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Rajoy: "La respuesta a Mas ha sido prudente, proporcional y no hemos cedido" en nada

No aclara la fecha de las generales, pero tendrá que hacer "números" tras los comicios. "No tengo que decir nada" sobre el artículo 155.

No aclara la fecha de las generales, pero tendrá que hacer "números" tras los comicios. "No tengo que decir nada" sobre el artículo 155.

Mariano Rajoy hizo su último balance de la legislatura. Tras gobernar durante cuatro años con una histórica mayoría absoluta, proclamó con orgullo que "la recuperación es innegable y gana fuerza día a día". Esto es, su principal promesa está cumplida: sacar a España de la recesión, revertir las cifras que auguraban un rescate total y llevar al país a la cabecera en crecimiento económico y creación de empleo. Pero existen, a sus ojos, riesgos importantes. El principal, el pulso rupturista de Artur Mas. Pero, también, la radicalidad de Podemos y el populismo del PSOE.

En unos pocos meses, el presidente convocará elecciones generales. En principio, podrían celebrarse en la primera quincena de diciembre, aunque oficialmente sigue sin saberse la fecha. "Vamos a gobernar hasta el último día", aseveró Rajoy, y de ahí que presentara las cuentas públicas para 2016. Unos Presupuestos en los que, asegura, se constata el fin de las penurias. Anunció que compensará "el esfuerzo" de los trabajadores públicos con un incremento salarial del 1% en 2016 y la devolución del 75% restante de la paga extra suprimida en 2012. Las pensiones subirán el mínimo: un 0,25% el próximo año.

Gráficos en mano, y durante la mayor parte de su exposición inicial, Rajoy se centró en la economía. España crece "de forma sana y equilibrada", con unos precios moderados y con una proporción de exportaciones sobre el PIB "que no ha dejado de crecer en esta legislatura", resumió en la sala tapices de la Moncloa, la reservada a los grandes acontecimientos. Sacó pecho de su agenda social -ocupará el 53,5% de los PGE- y rechazó que, en ningún momento, los pilares del estado de bienestar se hayan tambaleado.

Los riesgos de España

Un horizonte de "esperanza y prosperidad" que puede truncarse de forma abrupta, según avisó a renglón seguido. Unos peligros que provienen "no de la economía sino de la incertidumbre política", siendo Cataluña el principal foco de inestabilidad. Así, lo primero que quiso aclarar Rajoy es que "no existen las elecciones plebiscitarias". En otras palabras, Mas únicamente tiene potestad para convocar unos comicios autonómicos y, en caso de que se extralimite en sus funciones, el Estado se lo impedirá por la vía judicial.

El Ejecutivo estará de guardia a la espera del decreto de convocatoria de elecciones, previsto para el próximo 3 de agosto, aunque no prevé que en el texto de la Generalidad haya visos de ilegalidad. En todo caso, precisó Rajoy, "el Gobierno va a defender la unidad de España, la soberanía nacional y la igualdad entre todos los españoles". En síntesis, lo que así quedó redactado en la Constitución de 1978.

La mayoría de preguntas fueron sobre el órdago rupturista. Si bien, el presidente no dio más titulares de los ya consabidos. La Moncloa está preparada para responder a cualquier escenario, pero no se va a adelantar a los acontecimientos. De ahí que Rajoy sólo mentara el artículo 155 de la Carta Magna, el que le permite suspender la autonomía, cuando le falló el subconsciente, como él mismo reconoció. "No tengo que decir nada sobre esa cuestión", matizó.

"La respuesta del Gobierno es opinable pero, desde luego, ha sido prudente, proporcional y no hemos cedido en nada de lo que no debíamos ceder", se defendió frente a quienes, incluso dentro del PP, le acusan de falta de contundencia. "No habrá plebiscitarias como no hubo un referéndum en Cataluña", insistió, para dar por rotos los puentes con Mas toda vez lo que plantea es inasumible. "Ningún presidente puede aceptar eso, es impensable. Es una cosa, de verdad, absolutamente disparatada", replicó ante la pretensión de declarar unilateralmente la independencia.

Cataluña copará la preocupación gubernamental en lo poco que resta de legislatura, aunque Rajoy también ve como una amenaza los postulados tanto del PSOE, del que se quejó que llegue a acuerdos con los independentistas en Cataluña, como de Podemos. "Cuando la única propuesta de la oposición es amenazar con liquidar las reformas se está enviando un pésimo mensaje y mucha incertidumbre", enfatizó ante la opinión pública.

Unas "ocurrencias" como incumplir los objetivos de déficit público comprometidos con Bruselas. "Que no se engañe a la gente", exigió en relación a los socialistas, para a renglón seguido reclamar a las comunidades autónomas -hoy son mayoría las que abogan por el desacato- que sigan aplicando ajustes. "Es una obligación de todas las administraciones", dijo, no sin recordar -pero no especificando nada- que el Estado "tiene instrumentos" para meter en vereda a las regiones.

"Yo estoy en el futuro"

En opinión del presidente, deja una España mucho mejor que cuando llegó a la Moncloa. Y de ahí que recalcara que trabaja "por tener más futuro que pasado". "No me haga hablar del pasado", contestó a un informador. "Yo estoy en el futuro", destacó una vez más. Él será el candidato del PP a la Moncloa y, admitió, tras las generales habrá que hacer "números" y negociar de cara a posibles alianzas.

Rajoy no se cerró ninguna puerta, aunque dio a entender que en ningún caso llegaría a acuerdos con Podemos. En privado, ministros y altos cargos del PP han abogado por un entendimiento con Albert Rivera al considerar que es más lo que les une que lo que les separa. En su día, se apostó secretamente por una gran alianza con el PSOE. "No vamos a adelantar acontecimientos", afirmó Rajoy, no sin apuntalar que únicamente podría pactar con aquellos que "son razonables".

"Lo que los españoles digan siempre estará bien y yo trabajaré para ganarme su confianza. El juez es el pueblo español", se despidió antes de afrontar su breve descanso estival. "No nos vamos de vacaciones", están repitiendo una y otra vez desde los ministerios económicos y, principalmente, desde Génova13. El presidente sigue creyendo que, al final, los españoles le reconocerán en las urnas los logros económicos.

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