Pesos pesados. El ministro de Asuntos Exteriores del Reino de España, José Manuel García Margallo, y el líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el partido que junto a Convergencia pretende dinamitar la unidad de España. Margallo no se presenta a las elecciones del domingo. Junqueras es el número cinco de la lista de Romeva (1) y Mas (4). El escenario es un plató de la televisión autonómica del conde de Godó, Javier Godó, grande de España y propietario de un consorcio de medios partidario del "derecho a decidir". Arbitra el periodista Josep Cuní. Al popular Margallo se le dio vela en el entierro hace un par de años, cuando Moncloa decidió "externalizar" el problema y el titular de Exteriores se ofreció a mediar con el aval de que conocía a Oriol Junqueras de sus tiempos de eurodiputados. Se podría decir, afirmaba el ministro, que eran todo lo amigos que pueden ser dos políticos.
La irrupción de Margallo en el debate separatista fue el primer punto a favor de Artur Mas y Oriol Junqueras. Que el ministro de Exteriores fuera el delegado de Mariano Rajoy para lidiar con el órdago separatista supuso un espaldarazo definitivo para los separatistas. "Madrit" reconocía la dimensión "colonial" e internacional de la cuestión y Margallo embarrancaba en los tópicos más manidos cuando entraba al trapo nacionalista. Eso es lo primero que le soltó Junqueras a Margallo. Algo así como "muchas gracias, me has hecho un hombre". Un ministro de Exteriores discutiendo con un representante de la colonia.
En teoría, los cambios en la cúpula del PP tenían una cierta relación con el reto separatista. El diplomático barcelonés Javier Moragas, jefe de gabinete de Rajoy, tomaba el mando de las operaciones catalanas con el consejo de Andrea Levy, jefa de estudios del PP catalán hasta su meteórico ascenso a idéntica vicesecretaría pero en Madrid, Génova 13 y despacho en la planta de la gloria. A pesar de la renovación, Margallo ha irrumpido como elefante en cacharrería con el beneplácito del jefe de campaña del PP catalán, Jordi Cornet, próximo al candidato García Albiol. Cornet combina las responsabilidades en el partido con la presidencia del Consorcio de la Zona Franca de Barcelona, uno de los cargos mejor remunerados del Gobierno. Y a Cornet se atribuye la "operación Margallo".
En declaraciones a la prensa, García Albiol se ha mostrado ufano y encantado con el protagonismo de Margallo y ha negado que su participación en un cara a cara con Junqueras le restara protagonismo y emplazara a los separatistas a un plano de igualdad con el Estado. Para García Albiol, la aportación de Margallo es bienvenida. Y más cuando cuenta con el aval de Mariano Rajoy.
La aportación de Margallo ha sido comparar Cataluña con Argelia, considerar a los catalanes que se sienten españoles como "pied noirs", aludir a que los hispanoamericanos perdieron su calidad de españoles en los procesos de independencia y advertir, ya contra las cuerdas, de que la Unión Europea no reconocería a una Cataluña independiente.
Junqueras, que empleó el español, se cebó con Margallo, pulverizó todos sus argumentos y se aferró a la obviedad de que los españoles residentes en Cataluña no pueden dejar de ser españoles a pesar de una hipotética declaración de independencia. El líder de ERC toreó al ministro y le espetó en numerosas ocasiones que si un catalán independentista pretende beneficiarse de las ventajas de ser español nada hay que lo impida, ni siquiera la irresponsabilidad de sus gobernantes.
Estupefacto, Margallo intentó derivar el debate hacia el plano económico, pero Junqueras también impuso su "sentido común" ante la balbuciente actitud del ministro. Los argumentos del republicano parecían más contundentes, mientras que Margallo hablaba del frustrado intento de secesión del estado de Texas, del desastre del 98 o de la guerra de Argelia. El desastre fue absoluto. Margallo, gracias al presentador, abrió el debate y gozó de réplicas añadidas, pero Junqueras arrasó y frustró el intento de su oponente de imponer una discusión económica sobre el corralito, la salida del euro y el colapso económico.
"El que manda es Oriol"
Margallo tenía argumentos numéricos, pero Junqueras mostró más desparpajo, mayor claridad dialéctica y supo extender la teoría de que la Cataluña independiente tendría las mismas ventajas que en la actualidad y hasta sería un gran aliado de España. Al final, el ministro elogió a Junqueras y ponderó sus "grandes aptitudes" en materia económica e historiográfica. Margallo llegó a afirmar que el que manda en Cataluña, "el jefe", es Oriol, en una muestra de la supuesta amistad trabada durante la concurrencia de ambos en la UE. El moderador afirmó que ambos contendientes habían intervenido 37 minutos cada uno.