadanos da cuenta también un dato elocuente: por primera vez habrá apoderados en las 257 mesas de la Ciudad Condal.
Las urgencias del proyecto independentista han querido que Ciudadanos llegue a su asalto definitivo a la política nacional, el que se producirá a final de este 2015, con el aval de su previsible éxito del domingo. Un éxito que servirá, en palabras de Rivera en su último discurso de campaña, para "quitar a ese presidente que nos ha querido convertir en buenos y malos catalanes. No hay buenos y malos catalanes. Y si hay un mal catalán es el que se lleva a Andorra el dinero robado del 3%".
Como en otras ocasiones, Rivera ha pedido a los suyos conjurarse para conseguir dos cosas el domingo: una alta participación (los dirigentes de Ciudadanos están convencidos de que por encima del 70% empezarán los problemas para Juntos Por el Sí) y "concentrar" el voto no nacionalista en Ciudadanos. Para Rivera, con el respaldo a Arrimadas los catalanes "tienen la oportunidad de parar la cuenta atrás del precipicio".
Como final de fiesta, Rivera ha leído un mensaje de apoyo a Arrimadas de un "loco muy cuerdo" referencia que, hecha además en Barcelona Ciudad, permitía adivinar la implicación del célebre cantante Loquillo respaldando a la candidata naranja.